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Montaner: El académico que escribía como un funcionario

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Una respuesta de Carlos Alberto Montaner a Arturo López-Calleja, alias Arturo López-Levy

En una web publicada en Suecia, Cuba Nuestra, alguien se toma la molestia de escribir un artículo en mi contra. Me lo mandan. Está lleno de una curiosa e inesperada hostilidad. Lo recorre algo así como un estudiado rencor estratégico de funcionario obligado al ataque. El tono no se compadece con una simple discrepancia de opiniones. Lo firma un señor llamado Arturo López Levy. Francamente, no sé quién es. No recuerdo haberlo conocido jamás.

Pregunto. Es un profesor cubano radicado en Denver, me dicen. Sigo preguntando. Me extraña tanta ira. Los académicos no escriben así, visceralmente. Esa prosa tiene un apasionado tufillo a periodismo oficial cubano. Parece una cosa panfletaria y tosca de Juventud Rebelde. Quizás por eso vale la pena responder.

Por fin doy con varias personas que lo conocen íntimamente de cuando vivía en Cuba. La primera sorpresa es que no se llama Arturo López Levy, sino Arturo López-Calleja y es pariente del yerno de Raúl Castro. Interesante. Utiliza un alias. De dónde sacó el Levy, pregunto. De un bisabuelo materno, me dicen. ¿Por qué cambió de nombre? Para penetrar la colonia judía en Cuba, agregan. Luego se fue a Israel. ¿Penetrar? ¿Cumplía una misión? ¿Es un agente? Sí, afirman rotundamente. Lo reclutaron cuando estudiaba en el Instituto Superior de Relaciones Internacionales adscrito al Minrex. Entonces era un joven y prometedor comunista. Fue oficial de las Fuerzas Armadas. Quien esto alega lo conocía de aquellos años. ¿Esta información es record público, indago? No lo sé, me responden, pero sin duda el FBI y los israelíes están bien enterados. El expediente es abultado, añaden.

Nada de esto me consta. Tal vez sea falso o inexacto. No lo sé. No quiero ser injusto y estas acusaciones no se desprenden de documentos oficiales sino de personas que lo conocen. Yo he sido falsamente acusado de terrorista y agente de la CIA por la Seguridad del Estado en una campaña sistemática de desinformación y sé lo desagradable que puede ser todo esto. Ignoro, pues, si el señor López-Calleja, alias López Levy, es un agente sembrado en el mundo académico, como el matrimonio Álvarez, o si se sólo se trata de una persona aburrida con ganas de polemizar que utiliza, inocentemente, la prosa del “aparato”. Ya podrá él, si lo cree conveniente, negar o aclarar estos puntos oscuros de su biografía, o tal vez decida mantenerse callado.

En todo caso, lo que me resulta evidente es que el señor López-Calleja no discute de buena fe. Su intención no es demostrar mis errores de juicio, o mis pifias intelectuales, lo que sería legítimo, sino tratar de probar mi supuesta incoherencia ética para descalificarme in totum, práctica abominable para todo aquel que ame el fair play en cualquier debate honrado.

Honduras

¿Cómo lo hace? Primero, confunde y distorsiona lo que he escrito sobre los recientes sucesos de Honduras (todos esos papeles se pueden leer en www.firmaspress.com) para inmediatamente construir un absurdo silogismo: “Montaner apoya el golpe en Honduras (lo que jamás he escrito); Montaner dice ser un demócrata que quiere la democracia para Cuba (lo que es cierto); ergo, Montaner es éticamente incoherente”. O sea, aparentemente no coincidir con la sesgada visión sobre el episodio de Honduras que tiene el señor López-Calleja me incapacita moralmente en el tema cubano.

