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A la caza de la Microfracción

Se cumplen 40 años del proceso por el que fueron encarcelados decenas de disidentes y antiguos militantes comunistas.

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Octubre marca el aniversario cuarenta del inicio del llamado Proceso contra la "Microfracción", término con que el castrismo pretendiera minimizar la crítica de un sector de la izquierda cubana a su proyecto. Durante el mismo fueron encarcelados decenas de disidentes y antiguos militantes del Partido Socialista Popular (PSP, comunista), en 1967.

"La Microfracción como fuerza política carecía de significación", declararía Fidel Castro en un discurso de marzo de 1968. "Como intención política, sus actos eran de carácter grave, y como corriente dentro del movimiento revolucionario, fue francamente reformista, reaccionaria y conservadora".

El Proceso contra la Microfracción institucionalizó definitivamente en la Isla la práctica de la purga, a la que ha sido particularmente aficionada la oligarquía nacional. Antes, pero sobre todo a partir de este evento, los críticos de los hermanos Castro, "tronados", encarcelados o fusilados, han hecho legión.

Por añadidura, el proceso pondría en evidencia el carácter caudillista del nuevo régimen, que cargaba incluso contra varios de los postulados ideológicos que representaba, o que luego haría suyos.

Llama la atención que los razonamientos desde los que algunos de los protagonistas de la Microfracción criticaron las políticas del castrismo, partían de una matriz socialista o comunista. De hecho, con la herida de la Crisis de los Misiles todavía abierta —Kruschev había pactado con Kennedy desconociendo olímpicamente a Castro—, los encartados serían acusados por las autoridades cubanas de prosoviéticos. Y algunos, efectivamente, lo fueron.

Como acota para ENCUENTRO EN LA RED el fundador del Comité Cubano Pro Derechos Humanos, Ricardo Bofill, no hay que olvidar que a finales de la década del cincuenta, y en los tempranos sesenta, la Unión Soviética, bajo la égida de Nikita Kruschev, vivía una era reformista que algunos militantes del PSP miraban con buenos ojos.

Según Bofill, condenado a doce años de prisión durante el proceso, "la crítica del culto a la personalidad que algunos integrantes de la Microfracción hicieran a Fidel Castro tuvo su origen en la crítica a Stalin del XX Congreso del PCUS". Claro que no todos los encartados procedían del PSP o tenían una filiación marxista.

Para entonces, "el socialismo con rostro humano" estaba a punto de cristalizar en Checoslovaquia y la figura de Alexandr Solzhenitsyn había sido parcialmente rehabilitada en la Unión Soviética, tras el leve deshielo impulsado por Kruschev. "Muchos de nosotros fuimos influidos por esos acontecimientos", asegura el fundador del Comité Cubano Pro Derechos Humanos.

Los orígenes

"Los orígenes de la Microfracción se remontan al mismo año 1959", refiere a EER Félix Fleitas, ex secretario del PSP en el barrio habanero del Príncipe. "Aníbal Escalante y Blas Roca, sin consultar al resto del Partido, violaron los estatutos y acordaron apoyar incondicionalmente a Castro, provocando el malestar de una parte de la militancia. Luego, Escalante reconocería en presidio que había sido un error".

El núcleo que diera origen a la Microfracción —"en realidad, fue una Macrofracción", estima Fleitas, también encarcelado durante la purga— estaba conformado por Ricardo Bofill, Francisco Pérez de Armas, Orlando Olivera, Arnaldo Escalona, Raúl Fajardo, Carlos Quintela, José Caballero, Hilda Felipe, Edmigio y Ricardo López, y el propio Fleitas.

Los críticos del llamado "proceso revolucionario" discutían y denunciaban lo que consideraban errores de bulto en el rumbo tomado por la dirigencia castrista: el abuso del "trabajo voluntario", el voluntarismo y la improvisación en materia económica, la caída en picada de los abastecimientos a la población, etcétera.

Entre los reproches políticos que los integrantes de la Microfracción hacían al nuevo régimen figuraban su culto a la personalidad y la sacralización de la "lucha armada" como vía para llevar al poder a gobiernos afines. "Castro había dicho que los únicos que podían opinar contra la revolución eran los revolucionarios", observa Francisco Pérez de Armas, quien militó en el PSP durante veinte años. "Y nosotros éramos revolucionarios".

La estrategia seguida por la Microfracción podría parecer ingenua a la luz de medio siglo de totalitarismo, pero en la década del sesenta muchos creían que todavía era posible consolidar espacios alternativos en el escenario político nacional. El descontento y la crítica crecientes generarían un movimiento que haría factible, desde el poder mismo, una rectificación a gran escala, pensaban los encartados. Pero la cúpula de poder reaccionó lanzándose al abordaje, con un cuchillo en la boca.

Oficialmente, la purga se haría pública en enero de 1968, durante un pleno del Comité Central del Partido Comunista de Cuba. Raúl Castro sería el encargado de marcar con tinta china a las ovejas descarriadas del antiguo PSP:

"A mediados del año 1966 concurre información procedente de varias vías, todas confiables, que nos hacían suponer la existencia de una corriente de oposición ideológica a la línea del Partido", aseguraría el actual gobernante interino en el pleno. Dicha corriente "no provenía precisamente de las filas enemigas, sino de gente que se movía dentro de las propias filas de la revolución, actuando desde supuestas posiciones revolucionarias".

Pero fue meses antes, en octubre de 1967, que se produjeron las primeras detenciones. Previamente, "la mayoría de los encartados habían sido expulsados de sus centros laborales", asegura Pérez de Armas a EER.


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