Actualizado: 28/03/2024 20:04
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La constancia escrita del poder

El deporte 'revolucionario' está enfermo de muerte: Castro reconoce su impotencia ante las ansias de libertad de los atletas.

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En 1966, durante los X Juegos Centroamericanos y del Caribe celebrados en Puerto Rico, las autoridades de ese país exigieron a la delegación cubana que se trasladara a San Juan mediante vuelos de líneas aéreas comerciales de terceros países, puesto que no existían vínculos diplomáticos entre las dos naciones y mucho menos vuelos autorizados de Cubana de Aviación. Se diseñó entonces uno más de los habituales espectáculos propagandísticos del Goebbels del Caribe. La delegación se transportaría en un barco, el Cerro Pelado, y en su cubierta emitiría la declaración del mismo nombre.

Más tarde, el desembarco, que si en lanchas de los independentistas puertorriqueños, que si en los botes salvavidas, que si a nado, y por fin, la rendición del enemigo en forma de un barco enviado por las autoridades borinqueñas a recoger la delegación. En la competencia, Cuba repite el segundo lugar de Jamaica 1962 y en el acto de recibimiento Fidel Castro exalta la ejemplaridad de la delegación y el triunfo del deporte revolucionario. El despliegue publicitario culminaría en una pieza cinematográfica del reconocido documentalista Santiago Álvarez.

Reflexión 'ejecutiva'

Cuatro décadas después, el deporte revolucionario está enfermo de muerte. En su "reflexión" número 38, La constancia escrita, Fidel Castro no sólo sella la suerte de los dos boxeadores extraviados en Brasil, quienes, según él, "llegaron a un punto sin retorno" como deportistas, sino que deja en suspenso la participación de la Isla en el próximo campeonato mundial de boxeo, a celebrarse en Chicago, Estados Unidos. Este evento será clasificatorio para los Juegos Olímpicos de Beijing.

El gobernante, en funciones de reflexivo columnista, anuncia que se manejan todas las variantes posibles para eludir el previsible acecho mercantil a los púgiles en la Ciudad de los Vientos. Desde cambiar la lista de boxeadores, hasta simplemente no enviar delegación alguna. Estudiar siquiera esta última opción para prevenir deserciones es síntoma del deterioro que ha experimentado el sustento ideológico del llamado deporte revolucionario, tanto en los deportistas como en el pueblo que los arropa. Del supuesto espíritu del Cerro Pelado parece no quedar nada.

Y es el propio máximo líder de la revolución quien reconoce ahora su impotencia ante las ansias de libertad de opción de los atletas, a quienes manejó como rebaño durante décadas. Es probable que tras esta vergonzosa prevención se halle en realidad la táctica de utilizar con los organizadores del Mundial la amenaza de la no participación de Cuba, con la finalidad de obtener toda clase de garantías para el retorno de los atletas y facilidades para aplicar como nunca las restricciones de movimiento a la delegación.

Si por fin Cuba acude a la cita mundialista, cabe esperar extremos que lleguen a poco menos que conducir a los boxeadores al cuadrilátero esposados al entrenador, y éste a un agente de la seguridad cubana.

De cualquier manera, esta reflexión "ejecutiva" indica que el máximo líder no se ha recogido del todo al "buen vivir". Una incursión tan drástica en la cotidianidad nacional, fuera de sus disquisiciones admonitorias a la humanidad, es señal de que cuando en la política doméstica o en las relaciones internacionales, se produce algo que mueve su verdadero interés, ni corto ni perezoso todavía es capaz de introducir su cuchareta definitoria; esta vez en forma pública, sin recato alguno para la proclamada autoridad interina del fraterno sucesor. Tal vez esta sea la explicación del mucho ruido y pocas nueces que hemos visto hasta ahora con respecto a la necesidad de reformas estructurales manifestada por Raúl y su entorno.

El título de la "reflexión", condenatoria de los dos boxeadores y en cierto modo del deporte, que parece no ser ya "derecho del pueblo", revela con exactitud no sólo el contenido sino el propósito del artículo. Mientras el comandante en jefe conserve un ápice de conciencia, no hay sustituto que valga. El destino de los cubanos y del país sigue en las manos del enfermo dictador y su mente desvariada. Que se sepa y que se comente, y que quede "constancia escrita".

Curiosamente, publicada originalmente el miércoles 8 de agosto en Granma, se esfumó en las ediciones posteriores del diario en internet. La "reflexión" que aparece es la número 36, Sobre duras y evidentes realidades. ¿Estará alguien intentando escamotear la constancia escrita?


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