Actualizado: 29/04/2024 2:09
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Una historia de las transiciones

Caos en el Cáucaso

La región del Caspio está llamada a ser una comarca explosiva que implicará a las grandes potencias.

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El predominio de fuerzas nacionalistas condujo a la postre a procesos de independencia que en este caso, a diferencia de lo ocurrido en las repúblicas eslavas de la ex Unión Soviética, no pueden considerarse inducidos externamente. Las viejas élites del comunismo se integraron con facilidad en esos movimientos nacionalistas en Armenia, pero no así en Azerbaiyán y Georgia. En estos últimos países recuperaron terreno al amparo de figuras como Edward Shevardnadze y Geidar Aliyev, una vez que las transiciones habían realizado una parte de su recorrido.

En este período de transición se ha celebrado sólo una elección legislativa tanto en Armenia como en Azerbaiyán, y dos en Georgia. En las tres repúblicas caucasianas se hicieron valer, en los últimos años de historia de la URSS, realidades asimilables a los "movimientos cívicos" presentes en otros escenarios.

La condición democrática del sistema político azerbaijano está en duda, y se apunta que hay ciertos indicios positivos en Armenia y Georgia, en virtud de una normalización tardía, a partir de 1992, a pesar de que se mantienen problemas relativos a la condición de los presidentes, la falta de limpieza de las elecciones, el control gubernamental de los medios de comunicación y las dificultades para que se verifique una alternancia en el ejercicio del poder.

En la propia Armenia, que pasa por ser el Estado del Cáucaso con mejor registro democrático, no faltan ejemplos de ilegalización de partidos de la oposición, pese a que ha contado con un articulado movimiento nacionalista, ha celebrado un referendo de autodeterminación conforme a la legislación vigente en la ex Unión Soviética, y ha mantenido en gran parte de su transición la figura de un presidente democráticamente electo, a diferencia de lo ocurrido en Azerbaiyán y Georgia.

El escenario político

Hoy no se estudian los procesos de transición que tienen lugar en las repúblicas del Cáucaso y de Asia Central, al considerarlas meros "regímenes comunistas disfrazados". En tales países no existe un canon de transición a la democracia, sino que se trata de un cambio que enrumba hacia la descentralización y el pluralismo, pero no de tipo occidental.

En general también se identifica entre ellos un progresivo debilitamiento de la sociedad civil, que debía ser actualmente más fuerte. La presencia de conflictos bélicos ha dificultado el despliegue de reformas económicas y la situación general en este tema es mala, con un poderoso influjo de fórmulas de economía subterránea y relativa extensión del "crimen organizado".

Los problemas de las minorías han sido consistentes en el caso de Georgia y se hallan también en el trasfondo de la confrontación entre Armenia y Azerbaiyán. Todavía están pendientes de solución los dos grandes conflictos que se han desarrollado en estas repúblicas: el de Abjazia, en Georgia, y el de Nagorno-Karabag, en Azerbaiyán.

La confusión producida por un complejo panorama bélico y el olvido de que, al menos en Armenia y Georgia, existen transiciones políticas que han introducido ciertas reglas del juego democrático, son dos rasgos generales de los análisis convencionales sobre el Cáucaso.

A menudo se ha subrayado que se revelan diferencias significativas en el derrotero de los tres países, y existe cierta tendencia a colocar a Azerbaiyán como parte de las repúblicas centroasiáticas, por presuntas afinidades culturales o por el derrotero autoritario de su sistema político. Por lo que se refiere a Armenia y Georgia, muchos análisis las engloban en un gran grupo del que formarían parte también Moldava y las repúblicas eslavas que integraban la Unión Soviética.