Actualizado: 25/04/2024 19:17
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Los nuevos cardenales

Fidelito, Mariela, los Lage Codorniú: ¿Adónde nos llevarán las genealogías patrilineales de la Revolución?

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Según la enciclopedia en la red, Wikipedia, el nepotismo es la preferencia que algunos dan a sus parientes a la hora de obtener un empleo público.

Es conocido, por ejemplo, que los jefes católicos ejercieron repetidas veces su voluntad y su fuerza para favorecer a sus familiares en la jerarquía eclesiástica. Le repartían los títulos de "cardenales" a sus sobrinos (nepotismo viene del latín nepos, que significa sobrino), que no eran más que sus hijos ilegítimos.

Uno de los casos más famosos de nepotismo, dice Wikipedia, fue el de Alejandro I, quien promovió al hermano de su esposa como cardenal, Alessandro Farnese, quien llegaría con el tiempo a ser el papa Pablo III.

En el ámbito de los negocios, casi puede decirse que el nepotismo es una práctica común. El padre entrena al hijo desde pequeño para que un día sea el gerente de su empresa. Le encomienda vigilar y aumentar la ganancia que heredó de su familia.

En la política, sin embargo, el nepotismo suele criticarse duramente, ya que instaura el personalismo en el sistema, supuestamente democrático, y desmoraliza con ello a aquellas personas que teniendo muchas más aptitudes para ocupar el puesto del "heredero", tienen que soportar su arbitrariedad y su mandato. En tal sentido, la política y los puestos públicos se entienden como cosa privada, como cosa-nostra, que este grupo maneja a su conveniencia y beneficio.

'Busca el padre'

¿Cómo se relaciona todo esto con Cuba? Muy sencillo. La política, la economía y la cultura de la revolución es incomprensible sin esta institución que heredamos de la colonia. Hay tantos que si en Francia se dice comúnmente "¡busca la mujer!", en Cuba debería decirse "¡busca el padre!".

Tal es así que, a medida que pasan los años, uno más se da cuenta que quienes llevan el poder en Cuba en muchos sectores de la vida pública son los hijos de antiguos dirigentes de la Revolución, ministros, comandantes, e incluso del mismo presidente de la República. Ellos son los directivos "de la Comisión de Energía Atómica de Cuba" (Fidel Castro Díaz-Balart), o del "Centro Nacional de Educación Sexual de Cuba" (Mariela Castro Espín).

Nadie puede decir, sin embargo, si estos señores llegaron a obtener tales puestos por sus propios méritos. Nadie podría convencer a nadie de que el padre no influyó en su investidura, en conseguirle una beca en el extranjero para que se especializara; que la madre, o el tío, no llamó por teléfono a tal o más cual subordinado para decirle que su hija quería estar al frente de tal o más cual organismo y que, por lo tanto, así tenía que ser.


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