¿Por qué hay que tomar al pie de la letra la opinión de este caballero o la información que maneja en un tema tan complejo como el hondureño? ¿Qué pasó realmente en Honduras? Una buena descripción, mucho más ponderada, es la que hace el Dr. Ricardo Arias Calderón, ex vicepresidente de Panamá, ex presidente de la Internacional Demócrata Cristiana, uno de los grandes estadistas de América Latina, viejo luchador por la libertad y el imperio de la ley, quien a su avanzada edad está alejado de todo sectarismo:

“La crisis comenzó cuando el presidente Zelaya no presentó el presupuesto en el año 2008 para su aprobación por el Congreso Nacional; intentó destituir al jefe de las Fuerzas Armadas sin tener facultad constitucional para ello, pero la Corte Suprema de Justicia se lo impidió; insistió en una consulta popular, no prevista por la Constitución Nacional de Honduras ni por la ley, sin explicar lo que encontraba mal o inadecuado en la Constitución vigente y qué es lo que deseaba que se modificara de ella”.

“En Derecho Público los funcionarios únicamente pueden hacer aquello que la ley explícitamente les permite, y el Presidente Zelaya, siendo el mayor y más alto de los servidores públicos se salió de ese marco legal. Todo indica que lo que buscaba, entre otras cosas, era poder volver a reelegirse, siguiendo el ejemplo de Hugo Chávez. Más grave aún fue que desoyó las advertencias del Tribunal Supremo de Elecciones, de la Corte Suprema de Justicia, de la Procuraduría de la Nación, de la gran mayoría de miembros de gobierno y oposición del Congreso, y entre otros del Defensor de los Derechos Ciudadanos quienes le advirtieron que lo que intentaba hacer era ilegal y que no podían avalarlo”.

“La Iglesia encabezada por Cardenal Oscar A. Rodríguez, y todos los obispos miembros de la Conferencia Episcopal de Honduras (C.E.H.) en un comunicado de prensa del 2 de julio apoyan la decisión de retirar al presidente Zelaya de su cargo por cuanto que al violentar el artículo constitucional 329, cesó de inmediato, tal como reza la norma, en el desempeño del cargo; y solicita a la O. E. A. que preste atención a todos los actos de ilegalidad que por mano del presidente Zelaya venían sucediendo. Las Iglesias Católica y Evangélica, en conjunto han dado su apoyo al nuevo gobierno dirigido por el liberal Roberto Micheletti Baín, presidente del Congreso Nacional en funciones ejecutivas. El documento de la C.E.H. afirma que en Honduras “las instituciones del Estado democrático hondureño, están en vigencia y que sus ejecutorias en materia jurídico-legal han sido apegadas a derecho. Los tres poderes del Estado… están en vigor legal y democrático de acuerdo a la Constitución”.

El liberalismo

¿Es Ricardo Arias Calderón un propagandista como los de Granma, pero al revés, como dice de mí el señor López-Calleja? ¿Lo son el respetado cardenal Oscar Rodríguez Maradiaga y todos los obispos hondureños? ¿Lo son los centenares de analistas y articulistas que encuentran que en Honduras se ha producido un choque de poderes? Pero si absurda e injusta es esa descalificación moral que pretende imponerme por el tema de Honduras, cuando entra en el terreno ideológico sus alegatos se vuelven casi cómicos.

Asegura el señor López-Calleja (con una metáfora bastante pueril, por cierto), que mi “supuesto pensamiento liberal es un closet de contradicciones más grande que el teatro nacional” porque no coincido con Milton Friedman o con mis amigos libertarios del Cato Institute en el tema del embargo o en el de los viajes de los no cubanos a la Isla. Podría decirle que tampoco coincido con Friedman en su propuesta de eliminar los bancos públicos de emisión de moneda, pero eso me llevaría a explicarle que el liberalismo no es una secta dogmática, como el partido comunista al que él perteneció, y nada tiene que ver con las rígidas supersticiones del marxismo leninismo en que se formó, sino que se trata de una corriente abierta a muchas tendencias e interpretaciones, como puede comprobar cualquiera que asista a una reunión de la Mont Pelerin y escuche al propio hijo de Milton Friedman, el brillante David, mostrar respetuosamente su desacuerdo con algunas posturas de su augusto padre.

