En las mandíbulas de Chávez

Una amiga recibió desde España un mensaje electrónico donde se comentaba que el Rey de la nación europea pudo ser más poético con Hugo Chávez. Y añade que en vez de lanzarle el ya famoso "por qué no te callas", debió recordar al poeta del país sede de la Cumbre: "Me gustas cuando callas porque estás como ausente".

Este email refleja que ya la mayoría de la gente va olvidando el drama y pasando a la sonrisa, a la broma, a poner el incidente donde pronto estará de manera definitiva: en el pasado.

Sin embargo, Hugo Chávez no parece dispuesto a cerrar el episodio, y continúa insistiendo en él de manera machacona, histriónica y amenazante. ¿Qué hay detrás de semejante actitud? ¿Cuál es la causa de tales intimidaciones y aparente obsesión contra el país con el que llegó a firmar un acuerdo de compra de armas por 1.300 millones de euros?

En este punto habría que recordar que el subvencionador de Cuba —el periodista Alejandro Guillier dice que por 7.000 millones de dólares anuales— reconoció públicamente a finales de 2005 "al rey don Juan Carlos de Borbón, jefe del Estado español y comandante en jefe de las Fuerzas Armadas de España", y al gobierno, "por resistir el atropello, los intentos de atropello y la falta de respeto del gobierno imperialista de EE UU", en relación con la venta de armamento de Madrid a Caracas. Finalmente, el grueso de la transacción no se efectuó.

Inocencia de Moratinos

Miguel Ángel Moratinos, jefe de la diplomacia española, se quejaba amargamente ante la prensa por "la persistencia declarativa" del mandatario de Miraflores, lo cual, subrayó el canciller, "no ayuda" a superar el "desencuentro" ocurrido durante la Cumbre.

La amenaza que poco antes había lanzado Chávez pareció muy grave. En medio de su campaña por una reforma constitucional que echa abajo las fronteras de su poder, el ex golpista señaló: "Estoy sometiendo a una profunda revisión las relaciones políticas, diplomáticas y económicas con España". Y de sus baladronadas no escaparon el Banco Santander y otras entidades emblemáticas de la península.

Tal vez no entiende Moratinos que el amigo de Fidel Castro no hace más que asir una clásica maniobra política. Crear un problema externo que le dure hasta el 2 de diciembre, fecha en que se realizará la consulta constitucional, es decir, estirará la controversia hasta extraerle la última gota de jugo político.

Esto ha puesto —y vaya que ha sido exitoso— en segundo plano los problemas domésticos venezolanos y, en particular, la admirable defensa de la democracia que llevan a cabo los estudiantes universitarios, a quienes el mandatario califica de "hijos de mamá y papá, de los ricachos de la burguesía". En las protestas ya han muerto dos jóvenes.

Claro que la lengua de Chávez no termina aquí, ya que también los calimba con finuras tales como "miasma y plasta", anota el comentarista Pedro Llorens, autor del libro Contra Chávez. El objetivo principal de los educandos es postergar la fecha de los comicios.

Un plan bien meditado

Podría pensarse que el amo de Miraflores urdió su estrategia una vez concluida la disputa con el Rey y el jefe de gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero. Aprovechó la coyuntura, como suele decirse. Pero nada de eso. Ver así las cosas significa no desenredar la trama.

Los hilos de este caso habían sido tejidos con anterioridad a la reunión, ante la necesidad de encubrir, al menos por unas semanas, el escenario doméstico venezolano, y sobre todo el desafío que los estudiantes universitarios ya le planteaban.

Y tan pensado estaba esta vez el escándalo, que prácticamente no había pisado Chávez el aeropuerto de Santiago de Chile y ya cuestionaba el tema de la Cumbre, es decir, la cohesión social. Pero algo era seguro. Aquella disquisición no era improvisada.

¿Participó Fidel Castro en la estrategia de "reventarle" la Cumbre a Michelle Bachelet, como conjeturó un periodista? Quizá, dadas sus relaciones de toda hora. No fue tal vez casualidad que Castro llamara por celular a Chávez precisamente cuando éste hacía uso de la palabra en la denominada "Cumbre Paralela", aunque la voz del mandamás cubano nunca se escuchó.

De todas formas fue, a los ojos de la concurrencia —muy mermada, si se compara con la que congregó Evo Morales durante la asunción de Bachelet—, una cooperación simbólica para la izquierda, mayoría sin duda entre los presentes.

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