Actualizado: 28/03/2024 20:04
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Good night, McCastro

Libertad de expresión: ¿Criticar es falta de patriotismo, o depende?

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A juzgar por la defensa que hace el diario oficialista Granma de la postura del actor y director norteamericano George Clooney en su más reciente filme, Buenas noches, y buena suerte, todos los periodistas detenidos en Cuba en marzo de 2003 están libres de pecado, como ya se suponía.

Dos artículos del crítico de cine Rolando Pérez Betancourt ratifican la doble medida con que La Habana juzga las actuaciones de cubanos y extranjeros, según para qué sirvan sus respectivas experiencias. Ahora resulta que el reconocido periodista norteamericano Edward Murrow, famoso por su enfrentamiento con el senador Joseph McCarthy, o el temerario Clooney, que se "atreve" a criticar a Bush, sí tienen los valores que se le niegan a Raúl Rivero u Oscar Espinosa Chepe, por sólo mencionar dos casos.

Pérez afirma que Clooney, "conocido por su enfrentamiento a la política de Bush… fustiga ahora no al presidente de su país (un caso perdido), sino a aquellos que debieron enfrentarlo sin miedo". Según el crítico de cine de Granma, el director norteamericano escribió recientemente que "expresar las críticas no es ninguna falta de patriotismo". Pérez Betancourt le alaba por esto.

También elogia otro comentario de Clooney en el que relaciona su película "con el presente": "Cuando escuchamos a Edward Murrow decir 'no debemos confundir la crítica con la deslealtad'… es como si él estuviera comentando las noticias de hoy mismo".

Pero, ¿puede el diario oficial de un país en el que no se permite el más ligero matiz de pensamiento independiente defender la libertad de otros para criticar a Bush? ¿O fustiga Betancourt, al mismo tiempo y sin decirlo, al régimen de La Habana?

Presos por trabajar y cobrar

Todo puede suceder en Cuba. La Ley 88 impone que los ciudadanos serán encarcelados con penas de hasta 28 años por colaborar con medios de comunicación extranjeros, sobre todo si cometen el pecado de recibir remuneración por hacerlo.

Un código así sería absurdo en un sitio donde los medios fuesen privados y la prensa disfrutara de las pertinentes libertades. Es doblemente absurdo en un país como Cuba, cuya Constitución prohíbe la propiedad privada y supedita la libertad a los "fines de la sociedad socialista", y donde los periodistas independientes sólo cuentan con los medios del exterior para expresarse libremente y percibir salarios por la labor realizada.

A pesar del patetismo de McCarthy y su Comité de Actividades Antiamericanas —un punto negro en la historia del país de las libertades—, nunca tuvo Estados Unidos una ley tan descaradamente totalitaria como la que hoy aplica el gobierno cubano y que ha llevado a la cárcel a 26 periodistas.

Una de las lecciones de la película de Clooney es que a pesar de las arbitrariedades de McCarthy, el Estado de derecho, en muchos casos, permitió garantías judiciales y, al final, la sociedad y sus mecanismos no permitieron las imposiciones del senador. Joseph McCarthy fue defenestrado por el propio Senado norteamericano, cuatro años más tarde de iniciada la "cacería de brujas".


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