Actualizado: 17/05/2024 12:58
cubaencuentro.com cuba encuentro
| Opinión

Editorial

Financiación, totalitarismo y democracia

El gobierno cubano y sus ataques a Encuentro.

Enviar Imprimir

Por otra parte, esto revela la necesidad que tiene el gobierno cubano de negar a sus críticos la autonomía de pensamiento, como si todo lo que piensa o escribe un intelectual independiente tuviera que estar dictado por su servidumbre a algún amo (la CIA, el Pentágono, la Casa Blanca o el "imperialismo yanqui"). Esta incapacidad para reconocer la libertad intelectual se extiende a toda persona que disienta, siquiera sea discretamente, de cualquier acción del gobierno cubano, lo que se ha puesto en evidencia con motivo de las recientes declaraciones contra la represión en Cuba de prestigiosos intelectuales y políticos del mundo democrático. La respuesta de La Habana: o están confundidos y desinformados; o forman parte de una nueva conspiración europea; o han sido presas de un ataque de ira que les obnubiló su capacidad de razonar. Esto vuelve a confirmarnos que el gobierno de Fidel Castro permanece atado a la mentalidad maniquea y paranoide de la Guerra Fría.

Uno de los hechos más significativos del contencioso con Encuentro es que el gobierno cubano y sus intelectuales orgánicos no se han atrevido jamás a entablar un debate intelectual con nuestras publicaciones. En ningún caso han asumido una discusión seria acerca de los temas y puntos de vista expresados en Encuentro, pese a que nuestras páginas siempre han estado y están explícitamente abiertas a sus colaboraciones. Su modus operandi se reduce a la sistemática difamación de directivos y redactores, el hostigamiento de los colaboradores que residen en la Isla —cuyo clímax es el encarcelamiento de nueve de ellos en abril de 2003—, e incluso a algunos de la diáspora, amenazados con la suspensión de tareas conjuntas, o la negación de visados para visitar a sus familiares y amigos.

¿Por qué este recurrente y patético intento de descalificar a Encuentro aludiendo a una falsa financiación turbia, para lo cual no han dudado en apelar a la difamación y al engaño más burdo? Hay tres razones: la soberbia, el miedo y la impotencia.

El gobierno de la Isla, desde una soberbia sin límites, se considera dueño y señor de las vidas y haciendas de todos los cubanos, y no admite la existencia de una publicación independiente y plural, que ha abierto sus puertas a todos, acogiendo colaboraciones de cientos de los más prestigiosos intelectuales tanto de la Isla como del exilio. En su arrogancia, se considera ahora también administrador de la obra que hacemos fuera de sus linderos territoriales. Tras esa soberbia se esconde el miedo ante el libre debate de las ideas, ante un espacio donde se puede hablar sin eufemismos ni discursos trucados, y donde nadie está obligado a refugiarse en el suelo sagrado de un silencio. Y la impotencia, porque al ser incapaces de rebatir la calidad indiscutida de Encuentro, se ven confinados al insulto y el engaño.

Y una razón que es síntesis de las anteriores: la ecología. El hábitat donde medra a sus anchas el totalitarismo es la beligerancia, la intolerancia, el miedo y la amenaza. Sobre la beligerancia permanente con Estados Unidos —cuyo mantenimiento se han esmerado en proteger de distensiones y aperturas— ha prosperado el estado de excepción en que viven los cubanos desde hace casi medio siglo. Su "guerra permanente" sirve de coartada para trocar un país en cuartel, exigir obediencia y fidelidad ciega, y declarar desertor al que no acepta vivir bajo esos parámetros. De modo que todo Encuentro es punible, todo diálogo que no se atenga al guión oficial es "obra del enemigo", y todo puente hacia la reconciliación debe ser dinamitado, a riesgo de que se desmorone la retórica de plaza sitiada y el poder omnímodo del régimen.

Cabría preguntarse de nuevo, como dijimos en el Editorial de la Asociación publicado en Encuentro en la Red el 21 de marzo, "Por qué una revista editada en España por un grupo de escritores y artistas despojados de todos sus derechos dentro de Cuba, obligados a vivir fuera de la sociedad que les pertenece y dentro de la cual deberían poder expresarse con libertad y proponer legítimamente opciones de gobierno, por qué una revista que no esgrime otra arma que las ideas, preocupa tanto a un régimen que domina la totalidad del territorio cubano, la vida de sus once millones de habitantes, la autorización o veto a que entren o salgan de la Isla, absolutamente toda la prensa escrita, radial y televisada del país, los libros que se publican, las películas que se exhiben y la música que se escucha, en fin, el control total de la nación?

¿Será que no pueden controlar ese otro territorio inaprensible: la mente de sus ciudadanos?"


Primer número de EncuentroGalería

Primer número de Encuentro; verano de 1996. Una cultura diversa, contemporánea e internacional como una de las primeras esperanzas de la nación.