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Montaner: El asesinato de la voz

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un artículo de Carlos Alberto Montaner

Afirma el diario Granma que el ex embajador norteamericano Otto Reich y yo asesoramos al gobierno que derrocó al presidente Zelaya en Honduras. Naturalmente, esa es una burda falsedad. Reich la ha desmentido. Yo lo hago ahora con el mayor énfasis. No conozco al señor Micheletti ni a los militares que depusieron a Zelaya. No tengo la menor relación con ese evento. Se trata de una acusación absolutamente infundada y delirante propia del desacreditado periodismo cubano.

Por supuesto, no estamos ante un error inocente, sino frente a una calumnia muy bien estudiada. Primero, un agente de influencia del régimen situado en Miami, un viejo periodista al servicio del gobierno de Castro, dijo en su hora radial que hay un informe secreto de un país europeo que afirma que Reich y yo somos asesores de los golpistas. No reveló de qué país se trataba ni cómo él obtuvo esa información. No podía hacerlo: es una pura invención. La calumnia, plantada en la radio, inmediatamente se abrió paso por internet hasta La Habana. Allí, los jefes del agente de influencia la reprodujeron en Granma y toda la radio cubana y las cadenas de noticia la lanzaron al exterior. Inmediatamente, muchos medios de comunicación del mundo entero la reprodujeron sin detenerse a verificar el contenido. Gracias a internet, ese efecto se multiplicó por mil en un instante.

¿Por qué mienten? Muy sencillo: propaganda, desinformación, “medidas especiales” propias de los gobiernos totalitarios. En inglés existe una expresión muy gráfica para cierto tipo de difamación extrema: character assassination. Consiste en destruir metódicamente la imagen de una persona hasta convertirla en una figura repugnante a la que nadie desea vincularse. Contra los escritores incómodos existe una variante igualmente vil: el “asesinato de la voz”. La campaña se encamina a intentar silenciarlos mediante calumnias, amenazas y presiones de todo tipo sobre ellos y sobre los medios que divulgan sus ideas.

Este episodio no es nuevo. Hace muchos años que padezco ininterrumpidamente una de esas operaciones de los servicios de inteligencia. En 1980, Jesús Arboleya, alto oficial de la Dirección General de Inteligencia de Cuba, le explicó al profesor Lisandro Pérez de Florida International University que se interrumpían los contactos académicos entre el gobierno de Castro y el Instituto de Estudios Cubanos de Miami mientras yo escribiera en el boletín de la Institución. Para honra del IEC, jamás me pidieron que dejara de colaborar.

A partir de ese momento, el gobierno cubano, por medio de su vasta red de colaboradores, se ha dedicado a propagar sistemáticamente dos falsedades que jamás ha podido probar: unos supuestos vínculos con la CIA, que nunca he tenido, y un pretendido pasado terrorista que, por supuesto, es totalmente falso. Esos son los dos caballos de batalla en los que montan sus campañas.

A veces las presiones son más intensas. A fines de los años 80 los servicios cubanos de inteligencia me enviaron a mi oficina de Madrid un libro bomba titulado Una muerte muy dulce. Querían asustarme para que me callara. La bomba no estaba preparada para que estallara. Era sólo una macabra amenaza. Acababa de publicar un libro que les irritó mucho: Fidel Castro y la revolución cubana, y pretendían que no siguiera escribiendo. Obviamente, denuncié el hecho y continué mi labor.

El siguiente capítulo de este intento de “asesinato de la voz” tiene fecha fija. El próximo 4 de agosto una delegación de miembros de la Red Informativa Virtin, un grupo de presión pro FARC que opera en Colombia --mamertos les llaman en ese país- le hará entrega al Dr. Gustavo Bell Lemos, director de El Heraldo de Barranquilla, de unos cuantos centenares de peticiones de diversas partes de América, todas de la misma cuerda política, para que cancelen mi columna. Según revelan ellos mismos en sus publicaciones de internet, la operación de recogida de firmas la ha coordinado desde La Habana la señora Rosa Cristina Báez Valdés, persona designada por la Seguridad del Estado para estos menesteres policiacos.

¿Por qué esta exagerada fijación de los servicios secretos cubanos en mi contra?

Según me cuentan algunos desertores de alto rango, en su momento fue el propio Fidel Castro el que decidió que su aparato de propaganda y difamación me colocara en el punto de mira. Parece que le irritaban mis comentarios sobre su gobierno y, sobre todo, mis análisis sobre su personalidad psicopática y sus limitaciones morales e intelectuales. En realidad, no sé exactamente por qué me odia. Lo único que se me hace evidente es que quiere “asesinar” mi voz.