Es una lástima que los años de formación académica norteamericana no le hayan servido al señor López-Calleja para saber que el respeto por el pensamiento ajeno no significa la sujeción incondicional a todas sus ideas o propuestas, aunque disculpo su opinión porque me figuro que son las viejas secuelas que le quedan de cuando aplaudía sin chistar cualquier estupidez proferida por el dictador cubano, como me cuentan quienes entonces fueron sus compañeros de estudio y recuerdan su encendida militancia.

En todo caso, si el señor López-Calleja desea conocer los fundamentos de mi interpretación personal del pensamiento liberal, puede adquirir en Amazon todos o algunos de los cinco libros que he escrito sobre el tema: Libertad, la clave de la prosperidad, No perdamos también el siglo XXI, La libertad y sus enemigos, Las columnas de la libertad y La última batalla de la guerra fría. Sin ánimo de ofender, entre otras razones porque no creo que el señor López-Calleja tenga un pelo de tonto, creo que también se beneficiaría del Manual del perfecto idiota latinoamericano y de El regreso del idiota, estos últimos escritos en colaboración con Álvaro Vargas Llosa y Plinio Apuleyo Mendoza. Algunas personas me han confesado que entendieron mejor los problemas del desarrollo tras repasarlos.

Finalmente, como veo que el señor López-Calleja se interesa en los postulados del liberalismo y acaso esté en una fase primaria de conversión, termino con un credo liberal muy elemental que alguna vez recogí en una charla organizada por la Internacional Liberal dirigida a jóvenes estudiantes deseosos de precisar cuál era el mínimo común denominador del pensamiento liberal:

“¿Qué creen, en suma, los liberales? Los liberales sostenemos siete creencias fundamentales extraídas, insisto, de la experiencia, y todas ellas pueden recitarse casi con la cadencia de una oración laica:

• Creemos en la libertad y la responsabilidad individuales como valor supremo de la comunidad.

• Creemos en la propiedad privada, para que ambas −libertad y responsabilidad− puedan ser realmente ejercidas.

• Creemos en la convivencia dentro de un Estado de Derecho regido por una Constitución que salvaguarde los derechos inalienables de la persona.

• Creemos en que el mercado −un mercado abierto a la competencia y sin controles de precios− es la forma más eficaz o menos imperfecta de realizar las transacciones económicas.

• Creemos en la supremacía de una sociedad civil formada por ciudadanos, no por súbditos, que voluntaria y libremente segrega cierto tipo de Estado para su disfrute y beneficio, y no al revés.

• Creemos en la democracia representativa como método para la toma de decisiones colectivas, siempre y cuando se respeten los derechos de las minorías.

• Creemos en que el gobierno −mientras menos, mejor−, siempre compuesto por servidores públicos, totalmente obediente a las leyes, debe estar sujeto a la inspección constante de los ciudadanos”.

Amén.

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No al bloqueo contra Honduras

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El bloqueo a Honduras se profundiza. Bloqueo, este sí, porque, a diferencia del embargo al régimen castrista, estamos ante un acoso circular, en masa. No se trata de la negativa de un Estado a ofrecerle créditos a quienes se han declarado sus enemigos jurados durante décadas, como es el caso de Estados Unidos respecto a Cuba. Se trata de un complot de la comunidad internacional prácticamente en pleno, que insiste en desconocer las leyes, las instituciones democráticas y la soberanía hondureñas.

Todos los Goliat contra el David hondureño. Acaba de sumarse a la comparsa la Unión Europea, anunciando que suspende el envío de decenas de millones de euros en ayuda financiera, tras la negativa –afincada en las leyes y la Constitución hondureñas- del presidente Roberto Micheletti a negociar la reposición de Manuel Zelaya. Antes el Banco Mundial y el Banco Interamericano de Desarrollo habían detenido créditos estimados en alrededor de 200 millones de dólares. Mientras Washington, que ya había cancelado sus ayudas militares, advierte a Micheletti que suspenderá las restantes “si la mediación emprendida por el presidente costarricense Oscar Arias fracasa (…) con eventuales consecuencias a largo plazo para las relaciones entre Honduras y Estados Unidos”.

