Actualizado: 25/04/2024 19:17
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Lupino, Cine, Hollywood

Una mujer de extraordinarios talentos (II)

Como directora, Ida Lupino consiguió cambiar muchas reglas del juego y preparó el camino a varias directoras que, años después, siguieron sus pasos

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En su corta pero fecunda trayectoria, The Filmmakers produjo un grupo de películas en las cuales se abordaban temas que entonces eran tabú o que no había interés en que se sacaran a la luz: el embarazo fuera del matrimonio, la violación, los vínculos maternales abusivos, la discapacidad, la masculinidad en crisis. En sus filmes, Lupino supo hablar frontalmente sobre ellos. Como guionista, contaba historias que nadie se atrevía a tratar y lo hizo desde una perspectiva diferente a la masculina. Como realizadora, daba a esos asuntos un tratamiento que evitaba caer en el sensacionalismo.

En Not wanted, Sally, la protagonista, tiene relaciones con un pianista y tras dejarla embarazada, la abandona. La joven se enfrenta a su situación de madre soltera con dificultad, pero también con esperanza e ilusión. Rompe con su familia, se va de la casa y después de parir da el recién nacido en adopción. Un tema tan arriesgado, Lupino lo aborda con realismo y sin dejarse tentar por el melodrama fácil. La película cuenta, entre otros aciertos, con un original y audaz trabajo de la cámara. En ese sentido, es de rigor mencionar la lograda secuencia del nacimiento del bebé.

Ultraje se centra en la violación que sufre una joven cuando que ha salido de su trabajo y se dirige a su hogar. El film presenta el trauma que eso le ocasiona a la mujer. Unido a eso, se muestra la estigmatización social de que es objeto en la pequeña localidad donde vive, pese a ser ella la única víctima. A partir de un asunto tan delicado y sórdido, Lupino logró una cinta sincera y bien realizada, que incorpora cierto aire de cine negro con el cual gana en entretenimiento. Otro acierto a remarcar es la forma tan inteligente como está filmada la violación.

El personaje central de Never fear es una bailarina que repentinamente se ve afectada por la polio, enfermedad que trunca su carrera al dejarla inmovilizada. Un año antes, un brote de polio había afectado a 7 mil personas en Los Ángeles. Ese papel lo interpretó Sally Forrest, quien fue un descubrimiento personal de la cineasta. Hasta entonces había intervenido en una decena de producciones, pero casi todas sin acreditar. Años después, Fritz Lang reunió a Lupino y Forrest en Mientras Nueva York duerme, en la que dan vida a dos hermanas. A esa galería de personajes femeninos de la filmografía de Lupino, pertenece también la protagonista de Hard, fast and beautiful, una talentosa jugadora de tenis que se halla dividida entre su amor por un joven y las presiones de su ambiciosa madre.

El bígamo fue el único proyecto en el que Lupino se dirigió a sí misma. Fue también la primera película en la cual una mujer asumía a la vez la realización y uno de los roles protagónicos. El argumento gira en torno a un hombre que tiene una doble relación matrimonial y ama a ambas esposas (la otra es interpretada por Joan Fontaine). La cineasta hace un estudio franco y comprensivo de los personajes, a quienes se les da un tratamiento adulto y se les describe desde la complejidad, no de la aversión. Entre los valores del film, hay que hacer notar su tono semi documental, así como las secuencias en exteriores, rodadas en las calles de Los Ángeles y San Francisco.

El autoestopista se ha catalogado como la primera obra de cine negro dirigida por una mujer. Se basa en hechos reales y narra con mínimos elementos la pesadilla que viven dos amigos que han salido de pesca en su auto. En el camino recogen a un autoestopista que resulta ser un asesino en serie, que se dedica a aterrorizarlos. El noir era un género que Lupino conocía bien, a través de su faena actoral.

Como ha comentado la crítica Victoria Kovacsics, su incursión en él como realizadora supuso una ruptura, “por los paisajes abiertos, áridos y rurales” en los que se desarrolla la trama, y por ser “una propuesta más cercana al western tanto en el escenario como en su manera de filmar”. Otro aspecto que vale la pena resaltar es la ausencia de la consabida femme fatale, así como la exploración de los caracteres masculinos desde una mirada femenina.

En esa época, las películas que se filmaban tenían que someterse al código Hays, que instauró una censura en toda regla que al aplicarse mutiló decenas de cintas. De acuerdo a sus normas, no se autorizará “ningún film que pueda rebajar el nivel moral de los espectadores”, y “nunca se conducirá al espectador a tomar partido por el crimen, el mal, el pecado”.

Llevar a la pantalla aquello que la sociedad prefería ocultar, supuso para The Filmmakers no pocos problemas con la censura. El título original de Not wanted era Madres solteras, pero tras presentar el guion fueron obligados a cambiarlo por el que la cinta se conoce. Al guion de Ultraje se le objetó el uso de palabras como maníaco sexual y violador, y para que fuera aprobado el hecho se pasó a identificar como una “agresión criminal”.

Por otro lado, quienes apoyaban económicamente los proyectos también imponían pautas. Los financiadores y distribuidores consideraron que el tema de la polio era inapropiado e iba a ahuyentar a los espectadores. Las jóvenes enfermas no venden, advirtieron a Collier Young, y rehusaron financiar Not fear. Finalmente, él logró encontrar un patrocinador y Lupino pudo sacar adelante el film. Varias escenas fueron rodadas en el interior de una clínica, y las enfermas de polio hicieron de extras para mostrar adecuadamente la terapia física que se les aplicaba.

