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Universidad, Fidel Castro, La Habana

Fidel Castro y la Universidad de La Habana

La revolución del 33 se había ido a bolina, pero también dejado al garete grupos de acción que bastardearon hasta el gangsterismo

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Aquí ha entrado un muchacho que va a ser
[otro] José Martí o el peor de los gánsteres
Alfredo Guevara, UH, 1945

La Federación Estudiantil Universitaria (FEU) conmemora otro aniversario redondo del ingreso de Fidel Castro en la Universidad de La Habana (UH) con bombo y platillo que se extenderán hasta la efeméride adolescente del discurso que largó en el Aula Magna, el 17 de noviembre de 2005, acerca de que “esta revolución puede destruirse”.

La entrada de Castro a la UH pasó a la historia oficial —contada por el propio Castro— como el inicio de su conversión en revolucionario marxista-leninista[1], pero hombre y circunstancia sugieren que Castro terminó siendo el gobernante que Cuba merecía porque su voluntad de poder no se forjó tanto con Max y Lenin, sino más bien al calor de la propia UH.

Democracia universitaria

Castro entró el 4 de septiembre de 1945 a la UH, que tenía entonces 13 escuelas y unos 15 mil estudiantes. Se matriculó en la Escuela de Derecho, donde el curso regular duraba cinco años, con varias asignaturas cada uno. Los estudiantes de cada asignatura elegían a su delegado; los delegados de cada año, a su presidente; los presidentes de cada año, al presidente y vice de la Asociación de Estudiantes de Derecho. Así lo hacían las demás escuelas y los 13 presidentes de asociaciones elegían a la dirigencia de la FEU.

En marzo de 1946 Castro fue elegido delegado de antropología judicial. Aquí tomaba la asistencia por encargo del profesor René Herrera Fritot. Según Castro, tuvo 181 votos a favor y 33 en contra. Siguió la rima electoral como presidente de primer año, pero no llegaría a presidir la asociación. Unos dicen que fue tesorero y otros, vicepresidente. Al año siguiente repitió como presidente de año y perdió la presidencia de la asociación contra un tal Freddy Marín.

Según el jefe de la policía política de la administración Grau, Mario Salabarría, unos guardias de seguridad de la UH reportaron el 27 de abril de 1947: “Fidel Castro ha hecho unos disparos en una asamblea de la Escuela de Derecho”. Salabarría detuvo a Castro frente a la casa donde se hospedaba, le ocupó una pistola 45 y pasó el caso a los tribunales, pero nunca hubo juicio.

En la UH campeaban por sus respetos el bonchismo y el gangsterismo. Las elecciones discurrían por entre las tensiones entre pandillas rivales. Castro se enrolaría en la Unión Insurreccional Revolucionaria (UIR) de Emilio Tro, que promovió como presidente de la FEU a Humberto Ruiz (Escuela de Estomatología) contra Isaac Araña (Escuela de Ciencias Comerciales), apoyado por el Movimiento Socialista Revolucionario (MSR) de Manolo Castro y Rolando Masferrer. Ruiz tenía los votos de seis escuelas, Marín dio el sexto voto a Araña y Enrique Ovares (Escuela de Arquitectura) se plantó. Para salir del punto muerto, Castro impugnó la elección de Marín, pero el Consejo Universitario denegó la solicitud[2].

El entuerto acabó por resolverse con las renuncias de Araña y Ruiz más la elección unánime de Ovares, quien enseguida soltó que los dirigentes de la FEU debían elegirse por voto directo del estudiantado. El 16 de julio de 1947 sesionó la asamblea general de estudiantes con apenas 891 (circa 6 % del total). El MSR y la bandería comunista apoyaron a Ovares, José Luis Massó y Alfredo Guevara como presidente, vice y secretario, respectivamente; la UIR y la bandería católica, a Ruiz, Antonio G. Cejas y Castro. Votaron tan sólo 295 estudiantes y fueron electos Ovares, Massó y Guevara con 148, 141 y 144 votos. Castro sacó 19 y se alejó del ruedo electoral universitario al acogerse al curso por la libre (sin matrícula oficial en determinado año).

