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Habanerías

Se ruega aplaudir en silencio

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Cuando todas las miradas del planeta se dirigen hacia Oriente Próximo, el señor Fidel Castro reclama su parcela de protagonismo y decreta una redada masiva contra la disidencia interna en Cuba.

 

Setenta y cinco ciudadanos, culpables de ejercer el periodismo independiente, de abogar por los derechos humanos y de proponer otras opciones de gobierno, han sido encarcelados sin las menores garantías. Sus casas han sido saqueadas, y sobre ellos pesa la Ley 88 de Protección de la Independencia Nacional y la Economía de Cuba, más conocida como “Ley Mordaza”.

 

Según los términos de esa ley, aprobada en 1999, se sancionarán hechos dirigidos a “colaborar con los objetivos de la Ley “Helms-Burton”, (…) quebrantar el orden interno, desestabilizar el país”, etc. Su interpretación discrecional convierte esa ley en el instrumento ideal para reprimir cualquier acto de disidencia. Así, entre los “delitos” que sanciona hasta con 20 años de prisión se encuentran suministrar información a países o entidades extranjeras, colaborar en medios de prensa ajenos a la prensa oficial cubana, aceptar retribución por ello, o recibir cualquier tipo de donación no autorizada por el gobierno; tener o distribuir “material subversivo”; perturbar el orden público mediante cualquier manifestación disidente; todos agravados si se ejecutan entre dos o más personas.

 

En la nota oficial del día 18 de marzo, se anunció la limitación de movimientos en el territorio cubano del Sr. James Cason, jefe de la Oficina de Intereses de Estados Unidos en Cuba, acusado de injerencismo; por reunirse con miembros de la oposición interna. La misma nota acusa a la disidencia interna de “apoyar la criminal política [de Estados Unidos] contra nuestra Patria, calumniar, justificar el embargo, la asfixia económica y el aislamiento de nuestro pueblo”, lo cual equivale a “traición al servicio de una potencia extranjera”. Una burda patraña de cara al público doméstico, es decir, una coartada, dado que el gobierno cubano conoce perfectamente las reiteradas críticas al embargo por parte de la disidencia.

 

¿Por qué esta repentina escalada en la represión? ¿Por qué ahora, al inicio de una guerra, en vísperas de la posible sanción a Cuba en Ginebra por violación de los derechos humanos, y a una semana de abierta en La Habana la oficina de la Unión Europea para las negociaciones sobre el acuerdo de Cotonou? Y ¿por qué vincularla a la Oficina de Intereses norteamericana?

 

Precedente imprescindible de cualquier análisis es recordar que FC, en su soberbia, sólo reconoce un enemigo digno de él mismo: Estados Unidos de Norteamérica. Cualquier ejercicio de disidencia por parte de personas, instituciones e incluso gobiernos, tiene, por definición, que estar instigado y financiado por ese enemigo. En su profundo desprecio hacia los ciudadanos cubanos, incapaces de cualquier idea propia que contradiga las del líder, les otorga una sola prerrogativa: aplaudir. Dado que se postula la fórmula Fidel Castro = Socialismo = Patria, por carácter transitivo, disentir de FC es traicionar a la patria.

 

Que 11.000 cubanos perdieran el miedo y firmaran, hecho sin precedentes, el Proyecto Varela, una iniciativa de la disidencia para llevar a referendo popular cambios en la constitución cubana, fue un duro golpe para una dictadura monolítica. Desaparecía la noción de que la disidencia era cosa de grupúsculos insignificantes. Poco después, la gira de Oswaldo Payá por Europa y América, tras serle otorgado el premio Sajárov, abrió una nueva era en el reconocimiento internacional de la emergente sociedad civil cubana. Ante esa escalada de descrédito por contraste que significa el crédito a la oposición, se hacía necesario un escarmiento, una advertencia severa al pueblo cubano: Se ruega aplaudir en silencio.

 

La intimidación ha sido cuidadosamente orquestada. Antes de pasar a líderes importantes, como Marta Beatriz Roque o Elizardo Sánchez, y a figuras intelectuales de relieve, como Raúl Rivero, susceptibles de provocar movimientos internacionales de repulsa, empezaron por encarcelar a disidentes de base o de nivel intermedio, pretendiendo con ello disuadir a la población de ingresar en cualquier movimiento contestatario, y minar los cimientos de la sociedad civil. Un procedimiento que les ha servido también para ir catando las reacciones de la comunidad internacional.

 

Pero, ¿por qué ahora? La primera razón es que todas las miradas están fijas en Irak, y una redada de otro dictador no ocupará demasiado espacio en la prensa. Por añadidura, en medio de los movimientos universales de protesta, una operación que tenga como excusa el “injerencismo” norteamericano puede merecer la condescendencia de personas y grupos que, en otras circunstancias, elevarían su protesta.

 

En cuanto a sus efectos negativos sobre la posible sanción en Ginebra, FC sabe que en la Comisión de Derechos Humanos cuentan, más que los mismos derechos humanos, el cabildeo y los votos y, dada la correlación de fuerzas de la comisión actual, confía en salir indemne, haga lo que haga. El antinorteamericanismo que flota en el aire también puede soplar a su favor.

