Actualizado: 01/05/2024 21:49
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Cine

«Siento predilección por malditos y marginados»

Entrevista con Manuel Zayas, a propósito de su polémico documental 'Seres extravagantes', sobre la vida del escritor Reinaldo Arenas.

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Desde una valoración íntima y muy personal, ¿cómo fue el encuentro con Oneida Fuentes, la madre de Arenas, y con el padre?

El encuentro con Oneida Fuentes fue buscado durante más de un año. En todo momento ella se mostró dispuesta a ofrecer su testimonio. Un día en que la íbamos a entrevistar fuimos insultados por un miembro de la familia, amenazados con una delación a la Seguridad del Estado. Finalmente, esa entrevista se realizó gracias a la intervención de Liliane Hasson.

En cuanto a la búsqueda del padre, fue algo espontáneo, más azaroso, pues no sabíamos nada de su destino. En los dos casos, fueron encuentros muy reveladores, pues hablan de la relación que mantuvieron con su hijo: la de la madre fue una relación de amor e incomprensión; la del padre, fue una no-relación, fue el abandono. Toda una metáfora de cómo la vida en familia prefigura la vida social.

¿Qué cree que pudiera representar 'Seres extravagantes' en la reciente historia del cine cubano, especialmente dentro de la producción documental?

Un rescate de parte de nuestra memoria, un intento por hacer cine al margen de la industria, a contracorriente. Pero eso no me corresponde decirlo a mí.

¿Cómo observa el panorama de la industria cinematográfica cubana hoy? ¿Qué funciones del cine documental se acrecientan en medio de la prolongada crisis de la sociedad y el letargo institucional ante un género cinematográfico polémico por naturaleza?

Con la crisis de los noventa y a pesar del reconocimiento internacional de algunos títulos, la industria cinematográfica cubana ha ido quedando cada día más obsoleta, aun cuando se hable de una mayor inversión del Estado y del incremento de la producción. No hay más que ver las películas en coproducción que cada año se hacen: la mayoría espantosas, salvando algunos títulos y algunos directores.

Desde que comenzó esa crisis, no quedó más remedio que intentar maquillar al muerto, al que todos imaginamos imposible de resucitar. Las coproducciones con España han sido un descalabro, han intentado dar vida a una industria que no puede ser la misma de los sesenta, sobre todo por factores creativos y de serias limitaciones técnicas y económicas.