Cortesía Firmas Press

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Historias interminables

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De lo finito a lo infinito. De la genética al hombre cibernético (Benya Publishers, Miami, 2008), como el título indica, es la historia de muchas cosas. Una historia del cosmos y de los ciclos vitales. De la astrofísica y de la antropología. Del hombre y de las galaxias. Montado sobre un lenguaje urgente, pero minucioso, que trabaja el hueso de la información para extenderse en ramificaciones incesantes, este libro confirma a su autor, Juan Benemelis, como uno de los más importantes autores contemporáneos.

Cuatrocientas páginas de un libro vasto más allá de sus cuatrocientas páginas. Es raro constatar, en el ámbito cubano, la existencia de escritores como Benemelis, capaces de fundir en un solo molde, concretamente en volúmenes como éste, al científico, al filósofo, al periodista. Y todo ello mientras se conservan los timbres de una prosa precisa, que a ratos puede jugar, sin embargo, con recursos tan literarios como la metáfora o la enumeración caótica. “Esta específica tecno-cultura planetaria que nos ha conducido hasta los principios del siglo XXI se ha internado en un laberinto sin escapes”, nos advierte el autor. “La curva de la urbanización iniciada en el siglo XIX y la generalización de los electromotores del siglo XX han impreso su ritmo en los volúmenes energéticos consumidos”.

En este libro, Benemelis no se detiene ante nada. A través de catorce extensos capítulos, vertiginosos en su fecundidad, aborda El Catastrofismo, Un planeta en caos, La sociedad biogenética, El mundo paralelo, Un mundo más sabio, Gaia: El planeta agua, La civilización cibernética, El sistema solar, La vida extra-terrestre, La civilización solar, Súper civilizaciones, La astrofísica, El Big Bang y Lo infinito y el colapso. No se detiene siquiera ante el pesimismo objetivo que algunas páginas de De lo finito a lo infinito deslizan, y apuesta por la continuidad: “El dominio de la molécula del ADN nos llevará a influir en la composición y estructura de los organismos vivos, alcanzando la solución de las enfermedades y la ampliación de la inteligencia. Todo ello incrementará el nivel de vida y el consumo, liquidando el subdesarrollo, las enfermedades que atacan el sistema inmunológico y deteniendo el actual envejecimiento prematuro”.

Mientras recorre este libro, el lector tiene la impresión de sumergirse en una historia sin fin, que recrea a escala de vértigo la aventura de la creación y se proyecta hacia el futuro abriendo puertas, cerrando interrogantes. Verdad que corren días urgentes, nadie tiene tiempo de nada, leemos a contraluz –si es que leemos-, atisbando en la distancia, en los aviones, en las clínicas, mientras esperamos que llegue el oculista, pero este volumen posee la rara facultad de aunar en un mismo paquete suspenso y erudición, densidad y premura. Como toda obra de quilates, se puede leer en cualquier lugar y en cualquier momento.

Parafraseando a Michael Ende, Benemelis nos regala en De lo finito a lo infinito una proliferación de historias interminables, cocidas en el fuego de la imaginación, el dato científico y la curiosidad antropológica. Todo ello mientras nos deja claro que, para decirlo en buen cubano, “hay que ponerse las pilas”: Disponemos, como raza humana, de sólo cuatro mil millones de años para crear las condiciones objetivas que nos permitan escapar, a través del espacio, del definitivo cataclismo que extinguirá el planeta Tierra, y con él la vida tal y como la conocemos. No dejen de leer este libro.

Cortesía El Nuevo Herald

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Una entrevista con Rodrigo de la Luz

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Con la poesía de Rodrigo de la Luz (Las Villas, 1969) no suele haber términos medios. Dueño de un registro impredecible, en el que el humor, la nostalgia y ciertos tics surrealistas confluyen en una suerte de estética naif, a ratos lúdica, es en la plástica, probablemente, donde su creatividad encuentra el escenario por antonomasia. Recomiendo, en particular, sus figuras montadas a base de objetos desechables, en las que con frecuencia alcanza momentos geniales.

Con varias exposiciones personales en su haber y dos poemarios publicados –Mujer de invierno y Poesía viva-, De la Luz es ya parte consustancial del entramado cultural miamense.

¿Cómo te interesa definirte, como poeta o como artista plástico?

