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Una historia de las transiciones

Caos en el Cáucaso

La región del Caspio está llamada a ser una comarca explosiva que implicará a las grandes potencias.

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Tanto en Armenia como en Azerbaiyán (desde las elecciones de finales de 1995 y principios de 1996, pues el panorama anterior era muy confuso) se ha registrado el claro predominio de una fuerza política: el Movimiento Nacional, en el primer caso, y el Nuevo Partido Yeni del presidente Aliyev (beneficiado por graves irregularidades electorales), en el segundo.

El escenario político ha exhibido una mayor fragmentación en Georgia, donde las elecciones de 1992 permitieron el asentamiento de media docena de partidos de algún relieve, que quedaron reducidos a tres tras las legislativas de 1995. Si se trata de reseñar las principales fuerzas que han operado en estos tres países, la respuesta es sencilla: el Movimiento Nacional en Armenia desde 1990, con el mismo grupo, bajo la cobertura del Bloque Hanrapetutiun, a partir de 1995. El Nuevo Partido Yeni en Azerbaiyán, desde ese último año, y el Bloque de la Paz Georgiano, que en 1992 disfrutó primero de una liviana mayoría, y se convirtió en 1995 en la Unión de Ciudadanos Georgianos al alcanzar una mayoría más holgada.

Partidos y parlamentos

Parece fuera de duda que los problemas de cariz étnico-nacional han desempeñado un papel decisivo en la vida política de estos tres Estados. En el caso de Armenia, por lo pronto, el conflicto de Nagorno-Karabag ha sido un eje de obligada definición de todas las fuerzas políticas.

Otro tanto ha sucedido, con el mismo conflicto, en Azerbaiyán, y con los de Abjazia y Osetia del Sur en Georgia. La primacía de la "cuestión nacional" en las disputas políticas georgianas no menguó con el desplazamiento, a principios del decenio de los años noventa, de la fuerza nacionalista dominante en los primeros años de la transición: Mesa Redonda-Georgia Libre.

Por lo demás, el número de partidos con representación en los parlamentos ha variado mucho, como mínimo de 6 en Azerbaiyán en 1995 y en Armenia en el mismo año. El parlamento georgiano contó con 24 partidos en 1992 y con 10 en 1995. Sin datos solventes con respecto a Azerbaiyán, el porcentaje de voto que fue a formaciones que a la postre no obtuvieron representación resultó ser semejante en Armenia en 1995 (16,3%) y en Georgia en 1992 (14,1%), para elevarse a un 37,5% en este último país en 1995.

En los dos sistemas, con fuerzas de claro predominio, la competitividad parlamentaria fue muy alta, como era de esperar: de un 78,7, en Armenia en 1995, y un 79,7, en Azerbaiyán en 1995. Resultó ser más baja, en cambio, en Georgia, con un 9,7 en 1992 y un 38,6 en 1995. Por lo que a la fragmentación parlamentaria se refiere, los valores máximos se revelaron en Georgia y los más bajos en Armenia y Azerbaiyán. El número de partidos relevantes alcanzó sus cifras más altas en Georgia (11 en 1992 y 3 en 1995) y las más bajas, de nuevo, en Armenia (2 en 1995) y Azerbaiyán (2 en 1995-1996).

El comportamiento de las viejas élites ha exhibido notorias diferencias. Por recurrir al ejemplo de las tres repúblicas del Cáucaso, se caracterizó por una moderación que permitió en los hechos un pacto con el ascendente movimiento nacionalista en Armenia —a su vez, este fue capaz de desplegar un discurso de notorio pragmatismo—, asumió la forma de una visible resistencia frente a otro movimiento nacionalista, menos mesurado en Azerbaiyán, y apenas fue capaz de moderar el influjo de un tercer y radicalizado movimiento nacionalista en una Georgia que arrostraba, de las tres repúblicas, la mayor complejidad en términos de descomposición étnica.

En toda esta área ha habido tanto parlamentos unicamerales (Armenia, Azerbaiyán, Georgia, Tayikistán, Turkmenistán y Uzbekistán) como bicamerales (Kazajistán y Kirguizistán). Entre estos Estados hay mandatos parlamentarios bastante dispares: de tres años en Georgia, de cuatro años en Armenia y de cinco en los demás casos.