Actualizado: 25/04/2024 19:17
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Chile

Fiesta de la democracia

Entre celebraciones y desafíos, Michelle Bachelet hace historia.

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El fracaso

La derrota suele ser huérfana, afirma el viejo adagio. Valdría sin embargo preguntarse si perdió Piñera contra Bachelet, contra Lagos o contra la mística de ambos. Mirado con pupila serena, el carismático Piñera, sin duda uno de los talentos de Chile, perdió contra los dos y sus características.

Vista la elección desde hoy —lo cual es muy cómodo—, realmente no tenía opción, y mucho menos cuando la Concertación decidió que la campaña de Bachelet había que reforzarla, pues, sumados los dos candidatos de derecha (Piñera y Lavín), en la primera vuelta habían alcanzado más votos que la hija del general.

A mi entender, Piñera cometió también un desliz de bulto. Si es verdad que propuso hasta una jubilación para las amas de casa, forjó su campaña apelando fundamentalmente al centro y a los independientes, dado el compromiso del leal Joaquín Lavín que salió, de la derechista Unión Democrática Independiente (UDI), en su ayuda.

Fue raro escuchar que, con igual énfasis, Piñera aludiera a las capas más modestas del país. La gente lo vio, pues, como representante del espectro político del centro y de la clase media que buscaba restarle votos a la democracia cristiana, varios de cuyos militantes con algún renombre se habían pasado a sus filas.

Esto último generó —incluso en analistas— una imagen que se reprodujo por todos los medios. Se le hizo creer —y Piñera aparentemente lo creyó— que sus posiciones estaban tan cercanas a la democracia cristiana que podía atraer preferencias de una amplia faja de esa corporación política. La realidad demostró que la imagen no era real.

Partido siempre alejado o en riñas a todo trapo con la derecha, de arraigados conceptos y orgulloso de su vigilancia por los estratos más pobres, no sólo oficialmente se metió en la cruzada a cuerpo completo, sino que sus militantes y simpatizantes dieron su aquiescencia a la Bachelet, cuya campaña se enserió para la segunda vuelta y no naufragó, como algunos esperaban, en el debate televisivo con el facundo Piñera.

Aunque se ha dicho que la UDI no entregó la mayor parte de su voto al candidato de centroderecha, aun con ellos no hubiera ganado, cálculo que echa por tierra la teoría de que se presentaron dos candidatos por la derecha en la ronda electoral inicial, y ello le restó opciones al sector.

Quizá pesó también en los resultados cierto temor de que Piñera no fuera capaz de controlar a la UDI, o a líderes con los cuales había pugnado, a voz en cuello, poco tiempo atrás. No debió faltar quien previó a la alianza de derecha como un ente frágil y díscolo, enfrascada entre sus correligionarios en constantes exigencias de cadalso político para el "enemigo".

Lo anterior va más allá de la asimetría de caracteres. Reside en la resuelta concepción de derecha liberal de Piñera y las enquistadas y muchas veces soberbias disposiciones de sus compañeros en la UDI. Ahora, luego de juntarse para los comicios, todo parece andar como en matrimonio nuevo.

El tiempo dirá si no vuelven a batirse en polémicas y descalificaciones. La derrota del domingo probablemente facilite el ascenso de sectores duros al liderazgo de la Unión Democrática Independiente, fortalecida en la primera vuelta, que comprendió elecciones al Congreso.