Si Estados con una tradición democrática asentada, como varios de los europeos y los propios Estados Unidos, no son capaces de entender lo que ha pasado en Honduras, o se pliegan interesadamente a los designios del llamado “socialismo del siglo XXI”, ¿qué se puede esperar del resto? Cuando todos deberían estar halándole las orejas a Zelaya, ofendidos ante las reiteradas violaciones constitucionales y de procedimiento de las que es responsable, presionándolo para que desista en sus intenciones de sabotear desde adentro la democracia, resulta que hacen a la inversa: Se aprestan a rendir por hambre a los demócratas hondureños, contribuyendo a la desestabilización que Hugo Chávez financia a golpe de petrodólares. Da vergüenza ajena, y no se puede sino sentir el más profundo desprecio, ante esta recua de amorales, impostores, cómplices del castrochavismo y tontos útiles. La democracia es mucho más que un presidente electo, y bajo ninguna circunstancia un presidente electo puede estar por encima de la ley y las instituciones democráticas, so pena de convertir el Estado de derecho en una caricatura de sí mismo.

Qué más da, exclamarán algunos, si a fin de cuentas vivimos en un mundo caricatural. Pero a los cubanos –a algunos al menos-, que hemos crecido con el sonsonete del “bloqueo” al oído, nos parece particularmente repugnante este intento en masa de rendir a Honduras a la fuerza. Un intento protagonizado por los mismos que durante décadas han pedido, desde un discurso humanitario que ahora se revela profundamente hipócrita, el fin del embargo a Cuba.

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Montaner: El asesinato de la voz

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un artículo de Carlos Alberto Montaner

Afirma el diario Granma que el ex embajador norteamericano Otto Reich y yo asesoramos al gobierno que derrocó al presidente Zelaya en Honduras. Naturalmente, esa es una burda falsedad. Reich la ha desmentido. Yo lo hago ahora con el mayor énfasis. No conozco al señor Micheletti ni a los militares que depusieron a Zelaya. No tengo la menor relación con ese evento. Se trata de una acusación absolutamente infundada y delirante propia del desacreditado periodismo cubano.

Por supuesto, no estamos ante un error inocente, sino frente a una calumnia muy bien estudiada. Primero, un agente de influencia del régimen situado en Miami, un viejo periodista al servicio del gobierno de Castro, dijo en su hora radial que hay un informe secreto de un país europeo que afirma que Reich y yo somos asesores de los golpistas. No reveló de qué país se trataba ni cómo él obtuvo esa información. No podía hacerlo: es una pura invención. La calumnia, plantada en la radio, inmediatamente se abrió paso por internet hasta La Habana. Allí, los jefes del agente de influencia la reprodujeron en Granma y toda la radio cubana y las cadenas de noticia la lanzaron al exterior. Inmediatamente, muchos medios de comunicación del mundo entero la reprodujeron sin detenerse a verificar el contenido. Gracias a internet, ese efecto se multiplicó por mil en un instante.

¿Por qué mienten? Muy sencillo: propaganda, desinformación, “medidas especiales” propias de los gobiernos totalitarios. En inglés existe una expresión muy gráfica para cierto tipo de difamación extrema: character assassination. Consiste en destruir metódicamente la imagen de una persona hasta convertirla en una figura repugnante a la que nadie desea vincularse. Contra los escritores incómodos existe una variante igualmente vil: el “asesinato de la voz”. La campaña se encamina a intentar silenciarlos mediante calumnias, amenazas y presiones de todo tipo sobre ellos y sobre los medios que divulgan sus ideas.

