Actualizado: 29/04/2024 14:55
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Cuba, el país más seguro para la desinformación

Apropiación y tergiversación de conceptos: ¿Cómo es posible que La Habana exija la democratización de Internet?

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Con las armas de su enemigo

En eso el poder se desplaza un poco más allá del adagio popular que reza: dime de que presumes y te diré de que careces. Cuando se apropia de esos conceptos, trata y logra pervertirlos en un registro amplio de situaciones y contextos. Dicha apropiación actúa entonces como un tipo específico de fuga hacia delante, en la que el poder se defiende con las mejores armas del enemigo.

Por eso, entrar en el debate con otros temas equivale a dejar el flanco más débil al descubierto. Y antes de que me atrapen, ataco y confundo.

No obstante, el gobierno cubano no puede hablar de democratización de Internet en ninguno de los conceptos posibles. Recordemos que después de la primera de estas reuniones, celebrada en Suiza, a las autoridades de la Isla se les ocurrió implantar un catálogo de restricciones en Internet que provocaron el escándalo del mundo.

La secuela más importante de aquellas prohibiciones ha sido la dificultad de acceso a la Red de aquellos que no están debidamente autorizados dentro de una corporación particular.

En Cuba, como en algún momento el Rolex, el Alfa Romeo y la pistola, el acceso a Internet es un símbolo de poder político o económico. Este último poder ejercido también con restricciones, porque cualquier cubano que pueda sufragar los excesivos emolumentos que se cobran por este servicio, no puede sentarse en ninguno de los Telepuntos que la empresa estatal de Telecomunicaciones (ETECSA) tiene disponibles en muchos lugares de la capital y de otras provincias. Algo insólito para un medio intrínsicamente social como Internet, que cobra sentido sólo cuando una multiplicidad de actores privados y públicos se conecta individualmente entre sí.

Sin embargo, la prueba de que Internet en Cuba no es democrática no está en sí misma, sino en argumentos externos a ella. Si un ciudadano cualquiera no puede consultar en ninguna biblioteca del país la prensa anterior a los años ochenta del siglo pasado, y si el acceso a la Biblioteca Nacional José Martí requiere de un sistema de pases, con colores y todo, de modo que hay personas que simplemente no pueden acudir a este recinto "público", aunque siendo extranjeros puedan acceder a la Biblioteca del Congreso de Estados Unidos, ¿desde qué criterios se puede hablar de la democratización de Internet, en un país donde las bibliotecas no son democráticas?

Qué publicó el periódico Granma el 19 de febrero de 1979, puede ser tan importante para mí como lo que hoy mismo está diciendo el periódico El Mundo de España. A ninguno de los dos tengo acceso, desde Cuba, por una simple disposición del Estado, que nada tiene que ver con la estrechez o anchura de las bandas, en esta era de saturación informativa.


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