El 2-D, fecha clave

Al abordar las falencias del modelo chavista, el editor señaló que éste necesita de un sector público eficiente, pero subrayó que Chávez ha devastado y politizado este factor fundamental, e incluso lo despojó del sentido de la meritocracia.

Junto a sus fracasos en la Cumbre Iberoamericana, recordó Naín el desahucio por la OPEP de los planes de Chávez para politizarla, así como la no participación de la brasilera Petrobrás en un publicitado plan de desarrollo gasífero en Venezuela.

La última pifia del mandatario en el terreno internacional fue el fin de su mediación para lograr la liberación de rehenes en manos de las FARC, decretado por el presidente colombiano Álvaro Uribe.

Las claves del dilema

Si uno de los inconvenientes de la próxima votación reside en el poco tiempo para entender y analizar las numerosas costuras a una Constitución ya enmendada en 1999, a esto se agrega que no fueron 33 los ajustes, como propuso Chávez, sino 69, después que el parlamento decidiera meter no una sino las dos manos en la sobada Carta Magna.

Mientras el jefe del bolivarianismo agita la Constitución, que ahora encuadernó de rojo, asegura que los cambios al cuerpo legal permitirán "dar más poder al pueblo en presupuestos comunales, reducir la jornada laboral de ocho a seis horas diarias y crear fondos de seguridad social". "Se trata de redistribuir el poder, generarlo, y antes transformarlo", ha dicho el jefe del régimen.

Pero sucede que hay una porción cada vez más ancha de la ciudadanía que no parece dispuesta a tragarse la campaña chavista. Cualquiera sabe que para adoptar medidas como las señaladas no había necesariamente que enmendar la Constitución.

Sin duda que la trascendencia de las reformas pasa —y es su razón de ser— por el poder que adquiriría no el pueblo, sino Chávez. Fuerzas domésticas, junto con el grueso de la prensa internacional, no ven con buenos ojos la reelección ilimitada ni el aumento de seis a siete años del mandato presidencial.

Si, en efecto, aquí radica la novedad más preocupante para un régimen que enseña cada vez con mayor tenacidad sus uñas autoritarias, la oposición advierte que la eliminación de la autonomía del Banco Central —otro eje clave entre las modificaciones— traerá graves consecuencias para una economía que depende de los oscilantes, pero por ahora siderales precios del barril de petróleo.

Una idea de la trascendencia de esta última enmienda puede calibrarse a partir de las funciones de los bancos centrales. Estos son responsables de la emisión de billetes y monedas y regulan la cantidad de dinero en circulación, así como el crédito. Además, cuentan con atribuciones en materia internacional y funciones estadísticas.

Todo esto quedaría bajo el dominio de Chávez, a quien no lo supervisaría ninguna entidad o persona.

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