Alegrías del gatillo

Hay quienes saben más que la policía de aquella época y atribuyen a Castro varios asesinatos en su vida universitaria, sin que conste algo más plausible que disparar contra “El Toro” [Leonel Gómez] y darle a “La Vaquita” [Fernando Freyre de Andrade]. Precisamente esta peripecia dio pie al ingreso de Castro en la UIR. Así lo narró uno de sus co-fundadores, Vidalito Morales y Rodríguez, al historiador Antonio Rafael de la Cova[3]:

“Separadamente, [los estudiantes de la UH] Patricio [González] y [José Luis] Echeveste me insistían en presentarme a Fidel, y me dicen que Leonel lo tiene agitado con dos o tres en la universidad, y que al pobre lo van a matar: ‘Vamos a ver si lo ayudamos’ (…) Parece que eran problemas personales, y Fidel que jodía mucho. Un día como la las dos de la tarde, yo estaba durmiendo y me dice la vieja: ‘Ahí te busca Patricio con unos muchachos’. En la sala había un retrato grande de mi abuelo (…) Fidel se para delante y dice: ‘El gran patriota Mayía Rodríguez. Señora, la verdad que usted debe sentirse muy orgullosa de ser hija del gran patriota y tú [Vidalito] debes sentirte orgulloso de ser [su] nieto (…) Esa tarde yo lo llevo a casa de Emilio, [quien] dormía en la azotea en un cuartico (…) Subí y le dije: ‘Tengo allá abajo a Fidel Castro’. ‘¡Coño!, pero ¿cómo me vas a traer esa mierda aquí?’ Le dije: “Esa mierda te la traigo porque hay que protegerlo porque lo van a matar. Es un muchacho simpático, agradable y lo vamos a meter en la organización para que funcione con nosotros’. ‘Bueno, tráelo, súbelo’. Entonces cuando llegó Fidel le dijo a Tro: ‘Una de las más grandes emociones que tengo es haberlo conocido a usted. Usted es uno de los hombres que yo más admiro en Cuba’. Y ahí mismo se lo echó en el bolsillo. [Se notificó] a todas las organizaciones inmediatamente que Fidel Castro era miembro de la UIR y que no lo molestaran más (…) Tro se apareció a las seis de la mañana en casa de Leonel, lo sacó por el cuello [y] lo embarcó para México. Leonel entonces empezó a hacerle llamadas y mandarle carticas a Tro para que lo perdonara [y] lo perdonó con la condición que no molestara más a Fidel Castro”.

La revolución del 33 se había ido a bolina, pero también dejado al garete grupos de acción que bastardearon hasta el gangsterismo. Durante la presidencia (1944-48) del Dr. Ramón Grau, quien acuñó que “la cubanidad es amor”, sobrevinieron 64 asesinatos políticos y más de 24 secuestros en busca de rescate. Cinco jefes de la policía de La Habana murieron o renunciaron en un solo año[4]. La cosa siguió con el gobierno de Carlos Prío, a tal extremo que Batista alegaría el pistolerismo como justificación para tomar el poder con su propia pandilla de militares.

En este ambiente cultural se forjó aquel joven de “aspecto un tanto aguajirado” que —según el finado José Ignacio Rasco— venía del Colegio de Belén y había disertado ya, en ejercicio asignado por el Padre Rubinos, sobre la necesidad del dictador. Desde luego que Castro anduvo en la UH bien ensillado. No por gusto su relato de la convalecencia tras caer aparatosamente en Santa Clara, el 20 de octubre de 2004, incluye este pasaje: “Dispongo de una Browning de 15 tiros (…) Lo primero que quise ver fue si mi brazo tenía fuerza para manejar esa arma que yo siempre usé. Esa está al lado de uno. Moví el peine, la cargué, le puse el seguro, se lo quité, le saqué el peine, le saqué la bala y dije: Tranquilo”[5].