 

En el caso del acuerdo de Cotonou, si bien Cuba es “elegible”, su escasa voluntad de respetar los derechos humanos puede alejar los subsidios por tiempo indefinido. Y ha sido norma del señor Fidel Castro poner siempre las necesidades del pueblo cubano al servicio de su permanencia en el poder, amenazada ahora por la masificación de la disidencia. El sindicato Solidaridad en Polonia es una lección que él no olvida.

 

Según algunos analistas, el acercamiento del señor Cason a la disidencia cubana forma parte de un plan manipulado desde Washington con el propósito de crear un incidente diplomático, y así torpedear los intentos de flexibilizar el embargo por parte del Congreso. Si así fuera, no sería por ingenuidad que el mandatario cubano “ha caído en la trampa”. Se trataría de un acuerdo tácito entre Bush y Fidel Castro. Basta repasar todos los intentos de distensión, desde Kennedy hasta Clinton, pasando por Carter, para percatarse de que, invariablemente, la respuesta cubana ha sido provocar conflictos que restablezcan el estado de beligerancia perpetua. Así se mantiene vivo el mito de David frente a Goliat, que suscita la solidaridad internacional, y se delega en el imperio la culpabilidad por la desastrosa situación de la Isla.

 

Lo más curioso es que en la nota oficial donde se anuncian los arrestos no sólo se acusa al señor Cason de injerencia, sino que se clama por el destino de los cinco espías cubanos condenados en Estados Unidos como parte de la “Red Avispa”, que actuaba en el sur de La Florida —y es silenciado el caso de Ana Belén Montes, la espía a sueldo de Cuba instalada en el Pentágono—. Denuncia la nota el “cruel y despiadado trato a que están siendo sometidos”.

 

La amnesia selectiva del gobierno cubano es, por momentos, asombrosa. ¿No recuerda ya su extendido injerencismo en América Latina, cuando promovió, armó, entrenó y financió la lucha armada? ¿O las guerras de África que costaron la vida a miles de cubanos? ¿Ha olvidado que cada una de sus sedes diplomática es, hoy, un organismo de propaganda encargado de penetrar sindicatos, universidades y grupos políticos, así como crear y organizar grupos pro Cuba que, por lo general, ejercen una oposición activa a sus respectivos gobiernos? ¿Ha olvidado que esas prácticas se han materializado incluso en pogromos de corte fascista, como el que orquestaron en la Feria del Libro de Guadalajara contra la revista Letras Libres?

 

¿De qué “cruel y despiadado trato” se habla al referirse a quienes tuvieron todas las garantías procesales y los mejores abogados pagados por La Habana? ¿Qué garantías procesales disfrutarán los opositores detenidos ahora? Pueden esperar durante meses o años por la instrucción de cargos. Sus defensores a sueldo de la fiscalía estarán autorizados, apenas, para pedir clemencia. El gobierno de Cuba jamás admitiría que un país extranjero pagara su defensa, ni que la asumieran con total libertad abogados independientes. Estarán sometidos al arbitrio de sus carceleros en las durísimas condiciones de las prisiones cubanas. Y, por último, cumplirán íntegramente sus penas por delitos que, en cualquier lugar del mundo, son derechos.

 

Una vez más, el gobierno cubano se suscribe a la doble moral: exige libertad para sus espías en el exterior, mientras encarcela opositores pacíficos en casa. Exige garantías procesales en Estados Unidos que niega a sus condenados. Y llama injerencia a prácticas que, de ser ejercidas por funcionarios cubanos en el exterior, suele llamar “amistad con los pueblos”, u otro eufemismo.

 

Confiemos en que la opinión pública sea capaz de la visión estereoscópica: capaz de condenar al mismo tiempo los desmanes de Saddam y la guerra precipitada de Bush; el embargo norteamericano a Cuba, y el bloqueo interior a que están sometidos los cubanos.

 

 

“Se ruega aplaudir en silencio”; en: Cubaencuentro, Madrid, 24 de marzo, 2003. http://arch1.cubaencuentro.com/sociedad/represionencuba/20030324/ 194ef900c4800a45e911627b6ef48eee/1.html.



La carga de los seiscientos

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Como en la conocida película, una carga se avecina. En este caso sobre Guadalajara, México. Está prevista para el 30 de noviembre y concluirá el 8 de diciembre, con motivo de la XVI Feria Internacional del Libro (FIL), donde este año es Cuba el país invitado. Y no se trata de lanceros de Bengala, sino de la más nutrida delegación artística que la Isla haya llevado a evento alguno.

 

Cuarenta y cinco casas editoriales cubanas presentarán, según se anuncia, 2.500 títulos. Presidida por el ministro de cultura, Abel Prieto, y otros funcionarios de la esfera artística, entre ellos, Iroel Sánchez, presidente del Instituto Cubano del Libro, y Francisco López Sacha, por la Unión de Escritores (UNEAC); en la delegación se incluyen escritores como Abilio Estévez, Antón Arrufat, Nancy Morejón, Senel Paz, Lisandro Otero, Miguel Barnet, y Ernesto Santana. Cintio Vitier recibirá allí el Premio "Juan Rulfo", y tanto Eusebio Leal como Roberto Fernández Retamar, serán homenajeados. Entre las actividades programadas se anuncia un taller literario a cargo de Eduardo Heras León y Orlando Luis Pardo.