Este episodio no es nuevo. Hace muchos años que padezco ininterrumpidamente una de esas operaciones de los servicios de inteligencia. En 1980, Jesús Arboleya, alto oficial de la Dirección General de Inteligencia de Cuba, le explicó al profesor Lisandro Pérez de Florida International University que se interrumpían los contactos académicos entre el gobierno de Castro y el Instituto de Estudios Cubanos de Miami mientras yo escribiera en el boletín de la Institución. Para honra del IEC, jamás me pidieron que dejara de colaborar.

A partir de ese momento, el gobierno cubano, por medio de su vasta red de colaboradores, se ha dedicado a propagar sistemáticamente dos falsedades que jamás ha podido probar: unos supuestos vínculos con la CIA, que nunca he tenido, y un pretendido pasado terrorista que, por supuesto, es totalmente falso. Esos son los dos caballos de batalla en los que montan sus campañas.

A veces las presiones son más intensas. A fines de los años 80 los servicios cubanos de inteligencia me enviaron a mi oficina de Madrid un libro bomba titulado Una muerte muy dulce. Querían asustarme para que me callara. La bomba no estaba preparada para que estallara. Era sólo una macabra amenaza. Acababa de publicar un libro que les irritó mucho: Fidel Castro y la revolución cubana, y pretendían que no siguiera escribiendo. Obviamente, denuncié el hecho y continué mi labor.

El siguiente capítulo de este intento de “asesinato de la voz” tiene fecha fija. El próximo 4 de agosto una delegación de miembros de la Red Informativa Virtin, un grupo de presión pro FARC que opera en Colombia --mamertos les llaman en ese país- le hará entrega al Dr. Gustavo Bell Lemos, director de El Heraldo de Barranquilla, de unos cuantos centenares de peticiones de diversas partes de América, todas de la misma cuerda política, para que cancelen mi columna. Según revelan ellos mismos en sus publicaciones de internet, la operación de recogida de firmas la ha coordinado desde La Habana la señora Rosa Cristina Báez Valdés, persona designada por la Seguridad del Estado para estos menesteres policiacos.

¿Por qué esta exagerada fijación de los servicios secretos cubanos en mi contra?

Según me cuentan algunos desertores de alto rango, en su momento fue el propio Fidel Castro el que decidió que su aparato de propaganda y difamación me colocara en el punto de mira. Parece que le irritaban mis comentarios sobre su gobierno y, sobre todo, mis análisis sobre su personalidad psicopática y sus limitaciones morales e intelectuales. En realidad, no sé exactamente por qué me odia. Lo único que se me hace evidente es que quiere “asesinar” mi voz.

Cortesía Firmas Press

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Historias interminables

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De lo finito a lo infinito. De la genética al hombre cibernético (Benya Publishers, Miami, 2008), como el título indica, es la historia de muchas cosas. Una historia del cosmos y de los ciclos vitales. De la astrofísica y de la antropología. Del hombre y de las galaxias. Montado sobre un lenguaje urgente, pero minucioso, que trabaja el hueso de la información para extenderse en ramificaciones incesantes, este libro confirma a su autor, Juan Benemelis, como uno de los más importantes autores contemporáneos.

Cuatrocientas páginas de un libro vasto más allá de sus cuatrocientas páginas. Es raro constatar, en el ámbito cubano, la existencia de escritores como Benemelis, capaces de fundir en un solo molde, concretamente en volúmenes como éste, al científico, al filósofo, al periodista. Y todo ello mientras se conservan los timbres de una prosa precisa, que a ratos puede jugar, sin embargo, con recursos tan literarios como la metáfora o la enumeración caótica. “Esta específica tecno-cultura planetaria que nos ha conducido hasta los principios del siglo XXI se ha internado en un laberinto sin escapes”, nos advierte el autor. “La curva de la urbanización iniciada en el siglo XIX y la generalización de los electromotores del siglo XX han impreso su ritmo en los volúmenes energéticos consumidos”.

