Actualizado: 22/04/2024 20:20
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Carta a la perrita Laika

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En qué calle te encontraron, qué edad tenías, o cuál era tu prontuario delictivo, fue ocultado minuciosa y solemnemente por la prensa socialista. Sin embargo, nos han llegado otros testimonios escritos que arrojan luz en la metodología empleada en aquellos años. Según ellos, te seleccionaron para la misión, junto a otros dos canes —que serían, posiblemente, tus edecanes—: Albina y Mushka. Al final fuiste tu quien se llevó, metafóricamente, el gato al agua. Este fragmento que pego aquí a continuación es una joya si queremos entender el razonamiento del hombre socialista que planifica, con minuciosidad y encabalgamiento, hasta la cantidad de vodka que le llevará en el futuro a Novosibirsk:

"El nombre de Laika proviene de la raza de perros rusos (¿no ven?, lo dicen ellos mismos) a la que pertenece (he buscado inútilmente esa raza de laicas. Posiblemente se extinguiera dando paso a una flamante raza de cámaras fotográficas llamadas Leikas). Fue elegida para la misión (están hablando de ti) por su facultad de permanecer calmada durante largos periodos de tiempo (esa es la máxima aspiración de toda sociedad comunista). Una vez escogida (no se escoge a cualquiera. Hay que pasar un tamiz, una selección, una rigurosa evaluación) fue duramente entrenada para que permaneciera en pequeños habitáculos sin alterarse".

No niego que tu experimento haya sido útil en el inicio de la carrera espacial. Pero reflexionando sobre esa última frase, comprendo que resultaste más que útil para la planificación urbanística. A partir de 1957, millones de seres humanos del campo socialista comenzaron también a ser "duramente entrenados para permanecer en pequeños habitáculos sin alterarse". Considero que tu caso fue el resultado de arduos análisis y comprobaciones, planificaciones y desajustes. Josef Stalin, veinte años antes, quiso hacer desaparecer a los gitanos, pero fracasó estrepitosamente: no había comenzado la carrera espacial y es sumamente difícil introducir a un gitano en un cohete con su oso, su violín, y su familia. Se daría cuenta, tarde o temprano, que no estaba en su carromato.

De manera que el hombre de hierro eligió un modo más rápido y seguro: matarlos o ahuyentarlos. Hizo lo mismo con sus enemigos políticos, y en ese caso todo fue mejor organizado: los ahuyentaba enviándolos a la Siberia. Hay que ver la cantidad de ahuyentados que todavía pululan por este mundo gracias al ejemplo del padrecito. Un imitador caribeño, Científico Mayor, experimentó más tarde con animales de gran tamaño. Logró poner en órbita el ganado vacuno con un éxito innegable. En la Isla no aparecen ejemplares, y todos dicen que la carne de res está por las nubes. El cubano de hoy día se las pasa mirando al cielo, y no se sabe bien si espera ayuda divina o la caída de una nave repleta de vacas.

Hay mucho de crueldad en tu viaje al cosmos. No era la primera vez que los soviéticos experimentaban con animales, ni sería la œltima. Son conocidos muchos planes agrícolas utilizando mujiks del Don. Y no pararon de enviar perros al espacio hasta que Moscú pareció durante bastante tiempo una ciudad limpia. También enviaron bacterias al cosmos, aunque el coste los hizo desistir. Entonces las enviaban al extranjero en forma de técnicos extranjeros. No solamente fue malvado lanzarte en un cilindro sin retorno, sino que todo sonaba mucho más terrible en esta descripción que cito: "La cápsula en la que Laika fue colocada estaba presurizada y tenía forma elipsoidal".