Actualizado: 29/04/2024 7:40
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Una historia de las transiciones

Caos en el Cáucaso

La región del Caspio está llamada a ser una comarca explosiva que implicará a las grandes potencias.

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El poder central ruso se enfrentaba a una situación anómala en Estados que, años atrás, no parecían aspirar en modo alguno a la independencia. Tal fue el caso de las repúblicas del Cáucaso y de Asia Central, cuyos dirigentes se vieron sin duda sorprendidos por la celeridad que adquirió en diciembre de 1991 el proceso de desintegración de la Unión Soviética en un escenario marcado, además, por la práctica ausencia de cambios en su relación con el "centro" soviético.

Este fenómeno de gestación de la independencia, en el que no participó la población sino las propias élites locales, facilitó la preservación de muchas viejas relaciones, tanto en el panorama interno de los países como en sus políticas exteriores. El proceso de independencia en estas repúblicas no estuvo exento de discusiones sobre la legalidad de determinadas medidas e instituciones, disputas entre "duros" y "blandos" y de situaciones de tensa confrontación.

Claves del cambio

De las repúblicas del Cáucaso —Armenia, Azerbaiyán y Georgia—, la información relativa a Azerbaiyán apenas puede considerarse a efectos de análisis. La tendencia general es colocar a las tres repúblicas en un mismo grupo, pese a que los derroteros respectivos son bastante dispares y existen agudos enfrentamientos entre ellas.

Es cierto que Azerbaiyán, Armenia y Georgia exhiben algunos rasgos de historia común, entre los que pueden mencionarse la tensión, de largo alcance, con el imperio ruso, la fortaleza de las oposiciones nacionalistas —en particular en Armenia y en Georgia— en los últimos años de la etapa burocrática soviética, y la progresiva emancipación de la tutela de Moscú, con algunos efectos liberalizadores, en la fase final de la Perestroika.

Hoy el complejo y vago mapa del Cáucaso —con lugares anárquicos como Najichevan y Nagorno-Karabag— está dividido en tres países, una docena de regiones autónomas y medio centenar de grupos étnicos, cada uno de los cuales posee su propia lengua o dialecto.

Algunos son muy conocidos debido a su densidad demográfica, como los georgianos, los armenios, los turcos azeríes del Azerbaiyán y los chechenios. Otros son pequeños y oscuros, como los ingush, los osetos, los avaros, los abjazios, los balkares, los kumis, los mingrelianos y los turcos mesketianos. Este lodazal de territorios en el Cáucaso sur representa lo ilógico de las fronteras y los intentos de forzar identidades étnicas puras en lugares donde la etnicidad es múltiple.

Como en los Balcanes, el problema del Cáucaso es producto del Imperio Otomano: un conflicto entre cristianos indígenas y turcos conquistadores. Cientos de años de subyugación turca-otomana coadyuvaron a la conformación de una identidad nacional, al igual que los serbios, los búlgaros y los griegos. Las relaciones externas de estos tres Estados se han visto marcadas, en otro plano, por una creciente dependencia con respecto a Rusia en el marco del mercado común regional, incluso la reticente Georgia se vio obligada a la postre a integrarse.

El Caspio y las áreas aledañas son, por lo demás, una zona de enorme importancia geoeconómica, tanto por los yacimientos de petróleo y gas natural que albergan como por los oleoductos y gasoductos correspondientes. Además de los conflictivos lazos que mantienen estos Estados y las tensiones que enfrentan a algunos de ellos, la dinámica regional de relaciones es muy débil también con países vecinos como Turquía o Irán. Georgia se ha visto atraída hacia la zona económica del Mar Negro.

Las fuerzas políticas correspondientes —Movimiento Nacional Armenio, Frente Popular Azerbaijano y Mesa Redonda-Georgia Libre— se vieron fuertemente impregnadas por discursos nacionalistas. Más adelante, en escenarios marcados por la consolidación de sistemas en que los presidentes han desempeñado un papel decisivo, se han hecho valer algunos ejemplos de coaliciones electorales, como es el caso del Bloque Hanrapetutiun armenio o el Bloque de la Paz georgiano.