 

A los escritores, cuya presencia en una Feria del Libro es habitual, se suman en esta ocasión el Ballet Nacional de Cuba, la Orquesta del Cabaret Tropicana, Amaury Pérez, César Portillo de la Luz, Frank Fernández, Gonzalo Romero, Vicente Feliú, Compay Segundo y Omara Portuondo, todos los integrantes de Buena Vista Social Club, Los Van Van, Issac Delgado, Silvio Rodríguez, Leo Brouwer (quien dirigirá a la Filarmónica de Guadalajara), Beatriz Márquez, Síntesis, Los Papines, etc. Además, cuatro exposiciones de arte cubano en el Museo de las Artes de Guadalajara y de Zapopán, así como muestras de “fotografía épica” y contemporánea. De ahí que la delegación ascienda a 620 personas. Menos Pedro Luis Ferrer y Raúl Rivero, parece que acudirá todo el mundo.

 

No es raro que Abel Prieto, al referirse a la delegación, afirmara que ''va a ser tan aplastante que ninguna provocación va a lograr absolutamente nada", en respuesta a los periodistas que se interesaron por la posible presencia en Guadalajara de “activismo anticastrista”. Según el ministro, esa eventualidad sería apenas ''un esfuerzo patético" ''ensombrecido" por la misión oficial cubana.

 

Una novedad en esta delegación, además de su heterogeneidad y número, es la presencia de escritores cubanos de la diáspora: Mayra Montero, periodista y novelista residente en Puerto Rico; Nelson Valdés, profesor de la Universidad de New México, y la narradora Sonia Rivera, residente en NY, quien obtuviera el premio Casa de las Américas en 1997.

 

Abel Prieto ha explicado que no se trata de una política puntual diseñada para la FIL de Guadalajara, sino “una muestra de nuestra política hacia los autores emigrados, seria, bien concebida”. Y se extendió sobre el tema, comentando que desde los 80 se publican en Cuba obras de autores exiliados —casi invariablemente post mortem, le faltó aclarar—; que el éxodo de creadores cubanos se ha detenido hace dos o tres años, y que ''en ningún momento hemos politizado este hecho", ya que la madurez de la política cubana les permite hoy “separar (...) el aporte creativo de un escritor de su posición política”. Si a eso sumamos su afirmación de que ''hoy en Cuba conocemos mejor lo que hacen en términos culturales los emigrados que en cualquier otro país del mundo”, se desprende que las autoridades de la Isla conocen la obra de Guillermo Cabrera Infante (Premio Cervantes), de Jesús Díaz, Zoe Valdés, Rafael Rojas, Eliseo Alberto Diego y un largo etcétera, y que de ahora en adelante serán difundidos, publicados y reconocidos dentro del país, como parte indisoluble de la cultura cubana. Y sospechamos que ese derecho a la diferencia alcanzará a creadores que residen en las catacumbas culturales cubanas, como Raúl Rivero. Sin dudas, una grata noticia.

 

Claro que asumir la producción cultural cubana que se hace fuera de la Isla tiene sus matices. El ministro subrayaba que el balance de la FIL de Guadalajara será “aplastante a favor de la verdadera cultura cubana". De donde se desprende que hay una “falsa” cultura cubana.

 

Ciertamente, desde fines de los 80, y comenzando por toda una generación de artistas plásticos, la Unión de Escritores no ha puesto obstáculos al exilio de un nutrido grupo de creadores cubanos. Aunque no es menos cierto que periódicamente esos creadores están obligados a renovar su “permiso de salida”. Renovación condicionada por su discreción política. Declaraciones heréticas o políticamente incorrectas, provocan su cancelación, y el trasgresor es convertido en exiliado definitivo, que deberá solicitar un visado para visitar por 21 días su país de origen. Si se le concede, ya que se sigue negando a los más desobedientes, incluso en circunstancias tan dramáticas como la muerte de familiares muy cercanos.

 

En otro momento, el ministro de cultura Abel Prieto aseguraba que “el tema migratorio ha sido muy manipulado políticamente, no por nosotros, desde fuera, y se ha asociado con una especie de disidencia política la decisión de vivir fuera de Cuba. Se ha manejado eso en términos de imagen''. Si ello es cierto, si no hay razones políticas, porque la disidencia es apenas un invento de la manipulación externa, confiamos en que en breve se devuelva a dos millones de cubanos el derecho a visitar libremente el país donde nacieron, así como a regresar si les place, derecho que disfruta cualquier emigrante de este planeta. No creo que “desde afuera”, es decir, Estados Unidos, México o España, por citar algunos países donde la emigración cubana es numerosa, se opongan a ello. Sería una prueba irrebatible de que “desde adentro” ha cambiado la óptica hacia la diáspora.

 

Otro de los aspectos sobre los que más hincapié se ha hecho, quizás para distraer las sospechas que suscita la desmesura sin precedentes de la delegación, es que a México ''no vamos a hacer propaganda política, vamos a llevar un fuerte mensaje cultural". (Abel Prieto).