Como directora, su estilo es conciso y sobrio

La obra como directora de Lupino está poblada por personajes femeninos que eran muy distintos de los que ella interpretaba. Varios de ellos son mujeres que huyen de sí mismas, hasta que se aceptan y recobran su dignidad. La creían perdida tras haber sido marginadas por las normas patriarcales, por ser madres solteras, inválidas o víctimas de una agresión sexual. Las de las películas de Lupino son mujeres de carne y hueso, con sus problemas e inquietudes particulares. Estaban adelantadas a su tiempo y se alejaban de los arquetipos de los filmes que se hacían en esa época. Como comentó Martin Scorsese cuando Lupino falleció, con sus películas “puso en evidencia el papel pasivo de las mujeres en el cine de Hollywood”.

Como directora, su estilo es conciso y sobrio. Eso se mantiene incluso en El autoestopista, que a pesar de ser una obra de género, está filmada con la misma sobriedad de su cine más social. Sus películas tienen una factura clásica, pero poseen una interesante combinación de elementos documentales y simbólicos, que surgen de modo natural de la narración. La antes citada Victoria Kovacsics ha apuntado que sus dramas sociales tenían siempre un “punto de fuga”: en Ultraje rozaba el cine de terror; en El bígamo volvía a insertarse en el cine negro que le era tan familiar.

En su filmografía se advierte una clara preferencia por las historias dramáticas. Refiriéndose a ello, Lupino argumentó: “Donde hay valentía, hay drama. Cuando la gente lucha por la vida y el amor diariamente, encuentras la verdadera esencia del heroísmo. Eso fue lo que intenté captar en cada película que dirigí”. Asimismo, sabía tratar muy bien los temas atrevidos que trataba en sus guiones. Era también una buena directora de actores e hizo de la economía de medios una virtud. Eso tenía mucho que ver con sus propios guiones, que la obligaban a ceñirse a la trama esencial. Y en su labor con la cámara consiguió conjugar admirablemente lo funcional y lo estético. Con esos filmes que se alejaban mucho del artificio hollywoodense, Lupino creó lo que hoy calificaríamos como cine de autora.

A pesar de su interés, los filmes producidos por The Filmmakers tuvieron una irregular carrera comercial. A Hard, fast and beautiful le fue bien en taquilla, pero los beneficios fueron para Howard Hughes. Lupino culpó a su esposo por no haber sabido manejar el contrato y haberse endeudado con Never fear. Private hell 36, que dirigió Don Siegel y que Lupino produjo e interpretó, fue un fracaso de público. Todo eso condujo a que se vieron obligados a cerrar The Filmmakers. Ella, sin embargo, no estaba dispuesta a renunciar a lo que había conquistado, sobre todo en cuanto a libertad de creación. Orientó entonces su trayectoria hacia el nuevo medio que era la televisión. Allí pudo trabajar desde 1955 hasta 1968.

En la televisión aprovecharon su habilidad para rodar con rapidez y con bajo presupuesto, así como su flexibilidad para moverse en varios géneros. Si un productor necesitaba un realizador capaz de filmar lo mismo western, acción, drama o ciencia ficción, llamaban a Lupino, pues sabían que era idónea para ello. Dejó su impronta en ese medio, en el cual dirigió más de 100 episodios de series. Hasta 1989 ostentaba el récord como la realizadora más prolífica de la televisión norteamericana.

Filmó capítulos antológicos de series que hoy son clásicas. Un buen ejemplo de ello es Las máscaras (1964), perteneciente a la popular La dimensión desconocida. La lista de sus trabajos incluye títulos como Los intocables, El pistolero de San Francisco, Alfred Hitchcock presenta, El virginiano, Thriller, El fugitivo, Embrujada, La ley del revólver. Por su talento para crear suspenso, se le llegó a conocer como “la Hitchcock femenina”. También fue coautora del guion del largometraje para la pequeña pantalla The Green Peacock (1958). E intervino como actriz en episodios de Patrulla juvenil, Colombo y Los ángeles de Charlie.

En 1951 se divorció de Collier Young. Con el actor Howard Duff, quien fue su siguiente pareja, coprodujo para la pequeña pantalla Mr. Adams and Eve (1957-1958). Se trataba de una comedia protagonizada por un matrimonio de actores de Hollywood, papeles que ambos interpretaban. Lupino se puso al servicio de la carrera de Duff, algo de lo cual después se arrepintió. Eso dio lugar a que, fuera de su labor en televisión, trabajó muy poco. No obstante, aún alcanzó a dirigir un largometraje, la comedia Ángeles rebeldes (1966). Murió en la soledad, sin haber recibido el reconocimiento que se había ganado.

En las décadas de los 70 y los 80, fue redescubierta por los historiadores y las estudiosas feministas. A partir de entonces, se han publicado varios libros sobre ella. Hoy es valorada como una pionera del cine independiente, así como del feminismo en esa manifestación. Fue una cineasta que se atrevió a ir contra las estructuras fijas y el conformismo que imperaban. Consiguió cambiar muchas reglas del juego y preparó el camino a muchas directoras que, años después, siguieron sus pasos.

En el obituario que escribió para The New York Times, Scorsese subrayó el interés que Lupino demostró como directora y guionista por las historias reales y los seres frágiles y desolados. Y la calificó como una mujer de extraordinarios talentos.