Actualizado: 22/04/2024 20:20
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Leyendo la prensa

El origen de la tragedia

Sucesión, transición, constitucionalidad. Las aristas del debate mediático sobre la enfermedad de Castro.

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Ferreira cita a Brian Latell, ex director para Latinoamérica de la Agencia Central de Inteligencia (CIA): "Hay un acápite en la Constitución cubana que dice que cuando el primer secretario del Partido queda incapacitado para gobernar debe delegar el poder en el segundo secretario". Esta cita prende el espíritu dionisiaco, porque la Constitución (Gaceta Oficial Extraordinaria 3, enero 31 de 2006) no regula los cambios en el Partido único (que tiene sus propias reglas y estatutos), sino en el Estado totalitario.

La Constitución establece: "En caso de ausencia, enfermedad o muerte del Presidente del Consejo de Estado lo sustituye en sus funciones el Primer Vicepresidente" (Artículo 94). Esta regla entra en acción automáticamente con otra que instituye al jefe de Estado también como jefe de gobierno (Artículo 93).

Así quedan atrapadas en la embriaguez acotaciones al estilo de Andrés Reynaldo sobre la "dudosa constitucionalidad" de la Proclama ("Muerte de tirano", El Nuevo Herald, agosto 2), o de Juan Benemelis sobre un "cambio de mando temporal" donde la Asamblea Nacional y el Buró Político "brillan por su ausencia" (¿En vísperas del entierro oficial?).

Tania Quintero precisó ya que Raúl ha sustituido a su hermano cada vez que Fidel ha salido al exterior (Actor y tramoyista). Desde luego que aquellas sustituciones pasaron inadvertidas, mientras esta última tiene más salsita mediática, porque la enfermedad está más cerca de la muerte.

Desplazar el foco de atención

Así y todo, los expertos siguen desplazando el foco de atención. Carmelo Mesa-Lago (Universidad de Pittsburg) afirma que "la interrogante mayor es por qué Raúl no se ha dirigido al pueblo para calmarlo y asegurar que está en control". Aparte de que Raúl no tiene necesidad de calmar al pueblo, ni de asegurar que está al frente del país después de haberlo proclamado Fidel, Mesa-Lago se olvida de que volverse oportunamente invisible es condición primordial para sobrevivir en el ambiente político castrista.

También se dio mucho pábulo a que Castro podría estar muerto o absolutamente incapacitado. Ferrera aludió a "una carta que le fue atribuida" y usó comillas al informar que el presentador de la Mesa Redonda (televisión cubana) "había podido 'conversar' con el gobernante". Otro epicentro dionisiaco fue la "ausencia de Alarcón entre los escogidos".

Benemelis señaló la "notable ausencia [de esta] figura de la constitucionalidad", como si la presidencia de la Asamblea Nacional y el ejercicio de la diplomacia ante Estados Unidos no bastaran para Ricardo Alarcón, y no encontró explicación para "la ausencia de Almeida", que siempre ha estado ausente.

Armengol se desentendió de las nociones elementales sobre el Estado totalitario para soñar que con los sustitutos de Castro en los programas de salud, educación y revolución energética quedaba trazado "un primer esquema de la separación de las esferas de influencia entre Raúl y funcionarios de capacidad operativa".