Actualizado: 18/04/2024 23:36
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Yugulares en el debate

La fiebre beisbolera desata violencia verbal. ¿Afloran en peñas y estadios las frustraciones de la libertad de expresión en la Isla?

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La policía observa de cerca la discusión de los fanáticosFoto

La policía observa de cerca la discusión de los fanáticos. (EER)

José Córdoba, un anciano que vive en una de las bocacalles del Parque Central, evoca tiroteos por esa zona entre hinchas del Almendares y el Habana.

Las reyertas sucedían en los predios de un pantalla lumínica que en los años cincuenta informaba de los topes entre los grandes clubes profesionales de entonces.

"El alboroto era mayor. Yo vi gente sacar pistolas en medio del pugilato", rememora Córdoba.

En 1946, el cronista deportivo Eladio Secades escribía: "A la gente le importa más un out cantado que la destitución de un ministro". Las cosas no parecen haber cambiado.

Aunque sea sobre pelota…

Rufo Caballero, un polémico crítico de audiovisuales, considera que el afán discutidor del cubano pasa por su condición de pueblo joven. "De aquí que todo el tiempo estemos tratando de encontrar la identidad de esa dimensión escurridiza que comporta lo cubano".

El autor de Un hombre solo en una calle oscura afirma que el desacuerdo en cualquier discusión o tema responde "a la necesidad de expresar el disentimiento... que en las últimas décadas se ha hecho muy prominente".

Las consideraciones de Caballero fueron calzadas por Arango: "Hay muchas zonas de la vida cubana donde ocurren debates", dijo el narrador, lamentando que las polémicas ocurran a un nivel doméstico, porque "no hay espacio para que se produzcan de otra manera".

La cerrazón a los debates, sea del tipo que sea, es una de las tapias de la sociedad actual. Si se dan y si luego se publican, no pasan de ser golosinas para élites intelectuales. A la polémica de esquina se la lleva el viento.

"Esto no es nuevo. Es una descarga. La gente tiene que sacudirse aunque sea hablando de pelota", consideró uno de los tertulianos que parecía menos exaltado que el resto.

Le llaman Febles y se dedica a reparar aires acondicionados. Es de Cruces, un pueblo del centro cubano y cuando tenía 18 años fue reclutado para el Servicio Militar.

Su equipo de entonces, el Azucareros, le hizo perder una apuesta. De un machetazo perdió el meñique.

TEMA: Play-Offs. 46ª Serie de Béisbol

"Me lo corté yo mismo. Esa era la apuesta. Quien perdía se quedaba mocho", repasa la historia sin inmutarse. "Menos mal que no me dio por ser pianista".

Nada indica ahora que Febles fue víctima en los setenta de una pasión beisbolera. Como todo el que pasa por la talanquera, se deja cachear por la policía a la entrada del Latinoamericano. Revisan hasta los celulares en busca de cuchillas escondidas.

Es el juego Industriales-Santiago, el gran clásico de la pelota cubana. Los ánimos están caldeados, el bullicio atonta y las quinielas no cesan de subir. Hay mucha pasta en juego y todavía más que eso, frenesí. Cualquier cosa puede ocurrir en esta casa de locos.


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