En este libro, Benemelis no se detiene ante nada. A través de catorce extensos capítulos, vertiginosos en su fecundidad, aborda El Catastrofismo, Un planeta en caos, La sociedad biogenética, El mundo paralelo, Un mundo más sabio, Gaia: El planeta agua, La civilización cibernética, El sistema solar, La vida extra-terrestre, La civilización solar, Súper civilizaciones, La astrofísica, El Big Bang y Lo infinito y el colapso. No se detiene siquiera ante el pesimismo objetivo que algunas páginas de De lo finito a lo infinito deslizan, y apuesta por la continuidad: “El dominio de la molécula del ADN nos llevará a influir en la composición y estructura de los organismos vivos, alcanzando la solución de las enfermedades y la ampliación de la inteligencia. Todo ello incrementará el nivel de vida y el consumo, liquidando el subdesarrollo, las enfermedades que atacan el sistema inmunológico y deteniendo el actual envejecimiento prematuro”.

Mientras recorre este libro, el lector tiene la impresión de sumergirse en una historia sin fin, que recrea a escala de vértigo la aventura de la creación y se proyecta hacia el futuro abriendo puertas, cerrando interrogantes. Verdad que corren días urgentes, nadie tiene tiempo de nada, leemos a contraluz –si es que leemos-, atisbando en la distancia, en los aviones, en las clínicas, mientras esperamos que llegue el oculista, pero este volumen posee la rara facultad de aunar en un mismo paquete suspenso y erudición, densidad y premura. Como toda obra de quilates, se puede leer en cualquier lugar y en cualquier momento.

Parafraseando a Michael Ende, Benemelis nos regala en De lo finito a lo infinito una proliferación de historias interminables, cocidas en el fuego de la imaginación, el dato científico y la curiosidad antropológica. Todo ello mientras nos deja claro que, para decirlo en buen cubano, “hay que ponerse las pilas”: Disponemos, como raza humana, de sólo cuatro mil millones de años para crear las condiciones objetivas que nos permitan escapar, a través del espacio, del definitivo cataclismo que extinguirá el planeta Tierra, y con él la vida tal y como la conocemos. No dejen de leer este libro.

Cortesía El Nuevo Herald

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Una entrevista con Rodrigo de la Luz

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Con la poesía de Rodrigo de la Luz (Las Villas, 1969) no suele haber términos medios. Dueño de un registro impredecible, en el que el humor, la nostalgia y ciertos tics surrealistas confluyen en una suerte de estética naif, a ratos lúdica, es en la plástica, probablemente, donde su creatividad encuentra el escenario por antonomasia. Recomiendo, en particular, sus figuras montadas a base de objetos desechables, en las que con frecuencia alcanza momentos geniales.

Con varias exposiciones personales en su haber y dos poemarios publicados –Mujer de invierno y Poesía viva-, De la Luz es ya parte consustancial del entramado cultural miamense.

¿Cómo te interesa definirte, como poeta o como artista plástico?

No pudiera renunciar a ninguna de estas dos vocaciones. Me gustan todas las ramas del arte, desde el gesto de un actor en su perfil, al trazo de un pintor, sus raros símbolos, a las frases de un poeta, el giro de una bailarina, etcétera. Pero con la pintura y la poesía tengo una afinidad especial.

¿Cuáles son los obstáculos y ventajas que has encontrado a la hora de desarrollar una carrera como artista y escritor en Miami?

Miami es un buen lugar para hacer arte. Al principio no lo entendía así, pues el arte también es una noción de patria. Va con uno a donde uno vaya, y aquí en Miami pienso que a muchos les ha pasado lo mismo. A propósito, deberíamos aprender a apostar por los artistas del patio. Ellos también han saltado los mismos obstáculos que yo.

Los obstáculos son los mismos que han afrontado a través de los años casi todos los artistas. Sin embargo, a veces los artistas hispanos tenemos que enfrentarnos a los prejuicios de algunos en Estados Unidos. Me entristece ver como ese tipo de prejuicio ha causado que tantos niños se hayan quedado solos porque sus padres han sido deportados.