 

Y no son sospechas gratuitas. Bastan algunos datos. Primero: la participación de Cuba en ferias del libro fuera de la Isla siempre ha sido discreta, por no decir mínima. Cabría pensar que la magnitud de la delegación se debe a la generosidad de los anfitriones mexicanos, pero ya la directora ejecutiva de la Feria, María Luisa Armendáriz, se ha encargado de explicar que “financieramente, costear una participación como la cubana es algo impensable, de no existir una voluntad mutua para lograrlo”. Aclarando de paso a los contribuyentes mexicanos que su dinero no se ha empleado en costear la mega expedición cubana. De ello se desprende que Cuba ha hecho un fuerte desembolso, a pesar de que el país se encuentra hoy en bancarrota, sometido a varios meses de sequía petrolera por falta de pagos; en el peor momento en su industria turística y tras echar el cierre a la mitad de su industria azucarera. A eso debemos sumar que las relaciones con México pasan por sus horas más bajas desde hace meses. ¿Por qué entonces este costoso despliegue?

 

Ante todo, jamás ha hecho Cuba un despliegue cultural de esta envergadura (no así deportivo) por razones estrictamente culturales. En segundo lugar, basta leer la prensa para detectar que el diferendo con México se ha convertido en una batalla por serrucharle el piso al Secretario de Exteriores, Jorge Castañeda —algo que viene desde “La utopía desarmada” y “La vida en rojo”, donde el propio Fidel Castro aparece como el artífice calculado del martirologio guevariano—, y que para ello se ha convocado a todos los sectores mexicanos afines al fidelcastrismo. Dado que los políticos cubanos saben que las conferencias de algunos escritores no tienen, ni lejanamente, el poder de convocatoria de un puñado de orquestas y trovadores emblemáticos, han montado una operación de marketing cultural-político, cuyo propósito es renovar y reverdecer el movimiento pro-Cuba (léase anti-Castañeda) en ciertos sectores de la sociedad mexicana, bastante alicaído últimamente.

 

No dudo que para el hombre de la cultura Abel Prieto, este sea un acontecimiento triunfal en el orden puramente cultural; como seguramente lo es para muchos de los artistas y escritores invitados; pero el político Abel Prieto debería saber que la ingenuidad está en vías de extinción.

 

“La carga de los seiscientos”; en: Cubaencuentro, Madrid, 11 de noviembre, 2002. http://arch.cubaencuentro.com/cultura/2002/11/11/10658.html.



Vaticinios

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Cuando se celebró, el 3 de enero de 2000, una conferencia de prensa en la casa de la Cultura de Angola de La Habana, millones de cubanos estuvieron atentos a las predicciones de Ifá, la Letra del Año que regiría el 2002, elaborada por una comisión de 600 babalawos reunidos el 31 de diciembre, bajo la presidencia del sacerdote de Ifá Guillermo Diago.

 

Quizás la eterna juventud y la predicción exacta del futuro sean las dos aspiraciones que no faltan en ninguna cultura humana. Sobre todo la segunda, dado que el destino sigue siendo azaroso, cosa que no lograron derogar ni siquiera los planes quinquenales de Humberto Pérez en la JUCEPLAN, quien tampoco consiguió predecir su futuro de funcionario descatalogado.

 

En tiempos de vaticinios rentados, predicciones a la carta, adivinos telefónicos a euro el minuto, pitonisas cada vez más desmelenadas en la tele, y oráculos que se codean con las estrellas de cine; es de agradecer que los babalawos cubanos dicten gratuitamente una letra para toda la nación, sin que nos exijan a cambio conversión, militancia o Master Card.

 

Mediado el año, podemos tasar en qué medida se han cumplido los pronósticos, y valorar lo que nos queda aún por sufrir hasta diciembre, dado que este 2002, regido por Changó y Yemayá, se nos anunciaba pletórico de calamidades.

 

El anuncio de muertes por epidemias de enfermedades infectocontagiosas, por lo que se recomendaba evitar la acumulación de basuras y escombros, así como cremar o enterrar los desperdicios orgánicos, se cumplió en toda la regla, con recogida masiva de basura y batallones de combatientes contra el pérfido Aedes aegypti.

 

Se vaticinaban golpes de Estado, cosa que puede darse por cumplida con el de Venezuela, por sus resonancias en Cuba, aunque quedan seis meses para engrosar la cuenta. En lo que se refiere a “ruptura de convenios, tratados y acuerdos en gran magnitud”, ha habido cortes de suministro petrolero, y amagos de cancelar el convenio entre Venezuela y Cuba, por los reiterados impagos. Esperemos, por el bien de los nuestros en la Isla, que las rupturas sean en el suministro de armas, y no se rompa, como de costumbre, el convenio por el lado más débil. Si falla la electricidad, y los refrigeradores entran en estado cataléptico, será difícil cumplir con la Letra y tener “Cuidado con las comidas descompuestas”.

 

Se anuncian también sanciones económicas (además de las ya existentes) lo cual no resulta improbable, teniendo en cuenta el malestar de los empresarios del Viejo Continente, recogido en un comunicado de ocho puntos entregado por la Unión Europea a las autoridades de la Isla.

