Actualizado: 18/04/2024 23:36
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Leyendo la prensa

El origen de la tragedia

Sucesión, transición, constitucionalidad. Las aristas del debate mediático sobre la enfermedad de Castro.

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Así pretende exhumar el cadáver de la Conferencia Tricontinental (1966) y proseguir la revolución mundial por otros medios. Al interponerse su nuevo "accidente de salud", Castro decidió sacarle ventajas tácticas, tal y como hizo cuando se enteró de que permanecía en Cuba el padre de un balserito rescatado en Miami tras haber fallecido la madre en el intento de cruzar el Estrecho de la Florida.

Tal y como hizo después de caer estrepitosamente en Santa Clara (octubre 20, 2004), Castro dio su propio parte médico y tomó "varias semanas de reposo" con la intención de estar en forma para la cumbre de los NOAL. De paso, aprovechó la oportunidad para ensayar "el hecho sucesorio". Todavía Benemelis duda si todo esto se trata de "un ensayo maquiavélico aprobado por Fidel [o] una estrategia de Raúl para ganar tiempo".

Según Adolfo Rivero-Caro ("Crónica de una sucesión anunciada", El Nuevo Herald, agosto 4, 2006), lo importante es "que el fundador de la revolución ya no está en el poder, ni lo va a estar durante varios meses. Independientemente de la voluntad de nadie, estamos en medio de una sucesión".

Este argumento huele a la definición leninista de materia y pretende pasar con marca registrada de objetividad, pero dista mucho de serla. Castro sigue en el poder, por detrás y por encima de las bambalinas jurídicas. Lo que nadie puede saber es cuándo dará la orden de ¡posición anterior! en esa revolución que fundó como se manda un campamento.

Lo único realmente claro

Sólo está claro que por algo serio decidió diferir la celebración de su cumpleaños del 13 de agosto al 2 de diciembre y dejar en suspenso su participación en la Cumbre de los NOAL. Es plausible que a la postre reaparezca en ella y, entre otras cosas de mayor importancia, dé otra prueba de pronta recuperación, se ría de las expresiones jubilosas en Miami y ridiculice no tanto los dictámenes médicos a distancia como las coberturas de prensa y las opiniones de los expertos.

Uno de los pocos que podría salvarse de las burlas castristas sería el catedrático Jean Monnet y el director del Centro de la Unión Europea (Universidad de Miami), Joaquín Roy, por haber instado a que Bush aprovechara "una extensión más allá de lo urgentemente razonable de la suplencia de Castro, para retar a Raúl con una oferta espectacular: el levantamiento incondicionado del embargo".

Semejante instancia es otro avatar de Una broma colosal, que Castro viene jugando en el sentido de abrogar la Ley de Ajuste Cubano (1966). Roy acaba de hacer el mismo chiste con la Ley para la Libertad y la Solidaridad Democrática Cubanas (1996).

El presidente norteamericano no puede montar el espectáculo solicitado por Roy en medio de la embriaguez dionisiaca, porque el embargo quedó establecido de manera apolínea como ley y sólo puede levantarse por el Congreso de Estados Unidos, bajo la condición ineludible de que se haya instaurado en Cuba un gobierno democrático.

Dice Nietzsche que la tragedia griega antigua consiguió representar de modo armónico lo apolíneo y lo dionisiaco. Acaso la tragedia cubana actual resida en lo contrario.


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