Extensión universitaria

Castro no matriculó el curso regular 1947-48 por alistarse en la expedición de Cayo Confites contra el dictador dominicano Rafael Trujillo, la cual abortó a fines de septiembre de 1947, pero le permitió sacar la doble lección de “cómo no se debe organizar algo [y] cómo hay que escoger a la gente”[6]. Sus actividades extracurriculares continuaron con la tángana de la campana de La Demajagua, durante la cual el conservador Diario de la Marina equivocadamente identificó a Castro, el 4 y el 9 de noviembre de 1947, como vicepresidente de la FEU y presidente de la Asociación de Estudiantes de Derecho.

Luego Castro se embarcó —por cuenta del presidente argentino Juan Perón— en el ademán estudiantil de dar contracandela a la IX Conferencia Panamericana, que confluyó el 9 de abril de 1948 con El Bogotazo. Toda la chismografía sobre Castro como agente del comunismo internacional allí y entonces se aplaca con la observación del embajador americano interino Lester Mallory en su informe de 26 de abril de 1948 a Washington desde La Habana: “Si bien no hay pruebas de que sea comunista, hay más que suficientes de que es un personaje indeseable y gángsteril”. La CIA consideraba a Castro “uno de esos ‘líderes estudiantiles’ en Cuba que se las arreglaba para involucrarse en muchas cosas que no le concernían”, según memo fechado el 17 de noviembre de 1948 en La Habana por el vicecónsul Varnum Lansing Collins, Jr.

Desde Colombia Castro regresó a la patria de polizón en un avión de carga, por gestión de la embajada cubana. El 12 de octubre de 1948 formalizó matrimonio con Mirta Díaz-Balart, estudiante de la Escuela de Filosofía y Letras, en la Iglesia Nuestra Señora de la Caridad, de Banes, Oriente. Tras pasar una semana de luna de miel en Miami Beach y alrededor de un mes en Nueva York, ambos retornaron a La Habana, se alojaron el Hotel Andino y reiniciaron sus estudios, que Castro concluyó el 13 de octubre de 1950 al graduarse en dos [Derecho y Derecho Diplomático] de las tres carreras matriculadas [la otra era Ciencias Sociales].

En el ínterin Castro participó en el acto de repudio a pedradas contra la embajada americana, el 12 de marzo de 1949, por el ultraje de marinos estadounidenses a la estatua de José Martí en el Parque Central[7], así como en la puja electoral del Partido Ortodoxo. Fue uno de los oradores del rally a favor de Eddy Chibás en Santiago de Cuba y hacia la primavera de 1950 lo nominaron candidato a delegado por el distrito de Cayo Hueso, pero no salió en las primarias.

Coda

Al egresar de la UH, Castro montó bufete con Jorge Azpiazo y Rafael Resende. El 5 de septiembre de 1951 se engolfó en la causa penal políticamente relevante contra los oficiales de la policía Rafael Casals y Rafael Salas Cañizares por la muerte del activista ortodoxo Carlos Rodríguez. Para las elecciones de junio de 1952, el líder ortodoxo Manuel Bisbé nominó a Castro como candidato a representante, pero Carlos Márquez Sterling dice haberlo sacado de la boleta el 9 de marzo de 1952. Al día siguiente llegó el general y mandó a parar.

Castró largó enseguida el panfleto ¡Revolución no, zarpazo! y acusó a Batista ante el Tribunal de Urgencia. El 1ro de mayo asistió al rally ortodoxo en el Cementerio de Colón para conmemorar la muerte de Carlos Rodríguez. Aquel “político sin plataforma [y] abogado sin clientes” —apud Hugh Thomas[8]— se topó allí con Abel y Haydée Santamaría, Raúl Gómez García, Chucho Montané, Melba Hernández y Elda Pérez Mujica, quienes repartían el boletín mimeografiado Son los mismos. Así nació el grupo político con que Castro encauzaría su voluntad de poder contra un dictador y, usando todas las mañas aprendidas en la UH, terminaría siendo otro mucho más apropiado para la nación cubana.



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