 

Las “pérdidas de vidas en el mar y en el río” casi se cumplen de manera abrupta, ante el rumor de que una nueva corrida del balsero se abriría el 4 de julio. No obstante, los miles de salidas ilegales y la imprecisa estadística de las víctimas de este medio año, pueden haberlo confirmado con creces. Claro que desde hace poco menos de medio siglo, esto se viene cumpliendo. “Evitar que los menores vayan solos a la playa o al río”, era un sano consejo de la Letra. Al que podría añadirse una coda: evitar la balsa rústica, aunque el menor esté acompañado por toda la familia. Recuerde que “la paciencia es tan constante como la existencia del cielo y la tierra”, que la Corriente del Golfo es traicionera, la Coast Guard te devuelve a menos que pises tierra, y el bombo ha agraciado ya a muchos compatriotas. Aunque también se comprende que “El que lleva candela en las manos no se puede esperar”.

 

Se hablaba en la Letra de “penetración del mar y accidentes marítimos”, así como “afectación en la marina mercante”, eventos por los que aún deberemos esperar, con la esperanza de que no ocurran. Penetración EN el mar sí que ha habido.

 

Se hablaba de “proliferación de la guerra”, algo que lamentablemente ocurre año tras año, aunque parece desbocarse tras los acontecimientos del 11 de septiembre. Y también de “malversación del erario público, y robos”, acontecimientos que bien podrían estar sucediendo, pero que la prensa nacional sólo nos revelará dentro de muchos años, como corresponde al periodismo de investigación histórica.

 

Se aconsejaba el 3 de enero “ Abstenerse del consumo desmedido de la carne de cerdo”, algo de lo que ya se ocupa el gobierno, y “Evitar por todos los medios la ira y la violencia”, es decir, firme el socialismo perpetuo, no se señale, no coja lucha, olvídese de los peces de colores y siga en lo suyo, escapando. De todos modos, ya eso venía por decreto. Aunque recuerde que “La oveja que se asocia con un perro, comerá mierda”.

 

Como vemos, entre los vaticinios y la realidad hay, en lo que va de año, notables coincidencias. Como de costumbre, el grado de cumplimiento dependerá también de la buena voluntad que le pongamos.

 

En Occidente, regido por los índices bursátiles, el Nikei y el Down Jones, el Ibex, el Euribor, la tasa de inflación y el 4,5%TAE de interés a medio plazo; no hay oráculos en paro. Se les agolpa la clientela a las puertas. ¿Quién podría reprocharnos a nosotros, ateos de la estadística, la fe en un vaticinio nacional, multitudinario y de uso social?

 

Durante veinte años los analistas de Miami predijeron, cifras irrevocables en mano, la caída de Fidel Castro. Y en La Habana se han cumplido todas las metas, millones de horas-noticiero han dado cuenta de cosechas astronómicas y vacas vanguardias; las cifras del progreso han sido milagrosas, y aún así, el país no ha ido palante, ni para coger impulso en su retroceso.

 

Habida cuenta de lo anterior, más vale escuchar con atención a los babalawos, que a las estadísticas triunfales. Al menos no nos sepultan en cifras desechables, su discurso es breve y misterioso, como la vida misma, y no pretenden que sus palabras sean acatadas como la única verdad irrebatible sobre la faz de la Tierra.

 

“Vaticinios”; en: Cubaencuentro, Madrid, 6 de agosto, 2002. http://arch.cubaencuentro.com/cultura/2002/08/06/9287.html.



Varela al combate

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Eventos tan disímiles como el ciclón Michelle, la antiquísima política norteamericana del embargo a Cuba, los sucesos del 11 de septiembre pasado, el Proyecto Varela, la reforma constitucional y las primeras importaciones de alimentos norteamericanos desde hace más de 40 años son los ingredientes del cóctel político que se vive en la Isla.

 

La oferta de ayuda humanitaria de Estados Unidos a Cuba tras el paso del huracán, dio el pie al señor Fidel Castro para proponer la primera compra de alimentos, pagando US$100 millones en efectivo, a pesar de la bancarrota que asola el país, como consecuencia de una nefasta política económica, agravada por el descenso del turismo y su rentabilidad, y por la merma en las remesas de los exiliados.

 

La entrega de 11.000 firmas pidiendo reformas constitucionales a través del Proyecto Varela tuvo como respuesta gubernamental una reforma en sentido contrario: un simulacro de referendo para dictaminar el socialismo perpetuo. Dejando clara la más rotunda negativa al diálogo, una escalada en los ataques contra la disidencia moderada, y el alejamiento de cualquier solución pactada de los problemas que dividen a la nación cubana desde hace casi medio siglo.

 

Esto coincide con el cese, durante varios meses, del suministro de petróleo venezolano —que se reanudará el 1 de agosto, tras refinanciar la deuda—, dada la insolvencia cubana. De modo que quizás por primera vez desde 1959 una apertura en el embargo es no sólo deseable para las autoridades cubanas, sino vital. Justo a tiempo, porque la reciente compra de alimentos ha servido de argumento a la Cámara de Representantes, que por 262 votos contra 178 acaba de aprobar la enmienda promovida por el legislador republicano por Arizona, Jeff Flake, que autoriza los viajes de estadounidenses a Cuba, y retira los fondos a la oficina que se encarga de perseguir a los viajeros clandestinos. Y por 251 votos contra 177 se aprobó otra enmienda vetando gastos presupuestarios destinados a imponer restricciones a las remesas enviadas a la Isla, liberalizándolas.

