Actualizado: 23/04/2024 20:43
cubaencuentro.com cuba encuentro
| Internacional

Chile

Bachelet versus Piñera

El país más estable de América Latina, a la espera de una segunda vuelta electoral.

Enviar Imprimir

Si bien Bachelet tendrá que evitar que sectores tradicionalmente democristianos apoyen a Piñera, deberá afanarse en halar para su lado a un Tomás Hirsch, cuyo partido, Juntos Podemos Más, se ha mantenido excluido del Congreso a causa del alto umbral de votación que impone el denominado binominalismo, aprobado en las postrimerías de la dictadura de Pinochet.

La ley forzó a crear las actuales coaliciones, y aunque los observadores coinciden en que éstas ayudan a la estabilidad nacional, ya que evita un semillero de partidos, a veces afecta a individualidades de esas mismas coaliciones cuando se postula a más de uno en una lista. La DC se quejó esta vez del binominalismo por la disminución de sus resultados. Esta imposición es una mancha en la democracia chilena y se cree que la presente será la última elección en que exista.

La izquierda radical: fuera del juego

El pasado domingo Hirsch consiguió el 5,4 por ciento del espectro, rango con el cual se mostró conforme, pese a que no alcanzó los 400 mil votos de los que presumió. Horas después del sufragio, Hirsch dijo que votaría nulo para la segunda vuelta, lo cual puede lacerar —y hasta letalmente— las aspiraciones de la ex ministra de Salud y Defensa del gobierno actual.

Piñera aparece, por su parte, compelido a un doble papel un tanto borroso. Urge que estreche su alianza con el partido de Lavín, la Unión Demócrata Independiente, varios de cuyos líderes le niegan al empresario la sal y el agua, cosa que hacen a garganta completa y a los cuatro vientos.

Es cierto que ya cuenta con el respaldo del candidato derrotado, que enseguida lo ofreció y demostró contar con una adhesión —popular y femenina— que no se debe orillar.

Por otro lado, Piñera está muy consciente de que si cuenta únicamente con la UDI, el triunfo se le hará escurridizo, y en el discurso de congratulación por su triunfo advirtió que iría con la UDI, pero recordó a los independientes y a las fuerzas de centro. Estos son los que decidirían una victoria que, en todo caso, será con ambos contendientes encima de la cinta, como en las carreras reñidas.

Si hasta el 15 de enero el multimillonario es capaz de empolvar la cara de la derecha y agregarse una tajada de la democracia cristiana, entonces será el próximo presidente de Chile y el primero de su confesión, luego de la dictadura inolvidablemente sangrienta de Pinochet, que en definitiva marcó el destino político de Lavín, como comentamos anteriormente.

En lo que no titubean ni los sordos en política, es en admitir que la derecha tiene un flamante liderazgo, muchísimo más apto para captar el favor de los chilenos.

Mas, el dúo Piñera-Lavín tendrá que enfrentar a otro no menos desafiante, que integrarían Bachelet y Soledad Alvear, la exitosa ex canciller que se bajó como presidenciable, pero que logró en su aspiración al Senado la mayoría más elevada —43,41 por ciento— entre todos los candidatos al Congreso.

Hay quien cree que la ex titular de Salud no es presidenta porque Alvear se distanció de su comando. Sólo una figura como la "Sole", según aparece en los pasquines, puede cubrir a una divorciada Bachelet —madre de dos hembras y un varón—, frente a la intensa campaña de unión familiar que desplegará el binomio masculino. El género adquirirá mayor peso aún peso en los días por venir.

¿Continuará la Concertación en La Moneda o la remplazará la derecha de centro y desmarcará al país de cierta tendencia en el continente?

Lo importante acaso es que si esta última gana y no demuestra, como ha prometido, que se preocupará por quienes peor viven en Chile, no hay duda que podrían aguardar otros tres lustros para regresar al poder.


« Anterior12Siguiente »