El último y más querido ídolo
«Sólo pido a Dios se cumpla mi sueño de jugar de nuevo en el Estadio José Antonio Huelga y en el Latinoamericano, siempre que sea en una Cuba libre», dice Maels Rodríguez.
Lanzar un juego perfecto de cero hit-cero carrera es una hazaña en cualquier tipo de béisbol. La máxima perfección en este tipo de proeza está en retirar por su orden a los 27 hombres que le toquen batear en un desafío de nueve entradas. El pitcher no puede conceder una base por bolas, ni golpear a un bateador, ni permitir un imparable, o simplemente que ninguno de los compañeros de equipo cometa un error. Tirar un juego impecable constituye una rareza que casi nunca ocurre.
Juegos de cero hit-cero carrera han logrado muchos tiradores, casi siempre acompañados de algunas de las pifias o factores antes mencionados, que han impedido la excelencia.
Tan escabroso es, que en más de 130 años de pelota en Cuba sólo un hombre lo ha logrado. Un único pitcher tiene en su historia esa gloria deportiva. Su nombre recorrió el mundillo beisbolero durante mucho tiempo, porque ese tipo de suceso trasciende fronteras e idiomas.
Ese honor, que va acompañado también de una aureola de popularidad y prestigio, correspondió al espirituano Maels Rodríguez, el 22 de diciembre de 1999, en un juego frente al equipo de Las Tunas correspondiente a la XXXIX Serie Nacional y realizado en el Estadio José Antonio Huelga ante más de 10.000 espectadores atónitos.
El choque, que terminó 1 carrera por 0, lo presencié ubicado detrás del home en gradas que no poseen asientos. En esa jornada fabulosa, Maels Rodríguez apretó sus disparos al plato para retirar uno tras otro a los 27 bateadores, 14 de ellos por la vía del ponche, con lanzamientos intimidantes que iban de las 93 a las 101 millas y parecían relámpagos de fuego que chasqueaban en la mascota del receptor con el mismo sonido de un látigo. Al igual que otros asistentes, observé en numerosas ocasiones la pistola cuentamillas que manejaba un funcionario de la Comisión Nacional de Béisbol, y vi sus meteóricos envíos con similares velocidades desde el primero hasta el último inning.
Ahora en Miami
De aquella histórica fecha han pasado casi siete años y ambos hemos cambiado nuestras vidas: ahora residimos en la ciudad de Miami. Maels Rodríguez me recibe en su hogar, sin delatores ni "oídos finos" alrededor, como ocurría en Cuba. Estoy sentado en un cómodo butacón y frente a mí, acomodado en un sofá, tengo al último y más querido ídolo de toda la afición beisbolera cubana.
"Me recupero de una artroscopía que permitió una operación en el hombro derecho, el cual me impedía completar los movimientos. Fue realizada hace cinco meses por el doctor Harlan Selesnick, ortopédico de los Miami Heat, el equipo campeón de la NBA", dice Rodríguez.
Selesnick es un famoso traumatólogo que ha recibido premios por sus trabajos científicos y tiene sobrada experiencia con atletas de varios equipos y deportes.
"En el 2003 se me debilitó el hombro, al parecer por el exceso de trabajo del año anterior. Tenía la sensación de que tenía el hombro suelto y me provocó algo así como una bursitis", indica el espirituano mientras hace gestos con su mano derecha levantada en una posición previa, como los lanzadores antes de bajar el brazo para tirar hacia home.
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