 

¿Cuáles han sido las reacciones ante estos hechos?

 

Ante la votación efectuada en la Cámara, el secretario de Estado, Colin Powelly el secretario del Tesoro, Paul H. O'Neill, en carta al presidente del comité de presupuesto de la Cámara de Representantes, Bill Young, piden vetar cualquier apertura. Ambos recuerdan que Cuba “sigue dando refugio a fugitivos de la justicia estadounidense”, y viola los derechos humanos. Niegan que expandir el comercio pueda traer cambios a Cuba, sino “pérdidas incalculables” para los acreedores; apostillando que debe evitarse que “Castro termine usando cualquier liberalización nuestra en el comercio para su beneficio político”.

 

El legislador republicano Lincoln Díaz-Balar asegura que el presidente Bush “no va a permitir un debilitamiento de las sanciones contra la tiranía cubana y va a insistir en la liberación de todos los presos políticos y la realización de elecciones”. Y añadió: “¿Por qué el tema no es que Cuba deba ser libre en este continente cuando los demás países lo son? Aquí vienen colegas a pedir solidaridad para otros países, pero a Cuba la tratan distinto”. Es más, “sabemos perfectamente que Cuba es un peligro para nosotros con su bioterrorismo. Este país lo sabe, y ¿saben qué nos dicen nuestros funcionarios? Que ni siquiera la comunidad de inteligencia les deja contarnos todo lo que saben”, dijo el legislador

 

La congresista Ileana Ros-Lehtinen fue contundente: “No podemos, al mismo tiempo, proteger a nuestros niños y facilitarles la vida a los terroristas. Vamos a hacer todo lo que podamos y a usar todos los medios para enfrentar todas las amenazas que vienen de un enemigo apenas a 90 millas de nuestras costas”. “Me parece que el Congreso ha hecho esto en un momento en que todo el mundo está dándose cuenta de la verdadera naturaleza del régimen de Fidel Castro. Pero tenemos fe en que el presidente Bush lo vete y, después, el liderazgo de la Cámara lo quite de la resolución”, dijo.

 

La maniobra para declarar el socialismo perpetuo y el simulacro de referendo, han sido recibidos con sorna o indignación por toda la prensa del mundo, incluso la prensa liberal norteamericana, crítica del embargo. La excepción es la Isla, donde ha sido proclamado como un triunfo. Prominentes figuras de la disidencia interna han lamentado este portazo en las narices al diálogo. En Miami, el columnista Adolfo Rivero Caro concluye de este caso que la farsa electoral fue montada porque “Castro sabe que pierde cualquier votación secreta”. Que el suceso “ha quitado a los liberales americanos el argumento de que el levantamiento del embargo produciría una relajación de la dictadura”. Atribuye a La Habana el centro organizador de una red subversiva que incluye el Foro Social y la guerrilla colombiana. E invocando la voluntad de Bush de descabezar a Irak, apuesta a que “la solución del problema subversivo de América Latina pase por la eliminación de Cuba como su centro neurálgico”.

 

Resumiendo, los argumentos contra cualquier apertura comercial con Cuba invocan las violaciones de los derechos humanos, la existencia de presos políticos, la ausencia de democracia, la presunta tenencia de armas biológicas, y la posibilidad de que emplee cualquier relajación del embargo para fines políticos.

 

Ciertamente, una apertura comercial no debe producir, automáticamente, democratización o libertades en el país. Como tampoco las ha provocado en China, que disfruta de un fluido y cuantioso intercambio comercial con Estados Unidos. Por otra parte, cuatro décadas son suficientes para demostrar que el embargo, en ese sentido, tampoco ha conseguido absolutamente nada.

 

El potencial bioterrorista de Cuba ha sido más invocado que demostrado; no así el de países como China, Rusia o Estados Unidos. Sin recursos ni influencia, el presunto liderazgo de Cuba es hoy historia antigua. Las cartas de Tirofijo, develadas en la prensa, demuestran su rechazo al “pacifismo” reciente de su homólogo cubano. Y los organizadores del foro antiglobalización celebrado en Porto Alegre se negaron públicamente a invitar a Fidel Castro; por mucho que la prensa insular los aúpe. Cuando participa en las reuniones de mandatarios iberoamericanos, la presencia del líder cubano es asunto de interés paleontológico. Y toda su influencia subversiva ha quedado reducida a discursos estadísticos sobre la pobreza en el mundo, sin ofrecer a cambio soluciones viables. Las reiteradas condenas a Cuba en la Comisión de Derechos Humanos demuestran que ya el gobierno de la Isla no cuenta con los apoyos de otros tiempos

 

¿Emplearía el señor FC una apertura económica con fines políticos? La llegada de turistas norteamericanos permitiría mayores gastos en la “batalla de ideas” pero, sobre todo, reduciría el descontento al aliviar la precaria cotidianía del cubano. ¿Una solución mágica para los problemas de la Isla? No. Sabemos que su nefasta política económica y su insistencia en reprimir la iniciativa y creatividad de los cubanos, son las causas del desastre, que una apertura apenas paliaría. Claro que, desde ese momento, La Habana perdería al embargo como culpable de todos los males, y sólo les quedarían los rusos, el clima, y la “coyuntura internacional” tantas veces invocadas.

