Actualizado: 06/05/2024 0:13
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Corrupción: el círculo vicioso

¿Está en condiciones Castro de 'tomar el toro por los cuernos'?

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El origen del delito y de la corrupción generalizada en la sociedad cubana actual radica, en primer lugar, en la absoluta imposibilidad del cubano de vivir de su salario. Mas iluso sería pretender que los jubilados u otras personas sujetas a los pobres servicios de asistencia social sean capaces de satisfacer incluso sus necesidades más elementales.

Es así que la gran mayoría de los cubanos están forzados a acudir a formas alternativas de la economía que, en muchos casos, están vinculadas al robo y a la malversación, y en otros, a la producción independiente de diversos artículos de uso y consumo, así como a la oferta de servicios que no es capaz de asumir el Estado.

El recurrente y fracasado método de atacar los efectos (la corrupción y el delito) ignorando las causas (desabastecimiento, ineficacia de la iniciativa estatal, precariedad económica, negativa a permitir el desarrollo de proyectos económicos alternativos de carácter privado, entre otras muchas), se erige como expresión de una política desgastada y obsoleta que apela, una vez más, a la conciencia de una sociedad ideológicamente fatigada y materialmente agotada por décadas de carencias, para eliminar las únicas fuentes medianamente seguras de obtención de aquello que le es necesario: el mercado negro y las ilegalidades.

Un recurso obligado

En referencia a los trabajadores sociales en activo, que desde hace más de un mes han sido destinados a la actual "batalla contra el delito", y que constituyen el nuevo baluarte del gobierno para "establecer y reforzar los controles administrativos" y preservar la economía, el colega Fabio Hurtado, destacado poeta, quien además está dotado de un fino sentido del humor, asume que sólo quedan 28.000 cubanos "puros"; es decir, una cifra bastante minúscula, comparada con los 11 millones de habitantes de esta maltratada ínsula.

Es sabido, sin embargo, que nadie sobrevive en Cuba sin delinquir. Aquí, quien no roba directamente, consume artículos robados que se venden en el mercado negro, cometiendo así delito de "receptación".

Prácticamente todos los servicios que se requieren —ya sea arreglar el refrigerador, instalar una tubería para servicio de agua o gas, realizar algún trabajo de albañilería u otro, de una lista casi infinita— son realizados por individuos que trabajan por cuenta propia y sin licencia que los autorice para tales fines, puesto que el Estado insiste en negarse a legalizar este y otros tipos de actividades particulares.