Actualizado: 02/05/2024 23:14
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Artes Plásticas-Literatura

«No somos Occidente»

Entrevista al pintor Ramón Alejandro, a propósito de la influencia del francés Louis-Ferdinand Céline en la cultura latinoamericana.

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Hay ahí un legado que nos es difícil valorizar en lo inmediato, pero que representa lo esencial de su obra. El pueblo cubano no es el mismo que era en 1959. El papel jugado por nuestro pequeño país en la escena mundial, a nivel simbólico, cultural y político, gracias a su revolución, es difícil de minimizar. Que nos pueda o no complacer este hecho, no tiene incidencia en su contundente realidad.

¿Qué puede descubrir tras la peculiar biografía intelectual de Céline, en relación con las determinantes señaladas?

Hay un punto muy importante que aclarar en cuanto a las motivaciones que hicieron que Louis-Ferdinand Destouches, ese muchacho de los arrabales periféricos de París nacido en la última década del tumultuoso siglo XIX francés, poco después de los estertores de La Comuna, que vieron aparecer el primer "soviet" histórico y que tuvieron por trágico final la más brutal represión contra un movimiento obrero que haya tenido lugar en la historia de la humanidad, desde la derrota de las desorganizadas huestes de Espartaco en la ya lejana antigüedad, se pusiese a lanzar como un escupitajo a la faz de la inteligencia de su país su primera novela, Viaje al final de la noche.

Fruto amargo que la decepción brutal de su inocencia patriótica sufrida a través de su experiencia como soldado y mutilado de guerra, durante la constante carnicería que por cuatro años ensangrentó a Francia y Alemania, la llamada Gran Guerra, hasta que otra mayor hiciera palidecer sus horrores con mayores y más catastróficas barbaries, pocos años después, entre los mismos dos contrincantes. Sartre tuvo la grosería de acusarlo de venalidad suponiendo que estaba pagado por los alemanes, además de ponerle el nombrete de La Ténia, como venganza. Céline nos dejó en una entrevista, conmovedora, como todas las pocas que concedió, tan sólo cuatro que yo sepa, una explicación bastante graciosa.

Con ese humor amarillo e incómodo que fue el suyo, nos dice que él es una "Femme du Monde" y no una puta. La puta se va con cualquier cliente que le pague, y eso a él no le interesó nunca, ya que vivió de manera extremadamente frugal con su mujer, Lucette Almanzor, hasta el final de su existencia en su casita de Meudon, como si no se atreviera a volver a entrar de nuevo en París después de su largo período de ostracismo e infamia pública. Y desde su nacimiento en el seno de una familia muy humilde en otro barrio periférico. Médico de los pobres, siempre vivió al límite de la necesidad, ganando apenas para sobrevivir y, a pesar de su descomunal orgullo de artista consciente de su prodigioso talento de escritor, siempre afectó una humildad aparente, en todo caso en la esfera de su comportamiento social.

La Femme du Monde escoge a su amante a su gusto, con todo su libre albedrío y se entrega a él por amor o deseo, pero nunca por interés. Sus opiniones siempre fueron gratuitas y reconoce que tan sólo le hubiera bastado con callarse la boca en 1939 para no tener el trágico destino que fue el suyo.

¿Le parece extrema la valoración de Céline sobre Proust?

En una de sus entrevistas, Céline ataca a Proust con argumentos "ad hóminem" y no con críticas hacia su estilo, que supongo que seguramente tenía que apreciar por su sensibilidad. Lo que Céline detestaba en Proust es el "contenido". La arrogancia de clase que desenfadadamente exhibe esa mariquita "fisna", sin nunca mostrar en lo más mínimo sensibilidad por el sufrimiento y las dificultades en que vivían las clases populares de la "Belle Epoque". Ese niño bitongo y enfermizo no es un personaje que Céline pueda considerar con ternura.

Además, la exhibición de medio lado, fingiendo tapujo pero dejando bien saber toda la sabrosura que encuentran los homosexuales de las clases privilegiadas a aprovecharse de las posibilidades de satisfacción de sus fantasmas, que les ofrece la desigualdad de fortuna de esa parte de la población sumida en la miseria o la necesidad. Carne barata y fácilmente dispuesta a servir de objeto sexual a sus "señores". E inclusive a considerarse honrada por este favor del "amo".