 

De modo que a corto plazo, el mantenimiento del embargo sirve de excusa política y acentúa la miseria de los cubanos, sin inducir cambios ni atenuar el discurso apocalíptico de FC contra el imperialismo, dado que no tiene nada que perder, y sí gana, con este fácil expediente, una solidaridad internacional que otros países, más pobres que Cuba, no disfrutan. No es raro entonces que durante cuatro décadas haya bombardeado cualquier distensión entre Cuba y Estados Unidos, sobre todo mientras contaba con la subvención soviética. Su relajación, en cambio, haría menos precaria la supervivencia de nuestros compatriotas, permitiría al cubano de a pie un intercambio personal con ciudadanos norteamericanos (yanquis, come home), modificando la perspectiva maniquea que le machaca a diario la propaganda y al eliminar la excusa por excelencia, permitiría al mundo preguntarse: ¿Y ahora por qué no despega alegremente la economía cubana?

 

A mediano plazo habría, posiblemente, otras consecuencias. Una vez que la industria turística cubana se “ajuste” al flujo de clientes norteamericanos, y acceso de sus exportaciones a ese mercado, posiblemente se dulcificaría el discurso antiimperialista para no arriesgar una recaída, y el descontento consecuente. Se multiplicaría el intercambio cultural e informativo con el vecino del Norte, derogando paulatinamente los miedos inducidos durante tantos años, algo esencial de cara a una futura transición, inevitable aunque se decrete lo contrario.

 

En contraste, cualquier intento de derogar por la fuerza desde el exterior la dictadura cubana, invocando “la eliminación de Cuba como centro neurálgico” de la subversión, o su presunta peligrosidad, sería un gravísimo error. Tras casi medio siglo queda claro que para FC el pueblo cubano es apenas el quórum necesario para el ejercicio del poder y su propio papel en la historia. De modo que en el ocaso de su vida, inmolaría sin dudarlo cientos de miles de vidas para cerrar con acordes wagnerianos su actuación en el teatro de la política.

 

Todos los que soñamos con una Cuba democrática y plural, dueña de sus potencialidades, deberemos recordar siempre a Tucídides, porque la ciudad no son sus murallas sino sus habitantes. Y nuestros compatriotas de la Isla desconfiarían con razón de quienes claman por su libertad apostando por su miseria.

 

 

“Tal vez, sin embargo”; en:Cubaencuentro, Madrid, 31 de julio, 2002. http://arch.cubaencuentro.com/economia/2002/07/31/9197.html.



La manzana de la concordia

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El presidente de la empresa cubana Alimport, Pedro Álvarez, arribó al puerto el pasado 11 de julio para asistir a un evento singular: la llegada a La Habana del primer contenedor de manzanas norteamericanas que arriba a la Isla desde hace más de 40 años. 17,7 toneladas de fruta valoradas en 20.000 dólares, que Jorge Sánchez, encargado de ventas de la compañía Northern Fruti, mostró a la prensa, declarando que "Este es el primer envío del Estado de Washington desde 1961. La compra es de aproximadamente 15 contenedores".

 

Mientras Álvarez anunció la compra de peras del Estado de Washington, chícharos y otros productos, así como 1.000 toneladas de manzanas que se venderán tanto en las tiendas en dólares como en el mercado que opera en moneda nacional.

 

Tras el paso por Cuba del huracán Michelle, en noviembre de 2001, el gobierno norteamericano ofreció alimentos y medicinas en concepto de ayuda humanitaria. Las autoridades cubanas no aceptaron la oferta y en cambio, solicitaron que con carácter excepcional se concediera autorización para sortear los escollos del embargo y adquirir 100 millones de dólares de alimentos, pagaderos al contado.

 

Algo sorprendente, si recordamos que Cuba debe a los países occidentales del llamado Club de París unos $11.200 millones de dólares, impagados desde 1986; a Rusia, $24.500 millones (deuda heredada de la antigua Unión Soviética y que la Isla se niega a reconocer);$2.200 millones debe a los países de Europa del Este, principalmente Alemania y la República Checa; así como otros $3.000 millones de deuda comercial y bancaria a proveedores particulares, para financiar el déficit anual de su cuenta corriente. En suma, unos 40.000 millones de dólares, que convierten al ciudadano cubano en uno de los más endeudados del mundo.

 

Recordamos la indignación de las autoridades cubanas cuando Uruguay no aceptó una partida de vacunas procedentes de la Isla con carácter de donación, e insistió en que su valor se descontara de una vieja deuda que Cuba mantiene con el país sudamericano. El propio señor Fidel Castro reconoció que era una deuda pequeña, fácilmente liquidable en cualquier momento (pero lo cierto es que no la liquidan). Incluso sus impagos a Venezuela ocasionaron recientemente la suspensión de los envíos de crudo. A pesar de ello, el gobierno cubano sí ha dispuesto de 100 millones para adquirir alimentos en Estados Unidos, a pesar de que los mismos productos, en otros mercados del área, costarían entre un 20 y un 30% menos. Cien millones ya liquidados a las exportadoras y navieras norteamericanas, según informó Pedro Álvarez al recibir el cargamento de manzanas.