No pudiera renunciar a ninguna de estas dos vocaciones. Me gustan todas las ramas del arte, desde el gesto de un actor en su perfil, al trazo de un pintor, sus raros símbolos, a las frases de un poeta, el giro de una bailarina, etcétera. Pero con la pintura y la poesía tengo una afinidad especial.

¿Cuáles son los obstáculos y ventajas que has encontrado a la hora de desarrollar una carrera como artista y escritor en Miami?

Miami es un buen lugar para hacer arte. Al principio no lo entendía así, pues el arte también es una noción de patria. Va con uno a donde uno vaya, y aquí en Miami pienso que a muchos les ha pasado lo mismo. A propósito, deberíamos aprender a apostar por los artistas del patio. Ellos también han saltado los mismos obstáculos que yo.

Los obstáculos son los mismos que han afrontado a través de los años casi todos los artistas. Sin embargo, a veces los artistas hispanos tenemos que enfrentarnos a los prejuicios de algunos en Estados Unidos. Me entristece ver como ese tipo de prejuicio ha causado que tantos niños se hayan quedado solos porque sus padres han sido deportados.

No obstante, debo reconocer que los artistas de mi generación han tenido menos problemas en Miami gracias a una creciente comunidad hispana interesada en las artes. En esto precisamente radica la ventaja de ser un artista y poeta hispano en esta ciudad.

Lo que es bueno para Miami también nos favorece a cada uno de nosotros personalmente. Después de todo, aquí viven Gustavo Acosta, José Bedia, Tony López, Carbonell, Rafael Soriano, Carlos Estévez, María Martínez-Cañas, Rubén Torres-Llorca, Glexis Novoa, etcétera. Aquí han dejado su huella Cundo Bermúdez, Mijares, Carlos Alfonzo y otros grandes artistas.

En el plano de la literatura han contribuido al desarrollo cultural de Miami excelentes escritores, como Daína Chaviano, José Abreu-Felipe, Carlos Alberto Montaner, José Lorenzo Fuentes, Reinaldo García Ramos, Juan Cueto o Enrique Ros. También aquí vivieron y fallecieron escritores de la talla de Lydia Cabrera, Enrique Labrador Ruiz, Carlos Victoria y Luis Aguilar León.

¿Qué dejaste en Cuba que te hubiera gustado tener en el exilio?

Más bien a quién dejé en Cuba…a mi madre, primos, sobrinos y tantos amigos que quería con el alma. También pienso en muchos niños muy pobres que conocí y que me hubiera gustado hacer algo por ellos. No pierdo la esperanza de fundar una organización que recoja juguetes, aunque sean de uso, para repartir a tantos niños cubanos que no tienen nada. Con lo que botan los niños de aquí, muchos de los de allá serían felices. Los que gozamos de esta dicha no debemos olvidarnos de los de allá. A veces recuerdo a los niños durante la dictadura de Ceaucescu, en los orfanatos de Rumanía, y me horroriza pensar que eso pueda estar sucediendo en la isla.

¿Te consideras un incomprendido?

Soy un poeta popular. Ser incomprendido es un lujo que no me puedo dar en estos tiempos, más hoy en día, que si no logras que te lean en vida después de muerto menos lo harán. Lo contrario, al parecer, fue lo que pasó con Franz Kafka y unos pocos más. A Lezama no le interesaba que lo comprendieran. Sabía que estaba escribiendo una obra sin parangón, pero a estos actuales incomprendidos por naturaleza no sólo no se les comprende como poetas sino que, además, como personas no se comprenden ni ellos mismos. Prefiero a los que saben para dónde van, así sea para el infierno.

¿Te consideras un trabajador?

Sí, trabajo mucho, siempre buscando dar lo mejor de mí, como poeta y como artista. Creo que todos los artistas serios lo hacen. A veces no estoy inspirado, pero sigo trabajando. Mientras respire estaré recreando una imagen, cantando una canción o preparando un poema, una frase.

¿Proyectos para un futuro inmediato?

Me gusta lo impredecible, que me sorprendan las musas…

Tengo hace mucho tiempo un poemario listo para publicar, llamado Mío Mundo, al que al parecer le pasará lo mismo que a Poesía Viva, destinado por años a la gaveta. Este libro es una continuación de mis dos libros anteriores en cuanto a contenido, forma y estructura, aunque siempre se aprecia cierta evolución.

