Actualizado: 22/04/2024 20:20
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Humor

Carta a Consuelito Vidal (I)

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Sé que todo ser humano tiene derecho a defectar, lo mismo sentado que parado. Uno defecta como le venga en ganas, de acuerdo a su constitución y a la Constitución, lo que no constituye un defecto en sí mismo. Por encima de todo está tu altura como artista, y tu humanidad compleja, llena de complexión, aunque yo sepa que tu voz me acompañará en mis minutos postreros con aquella cosa horrible del gatico avinagrado que estaba hecho de algodón, cuando ya faltaba el producto para que las mujeres menstruaran alegremente a gatas.

Lo cierto —que es como decir lo innegable, lo exacto, lo irrebatible, lo literal— es que le alegraste la existencia al cubano durante miles de años. Y qué digo miles, cientos de años. Lo mismo al cubano de a pie que al mutilado que había perdido la loconoción del tiempo. Lo mismo al del interior que al cubano que ha aguantado a pie firme a lo largo del literal isleño. Nada más entrar en pantalla, ya eras como un remanso de alegría, como un salto de dicha, como un bálsamo para el esófago. Eso te salva, nos salva, y resultaba el mejor consuelo para esta Vidal tan complicadita que hemos llevadol.

Y eso nos pasó con la televisión, la radio y el cine. Y no importaba que te escondieras detrás de aquel muñeco aborrecible y tieso que quería ser "amigo" con sus amiguitos. Al fin y al cabo, y sin intención previa, nos enseñaste que detrás de cualquier muñeco hay una mano que la maneja y una voz que le dicta lo que dice, con lo cual éramos "amigos" del otro "amiguito". Y luego, durante mucho más tiempo, haciendo que el miércoles no fuese ese día atravesado en la semana, haciendo un dúo más dinámico que el Dúo Dinámico, con Cerero Brito en "Detrás de la fachada", que pasará a la historia como el guante más ‡gil, divertido, bien llevado, agradable, divertido y ágil de nuestra historia televisiva, un duodeno en toda la silla de extensión de la palabra.

Creo que de allí, de esa fachada, salieron muchas ideas fijas que se colaron, como perlas preciosas que se agolpan unas con otras y por eso no me matan, en la mentalidad del cubano de a pie —e incluso del que ya no poesía pieses, como afirmé— que te han puesto en el pedestal nacional como ejemplo imperedecero de excepcional ser nacional. A mí me sueltan eso de ejemplo imperecedero y saco turno en el médico corriendo, aunque sea por siempre un cubano de a pie.

Sumando todos los atributos que te atribuyeron, se hizo un mejunje gentil de cómo debía ser la mujer de nuestra tierra: vivaracha, campechana, sencilla, graciosa, esbelta, esbértida, transgénica, delgada, dicharachera, curiosa, habladora, conversadora, discreta, pasional, elegante, lista, preparada, maternal, pedernal, amorosa, guajira, amorosa guajira, sensual, firme, que firme sensual cualquier cosa censual y puntual, aguerrida, marcial, zalamera, marcialmente zalamera, decidida, locuaz, discreta, confiable, desprendida, protectora, coqueta sin llegar a ser carretilla, profunda, tierna, violenta y tierna, de tiernas largas y fuertes, generosa, participativa sin llegar tampoco a ser carretilla, iluminada, inmaculada, inmarcesible, sumergible, manuable sin llegar a ser carretillón, invicta, inmortal, misteriosa, clara y una pila de nombres y nombretes más.

Cuando se logra tener a una cubana con todos esos adornos, ya es un ejemplar de museo, o vienen aparejados con dolencias graves, porque no se puede ser discreta, manejable, sensual y aguerrida. O si se pasa en lo locuaz ya deja de ser confiable. O de tan campechana parece carretilla si lleva leve coquetería. Y si de pronto le da por ser firme, aguerrida, marcial, esbértida, violenta y tierna, inmarcesible e invicta, ya no es una mujer, sino la tintorera que mencionaba Ñico Saquito, y la gente comienza a sospechar que algo tiene de "pan con pan" y de Cabo Pepe, y que oculta a un abnegado apagador de incendios en su interior.