 

Claro que desde otro punto de vista no es ninguna sorpresa la insistencia en no aceptar ayuda humanitaria del archienemigo. En primer lugar, sería contraer una deuda de gratitud, políticamente impagable. En segundo lugar, una donación no tiene valor perspectivo, mientras una operación comercial sí lo tiene, en la medida que sienta un precedente fácil de invocar por los estamentos políticos y empresariales que, con fuerza creciente, solicitan al Congreso la derogación del embargo o, al menos, su ablandamiento.

 

Estados Unidos está en todo su derecho de decidir con quién comercia; aunque decretar inaceptable a un país atente contra el principio de libertad y apertura de mercados que ellos mismos preconizan. Ahora bien, si el propósito del embargo ha sido promover la democratización en Cuba, cuatro decenios bastarían para demostrar su probada ineficacia. Y si se trata de presionar mediante la exclusión económica para que sean respetados en la Isla los derechos humanos; cualquier observador citaría de inmediato no sólo las excelentes relaciones comerciales con el Chile de Pinochet o la Sudáfrica del apartheid en el pasado, sino los abultados intercambios con China hoy. Y ahí opera un trasvase entre elementos cuantitativos y cualitativos: la magnitud del mercado chino dulcifica notablemente sus violaciones de los derechos fundamentales; mientras la pequeñez del cubano los magnifica.

 

De modo que bastarían la inconsistencia teórica y la ineficiencia práctica como argumentos contra el embargo. Claro que el Congreso no es una congregación académica, y la teoría puede tener un peso menor a la hora de promover un cambio de política hacia Cuba. Existe, en cambio, un argumento que resultaría mucho más convincente; demostrar que la Isla puede ser un buen socio comercial, y particularmente, un buen comprador de productos norteamericanos, que gozarían de escasa competencia en el país y concesiones arancelarias que ni los europeos ni los asiáticos admitirían.

 

Por eso no es raro que el presidente de Alimport, Pedro Álvarez afirmara: "Creo que esto es un paso importante. Realmente los productores, los agricultores de Estados Unidos, como los compradores cubanos, hemos estado alejados y hay muchos productos que realmente hace tiempo no hemos comprado en ese mercado. Creo que es necesario conocernos, es necesario visitarnos, es necesario estudiar el mercado por ambas partes”.

 

Y esa es la razón por la que se ha organizado la primera feria de compañías norteamericanas exportadoras de alimentos, unas 200, a efectuarse en Cuba del 26 al 30 de septiembre, con la anuencia de ambos países. PWN Exhibicon International LLC, de Westport (Connecticut), ya recibió licencia del Departamento del Tesoro para organizarla. Y Álvarez confía en que “sea un evento donde, además de poder mostrar sus productos a nuestros consumidores, a los compradores, podrán vender oficialmente muchos de ellos. Creo que va ser una ocasión donde podremos firmar importantes contratos”.

 

Por su parte, Rebecca Baerveldt, de la Comisión de Manzana de Washington, asegura que "Cuba representa un mercado nuevo que tiene mucho potencial y estamos paso a paso, creemos que es a largo plazo”.

 

¿Está en lo cierto Rebecca Baerveldto sólo nos convierte en perspectiva viable sus aspiraciones teóricas? Por lo pronto, ante cualquier reticencia que se base en la probada insolvencia cubana, las compañías alimentarias tienen un argumento irrebatible: 100 millones de compra pagados al contado.

 

Claro que la pregunta sería: ¿Puede mantener la Isla un ritmo importante de adquisiciones en ese mercado sin acceder a él como vendedor? Difícilmente. En realidad, dado el colapso de la economía insular y el deterioro de la actividad turística a partir del 11 de septiembre, es poco probable que Cubase convierta en un comprador químicamente puro, máxime cuando no dispone de facilidades crediticias. Entonces, ¿qué sentido tiene adquirir caro y al contado productos norteamericanos? Muy sencillo: las autoridades de la Isla confían en que una cosa traiga la otra. Si se ablanda el embargo para comprar, ¿por qué no para que la Isla venda tabaco, níquel y ron, por ejemplo, en Estados Unidos? Y llegados a este punto, ¿qué sentido tendría la prohibición al ciudadano norteamericano de viajar como turista a Cuba?

 

Y ese es, precisamente, el fin último de una operación que presuntamente concluiría con el mantenimiento teórico del embargo (necesario como excusa política de la ineficiencia crónica, y de cara a convocar la solidaridad internacional),y la derogación práctica de las restricciones que hoy bloquean la que podría ser la mayor industria cubana: la importación de turistas norteamericanos, más ventajosa por razones geográficas, y que en un primer momento gozaría de dos ventajas: la novedad y el gusto por lo hasta ayer prohibido. Una vez conseguida esa apertura, sería razonable que Cuba pasara a adquirir en Estados Unidos sólo lo que no pueda comprar a más bajo precio en otros mercados, y que seguramente no serán manzanas, ni siquiera manzanas de la concordia.

 

“La manzana de la concordia”; en: Cubaencuentro, Madrid, 19 de julio, 2002. http://arch.cubaencuentro.com/internacional/2002/07/19/9020.html.