Actualizado: 02/05/2024 23:14
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La columna de Ramón

Carta a Carolina Poncet y de Cárdenas

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El secreto de esa actitud arrasadora es que había nacido en Guanabacoa en una fecha tremenda: el 13 de agosto de 1879. Nacer en Guanabacoa y ese preciso día, dota a las personas de algo que un científico francés ha llamado “don de mando”, que traducido al lenguaje cubano quiere decir que arrempujaba usted lo que fuese, sin importarle que doliese. Para eso era experta en gramática y, sobre todo, en elocución, que todavía no sé muy bien cómo se come, pero impresiona cantidad. Si alguien dice: “Cuidao con ése, que es experto en elocución”, hay que bajarse de la acera. Un elocutivo causa pavor.

De ñapa, le sabía muchísimo también a la Literatura Española y Cubana, lo que no era, en aquella época, algo sobrenatural, pues todavía no se había inventado el Premio Planeta. Se agarraba algo de Góngora, un poco de Quevedo, cierto Arcipreste de Hita y cuatro libras de Cervantes, y ya daba un semestre. En lo insular estaba más que chupao. Los escritores del patio se estaban muriendo por esos días.

En 1915 no era usted una improvisada. Doce años atrás había sido elegida Mejor Maestra del país. Y hasta la mandaron a Harvard, a recibir un curso de Pedagogía, que le sirvió para tener el plan Harvard. En 1905 le aprobaron un librito para ser texto oficial de todas las escuelas cubanas. Lo tituló Lecciones de Lenguaje. Entonces la gente podía escribir textos oficiales, y se los aprobaban. Ya sabemos cómo se ha puesto ese renglón hoy día. No contenta, en 1913 se alzó con un premio con su tesis El romance en Cuba, que creo recordar sirvió más tarde para el guión de la película Romance del Palmar.

Luego se puso a investigar en el romancero español, en lo que hizo su verdadero aporte para las nuevas generaciones. Gracias a su tesón podemos cantar, con orgullo y raíz hispana, ese himno estremecedor en honor a un mártir internacionalista, y que dice: “Mambru se fue a la guerra, qué dolor, qué dolor, qué pena”, en su versión clásica, y no en la vertiente bufa, que envía al guerrero a lomos de una perra.

A pesar de esa vida ejemplar, y de haber sido miembro —o miembra— de la Academia Cubana de la Lengua, fue tirada a mondongo porque pasó de Librepensadora a una ferviente fe religiosa. Murió en Marianao en 1969, posiblemente rezando, pendiente de lo que iba llegando a la bodega. Tal vez amenizara las colas con aquellos romances antiguos de los que sabía tanto. No dejo de reconocer que llegó bastante lejos. De Guanabacoa a Marianao. Para como anda el transporte ahora mismo, es una tirada asombrosa.

Muy gramatical y con el ano nimio,
Ramón


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