No obstante, debo reconocer que los artistas de mi generación han tenido menos problemas en Miami gracias a una creciente comunidad hispana interesada en las artes. En esto precisamente radica la ventaja de ser un artista y poeta hispano en esta ciudad.

Lo que es bueno para Miami también nos favorece a cada uno de nosotros personalmente. Después de todo, aquí viven Gustavo Acosta, José Bedia, Tony López, Carbonell, Rafael Soriano, Carlos Estévez, María Martínez-Cañas, Rubén Torres-Llorca, Glexis Novoa, etcétera. Aquí han dejado su huella Cundo Bermúdez, Mijares, Carlos Alfonzo y otros grandes artistas.

En el plano de la literatura han contribuido al desarrollo cultural de Miami excelentes escritores, como Daína Chaviano, José Abreu-Felipe, Carlos Alberto Montaner, José Lorenzo Fuentes, Reinaldo García Ramos, Juan Cueto o Enrique Ros. También aquí vivieron y fallecieron escritores de la talla de Lydia Cabrera, Enrique Labrador Ruiz, Carlos Victoria y Luis Aguilar León.

¿Qué dejaste en Cuba que te hubiera gustado tener en el exilio?

Más bien a quién dejé en Cuba…a mi madre, primos, sobrinos y tantos amigos que quería con el alma. También pienso en muchos niños muy pobres que conocí y que me hubiera gustado hacer algo por ellos. No pierdo la esperanza de fundar una organización que recoja juguetes, aunque sean de uso, para repartir a tantos niños cubanos que no tienen nada. Con lo que botan los niños de aquí, muchos de los de allá serían felices. Los que gozamos de esta dicha no debemos olvidarnos de los de allá. A veces recuerdo a los niños durante la dictadura de Ceaucescu, en los orfanatos de Rumanía, y me horroriza pensar que eso pueda estar sucediendo en la isla.

¿Te consideras un incomprendido?

Soy un poeta popular. Ser incomprendido es un lujo que no me puedo dar en estos tiempos, más hoy en día, que si no logras que te lean en vida después de muerto menos lo harán. Lo contrario, al parecer, fue lo que pasó con Franz Kafka y unos pocos más. A Lezama no le interesaba que lo comprendieran. Sabía que estaba escribiendo una obra sin parangón, pero a estos actuales incomprendidos por naturaleza no sólo no se les comprende como poetas sino que, además, como personas no se comprenden ni ellos mismos. Prefiero a los que saben para dónde van, así sea para el infierno.

¿Te consideras un trabajador?

Sí, trabajo mucho, siempre buscando dar lo mejor de mí, como poeta y como artista. Creo que todos los artistas serios lo hacen. A veces no estoy inspirado, pero sigo trabajando. Mientras respire estaré recreando una imagen, cantando una canción o preparando un poema, una frase.

¿Proyectos para un futuro inmediato?

Me gusta lo impredecible, que me sorprendan las musas…

Tengo hace mucho tiempo un poemario listo para publicar, llamado Mío Mundo, al que al parecer le pasará lo mismo que a Poesía Viva, destinado por años a la gaveta. Este libro es una continuación de mis dos libros anteriores en cuanto a contenido, forma y estructura, aunque siempre se aprecia cierta evolución.

Tengo prevista una lectura este 17 de septiembre con el escritor Rodolfo Martínez Sotomayor, la cual se intitula Noche de divertimentos a propósito del Mes de la Hispanidad, en el Barnes & Noble de Coral Gables. Me gustaría resaltar la importancia de los hispanos en la cultura del sur de la Florida por medio de este evento.

En cuanto al arte, estoy terminando una serie que se llamará Máscaras Estáticas, para exhibirla en una galería local.

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El Reducto que los ingleses se negaron a canjear por la Florida

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Autor: Armando Añel

Armando Añel

Escritor, periodista y editor. Reside en Miami, Florida.
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