El dengue no cree en batallas
Higiene cotidiana y autonomía en las actuaciones de los ciudadanos: Las únicas 'armas' capaces de hacer desaparecer la epidemia para siempre.
¿Por qué si cada ciudadano puede ser un elemento activo contra ese agente, no se le brindan las posibilidades para ello? ¿Por qué para fumigar hay que esperar por el "ejército de salvación", si cada ciudadano, armado de insecticidas y un pequeño atomizador, puede ser un elemento activo contra ese enemigo? ¿Por qué para adquirir o reparar un depósito para almacenar agua o una tapa de tanque hay que esperar a que los más altos mandos autoricen su producción y venta?
¿Por qué hay tuberías de agua potable y albañal que permanecen vertiendo durante años? ¿Por qué no se informa con inmediatez la presencia de la enfermedad? Todo ello demuestra que las batallas son insuficientes para la conformación de culturas y que el paternalismo estatal inmoviliza a la ciudadanía.
Cuba, el imperio de la basura
En la versión del año 2002, además de en los salideros de agua —más del 70% de los 3.620 kilómetros de redes de tuberías estaban en mal estado y existían unos 10.000 salideros en interiores, redes y acometidas, así como 4.197 vertimientos de aguas albañales y 3.170 fosas derramando—, los principales focos estaban en los miles de metros cúbicos de desechos sólidos acumulados en las calles.
La estrecha relación entre basura amontonada y dengue quedó demostrada en la capital cuando se recogieron cerca de dos millones de metros cúbicos que, en relación con el número de habitantes, equivale a un metro cúbico de basura por cada capitalino. Es cierto que en las ciudades una persona puede llegar a producir hasta una tonelada de residuos al año; pero, por supuesto, no para recogerla de una vez, sino día a día.
La aparición de la enfermedad exige una vez más, de inmediato, una campaña para su erradicación; pero si no se toman las medidas correspondientes para solucionar sistemáticamente las causas, se procede a la conformación de una cultura ciudadana sobre la integralidad de la salud y se le brinda autonomía para actuar, en poco tiempo estaremos envueltos en una nueva batalla, y por supuesto, en un nuevo fracaso, porque el dengue, señores, no cree en batallas.
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