Actualizado: 17/05/2024 12:58
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| Opinión

Editorial

Financiación, totalitarismo y democracia

El gobierno cubano y sus ataques a Encuentro.

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Esta relación bastaría por si sola para demostrar que ninguna publicación cubana del último medio siglo ha sido tan abierta y plural, tan ajena a condicionamientos ideológicos, geográficos, académicos o generacionales, como Encuentro de la cultura cubana. Pero hay más, porque a esta lista se suma una larga relación de intelectuales no cubanos: Elizabeth Burgos, José Manuel Caballero Bonald, Jorge Castañeda, Régis Debray, René Depestre, Antonio Elorza, Jean François Fogel, Jorge Goldenberg, José María Guelbenzu, Gustavo Guerrero, Luis Goytisolo, Emilio Lamo de Espinosa, Soledad Loaeza, François Masperó, Adam Michnik, Carlos Monsiváis, Álvaro Mutis, Julio Ortega, Paulo Antonio Paranaguá, Charles Powell, Sergio Ramírez, Alberto Recarte, Pierre Schöri, Amartya Sen, Javier Solana, Carlos Solchaga, Ignacio Sotelo y John Updike son algunos de los ejemplos, entre otros muchos, que podríamos citar.

Todos ellos, cubanos y no cubanos residentes en cualquier geografía, son los artífices del proyecto Encuentro. Sin ellos, la idea no habría pasado de ser una ilusión compartida. Algo que conoce perfectamente el gobierno cubano, y es la razón de que haya ejercido enormes presiones sobre los intelectuales de la Isla, y sobre muchos del exilio, para que se abstengan de publicar en nuestras páginas. Presiones que en este momento han llegado a su clímax, cuando nueve de nuestros colaboradores, entre ellos el poeta Raúl Rivero, han sido condenados a penas que llegan a 25 años de privación de libertad. Escribir para Encuentro es uno de los "delitos" que se les imputan. La táctica de coaccionar a los autores de intramuros, no es sólo un ejercicio de autoritarismo. Su lógica es más perversa: una vez cortado el tráfico intelectual con la Isla, se puede acusar a Encuentro de ser una revista "del" y "para" el exilio. La razón por la que eso no ha ocurrido fue expresada por un intelectual cubano cuyo nombre no mencionaremos por prudencia. Dijo: "como antes había que publicar en Orígenes, ahora hay que publicar en Encuentro. Es la revista."

Las razones del pánico o ¿por qué Encuentro?

Raúl RiveroFoto

Poeta Raúl Rivero, 20 años de prisión: 'Escribo en la tierra en que nací, en la que nacieron mis abuelos'.

Es evidente que, desde su fundación hasta la fecha, Encuentro ha suscitado la más amplia y plural adhesión de las instituciones del mundo democrático, cuyo patrocinio no significa, dentro de esta cultura, la menor intromisión en la línea editorial de la publicación, cosa que jamás habríamos tolerado. Tal vez esto sea difícil de comprender desde una óptica totalitaria.

En sus ataques el gobierno cubano ha afirmado que Encuentro "con sus aparentes fines culturales, esconde propósitos políticos". Nada más falso. Desde el primer número hicimos explícito que "La revista Encuentro tendrá como objetivo primordial el constituirse en un espacio abierto al examen de la realidad nacional (…) prefigurando así la sociedad plural que deseamos para nuestro país" ( Encuentro, Nº 1, p. 3). No escondemos propósitos políticos. Hacemos explícito nuestro proyecto político: una Cuba plural y democrática, abierta al diálogo; en las antípodas de la Cuba totalitaria.

Durante los primeros treinta años de su gobierno, Fidel Castro exigió como paradigma el "intelectual comprometido" (con su régimen, desde luego). Tras la catástrofe y el descrédito, ante la profunda desilusión de la ciudadanía, y en especial de los intelectuales, se les invita a recluirse en sus tareas profesionales, lo más asépticas posibles. Si no aplauden, al menos no hagan ruido. Por eso le resulta intolerable que Encuentro esgrima, desde la independencia, un concepto ancho de la cultura, de la ecología a la poética, de la música y la arquitectura, a la transición posible y el poder de los militares en Cuba. No se tolera al intelectual comprometido si no se puede manipular ese compromiso.

El ejercicio de difamación emprendido por el gobierno cubano contra Encuentro parte de una norma simplista que ha reiterado desde inicios de los 60: quien no está conmigo, está contra mí. Y como sólo se acepta de los ciudadanos una norma de comportamiento, la obediencia, quien esté contra mí, tiene que estar al servicio de mi enemigo. De modo que si Encuentro recibe financiación por parte de fundaciones norteamericanas, se desprende que son éstas las que imponen su línea editorial y su agenda. Un razonamiento peligroso para el propio gobierno cubano, subvencionado durante tres décadas por la Unión Soviética.


Primer número de EncuentroGalería

Primer número de Encuentro; verano de 1996. Una cultura diversa, contemporánea e internacional como una de las primeras esperanzas de la nación.