Tengo prevista una lectura este 17 de septiembre con el escritor Rodolfo Martínez Sotomayor, la cual se intitula Noche de divertimentos a propósito del Mes de la Hispanidad, en el Barnes & Noble de Coral Gables. Me gustaría resaltar la importancia de los hispanos en la cultura del sur de la Florida por medio de este evento.

En cuanto al arte, estoy terminando una serie que se llamará Máscaras Estáticas, para exhibirla en una galería local.

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Vázquez Portal en Hialeah

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La editorial Nueva Prensa Cubana y el alcalde de Hialeah, Julio Robaina, invitan a la presentación este jueves 9 de julio, a las 6:30 p.m., de Velo de cristal, el último poemario del escritor y periodista Manuel Vázquez Portal (Morón, 1951).

La presentación tendrá lugar en la Biblioteca Pública Walker (800 West 29th Street., Hialeah, FL 33012).

El libro, cuya versión en inglés -Cristal Veil- también estará a la venta, será presentado por el historiador y periodista Alvaro Alva. La edición inglesa ha estado a cargo de la poetisa Rachel Simhon.

Vázquez Portal ha recibido el Premio Internacional de Libertad de Expresión del CPJ y el Premio Internacional de Libertad de Expresión Hellman Hammett, de Human Rights Watch. Ha publicado, entre otros, los libros A mano abierta, Del pecho como una gota, Fábrica de antojos, Amar a fondo, Celda número cero y Escrito sin permiso. En el verano de 1998 fundó el Grupo de Trabajo Decoro, de periodismo independiente, y en abril de 2003 fue condenado a 18 años de cárcel por el régimen castrista. Fue liberado en 2004 por razones de salud.

Para más detalles sobre la presentación, usted puede llamar al 305-883-6317. Los organizadores ofrecerán un tentempié.



El color de los tamales

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¿Puede hablarse, a estas alturas, de complot contra Honduras? Creo que sí. Y no porque se condene casi unánimemente el hecho -para gustos se han hecho las interpretaciones- de que se expulse del país al ex presidente Zelaya, sino porque no ha habido una sola denuncia, crítica o especificación de los gobiernos y organismos involucrados en la condena a Honduras en lo que se refiere a las numerosas violaciones del estado de derecho cometidas, previamente, por el expulsado.

Es decir, toda acción tiene su consecuencia. Cuando Zelaya violó una por una las reglas del juego democrático, comenzando por las que establece la Constitución que juró obedecer, estaba arriesgando su pellejo presidencial. El presidente, al menos en Honduras –bendita Carta Magna, me comentaba un entendido-, no está por encima de la estructura constitucional, democrática, legal, que se ha dado el país, sino a la inversa. Y es este detalle, primordial en toda esta historia, el que debería guiar los pasos de la comunidad internacional.

Ahora ya hay un muerto, quizás dos, que habrá que cargar a la irresponsabilidad y miopía política de quienes, por activa o por pasiva, dan ala a Zelaya. Y no sólo ala retórica, pues las denuncias de financiamiento a los “seguidores” de Zelaya, procedente de Venezuela y Nicaragua, son cada vez más abundantes. Por cierto, ya Daniel Ortega, por si no bastara Hugo Chávez, ha amenazado con intervenir directamente.

Con el complot contra Honduras, la comunidad internacional está sentando un peligroso precedente. Por primera vez en mucho tiempo, en una región institucionalmente tan frágil como la latinoamericana, la democracia, su marco constitucional, sus leyes, funcionan en tanto dique de contención contra la marea del totalitarismo. ¿Y cómo reaccionan los gobiernos y organismos llamados a proteger el estado de derecho, aquellos que supuestamente deberían aplaudir el buen funcionamiento de dichas estructuras e instituciones? Se complotan contra quienes defienden la legalidad y lo hacen de la mano, precisamente, de un militarote confeso y de un organismo desprestigiado: el golpista Chávez y la Organización de Estados Americanos (OEA).

Todo el mundo se enfoca en la chapuza de la expulsión de Zelaya. Todo el mundo omite las violaciones e intentos golpistas del gran chapucero y causante directo de la chapuza, el propio expulsado. Todo el mundo denuncia la forma y, casualidad de casualidades, nadie repara en el contenido. Les importa el color, no el sabor de los tamales. Lo dicho, la cosa huele a complot.

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El Reducto que los ingleses se negaron a canjear por la Florida

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Autor: Armando Añel

Armando Añel

Escritor, periodista y editor. Reside en Miami, Florida.
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