Shirine Azadi llegó a España hace cuatro años, después de estudiar una carrera universitaria en otro país europeo. Se dedica a la pintura, aunque no vive de eso. Actualmente trabaja en Madrid e intenta continuar sus estudios. Es una de las organizadoras de la manifestación que este sábado varios grupos de iraníes exiliados han convocado en la Puerta del Sol de la capital española.

En Teherán hierve el pavimento, tras unas elecciones en las que el presidente Mahmud Ahmadineyad "arrasó" con el 62,63% de los votos, según el recuento oficial.

La victoria del conservador provocó manifestaciones y sangrientos enfrentamientos en las calles de Teherán, en los que murieron al menos siete personas.

El ayatolá Alí Jamenei, líder supremo, ratificó el viernes la victoria de Mahmud Ahmadineyad y exigió a los seguidores de Mir Hosein Musaví, el principal candidato opositor, que desistan de sus protestas.

¿Cómo valora el papel de los jóvenes en las protestas postelectorales?

Ha sido fundamental. Un fenómeno curioso es que la mujer iraní ha sido protagonista, el gran héroe de esta movilización cívica. Los/as jóvenes han utilizado de manera efectiva los nuevos medios de comunicación y han sorteado la censura informativa del régimen.

Desde el exilio iraní, ¿cómo se ve a Musaví? ¿Es lo mismo Musaví que Ahmadineyad?

A Musaví, desde fuera, se le ve con un poco de desconfianza por unos y con un atisbo de esperanza por otros. Es cierto que Musaví es un reformista, pero no está fuera del sistema teocrático. Al ser un continuista de las políticas del ex presidente Jatamí, esto se ve en general positivo y aperturista, sobre todo desde dentro del país.

Musaví es muy distinto a Ahmadineyad. Mientras uno cree en un sistema islámico-fascista de opresión férrea de la población, el otro es más dialogante. Además, Musaví tiene muchos lazos con prestigiosos artistas iraníes y esto se nota en su discurso y en su actitud moderada.

¿Ha podido comunicarse con su familia allá?

Se puede hablar con la familia mientras que no hables de política o de la situación en las calles. Al estar las comunicaciones interceptadas (sobre todo las recibidas o emitidas al exterior), la llamada se corta, de manera sospechosa, si hablas sobre estos temas. El sonido telefónico es defectuoso, cosa que no sucedía durante las semanas anteriores, e internet esta totalmente cerrado.

¿Qué han podido contarle?

Mi familia me miente para que no me preocupe, además de que están vigilados. Algún comentario inapropiado puede derivar en represalias.

¿Cómo fueron las elecciones en España?

Las seguimos con mucha atención y escepticismo. La verdad es que sospechábamos unas elecciones amañadas, pero con las primeras noticias de la participación electoral en Irán, un rayito de esperanza entró por la ventana.

Internet ha sido fundamental en la convocatoria de las protestas. ¿Es este un nuevo mensaje para el ayatolá Jamenei?

Sí, pero sus planes pasan por encima de todo esto. Jamenei esta decidido a convertir la republica islámica en un totalitarismo islámico-fascista. A él no le importa lo más mínimo matar el número de personas que sea necesario para conseguir este fin, y lo estamos viendo cada día. Utiliza el ejército popular denominado "basiyís", creado por Jomeini en los años ochenta, para amenazar y agredir a todo aquel que manifiesta su rechazo al tándem Jamenei-Ahmadineyad.

¿Qué sucederá en la manifestación el sábado en Madrid?

Ante todo, es para mostrar duelo por las víctimas y heridos en las manifestaciones, aunque también mostramos nuestro rechazo a este golpe de Estado descarado. Cualquier acto en homenaje a estos héroes nos parece insuficiente. Desde la distancia queremos mostrar nuestra solidaridad con el pueblo iraní.

Pese al resultado de las protestas, ¿a partir de ahora serán diferentes las cosas en Irán?

Soy muy escéptica con el resultado de las protestas, a corto plazo. Lo que sí me parece que el régimen no tendrá estabilidad a mediano plazo. Creo que este es sólo el principio de un proceso de democratización de Irán. Los jóvenes, y sobre todo las mujeres, se sienten más partícipes y cada vez tienen menos miedo. Esto es lo único que puede inquietar a los dictadores islámicos.

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