Veinticuatro horas con Evo Morales
Populismo y desesperanza: El rumbo hacia ninguna parte del 'favorito' en las elecciones.
Son las cinco de la mañana y el sol empieza a salir. Se nota que va a ser un día caliente en la ciudad de Cochabamba.
El candidato a las presidenciales bolivianas, Evo Morales, llega manejando su auto "oficial", un jeep blanco que fue comprado hace cerca de un mes. Va a filmar un spot de televisión para los últimos días de la campaña electoral. Después de su "actuación" ante las cámaras, es tiempo de volver a la sede regional de campaña y preparar todo para salir hacia la provincia de Santa Cruz.
A las seis de la mañana en punto, todo está listo para salir, sin que falte un compañero del buró político del Movimiento al Socialismo (MAS), el también llamado "instrumento político".
El otro jeep que va a hacer el viaje junto al auto de Morales, sale primero para verificar que todo está bien en el camino. El punto de encuentro es en el Chapare, región donde Evo Morales vivió tras residir en un pueblo de Oruro —de donde es oriundo— y luego en las Yungas, cuando la crisis minera de Bolivia. Su familia se trasladó a allí para probar suerte en la agricultura, cuya principal fuente de cultivo es la hoja de coca.
El Chapare es una región demoníaca frente a los ojos de Estados Unidos, pero la hoja de coca representa un factor cultural muy importante en toda Bolivia, ya sea para que las señoras de la restricta alta sociedad tomen su té de coca, o para que los mineros masquen la hoja para engañar el hambre.
El compañero del MAS ha llegado y se hace a la carretera entre Cochabamba y Villa Tunari, el principal pueblo de las Yungas. El equipo "adelantado" llama para confirmar que el camino no tiene problemas y que esperan el jeep en El Conquistador, un restaurante y criadero de truchas ubicado en Incachaca, donde al "jefe" le gusta comer chicharrones y trucha a la plancha.
A las ocho y media de la mañana, ya todo el equipo se encuentra reunido, incluidos los dos hombres de la avanzada. Estos, además de garantizar alguna seguridad en el camino, también se encargan de hacer fotografías y filmaciones que más tarde serán distribuidas a la prensa, para abrir los periódicos del siguiente día y los noticieros de la noche.
Marxista sin Marx
Evo Morales, indígena aimara, de 46 años, es un hombre que dice tener una gran admiración por Fidel Castro y Hugo Chávez, pero también admite: "nunca he leído ni a Marx ni a Lenin".
Siempre bromeando y haciendo sonreír a los que están a su alrededor, pregunta a quien escribe estas líneas: "¿Qué te gustó más, los chicharrones o las dos truchas a la plancha?". Él había ordenado ambas cosas para cada uno de los presentes, además de las también bolivianas papas cocidas (se dice que son las mejores del mundo) y arroz.
Empezando la digestión, y sin perder tiempo, Morales pide a su secretaria que vaya al auto a buscar los "pins" con su fotografía y el símbolo del MAS. Como la campaña electoral está en todos lados, comienza por regalarlos a los dueños y termina con la cocinera y la gente que trabaja en la preparación de las truchas en los viveros de El Conquistador.
Es tiempo de seguir la marcha. El clima en el Chapare se pone muy malo: una neblina cerrada y las lluvias torrenciales nos recuerdan que ya salimos del altiplano y entramos en la zona tropical de Bolivia. La carretera entra por la selva del Chapare. Se pueden leer señales como "Zona geológicamente inestable", y en el asfalto hay piedras sueltas y tierra.
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