Actualizado: 25/04/2024 19:17
cubaencuentro.com cuba encuentro
| Cuba

Comunicación

Exaltación del equívoco

La versiones de algunos testigos que acuden a los canales de televisión de Miami tienen no pocas 'imprecisiones'.

Comentarios Enviar Imprimir

Walter Benjamin dejó caer que "articular históricamente lo pasado [supone] adueñarse de un recuerdo tal y como relumbra en un instante de peligro" (Tesis de filosofía de la historia, 1940). Si no se percibe riesgo alguno, entonces la imagen del pasado suele forjarse a gusto, para que acabe transfigurándose por la habladuría, la novelería y el equívoco.

Algo así acontece con quienes acuden a la televisión de Miami y dan testimonio de hechos ocurridos en Cuba. Un régimen tan hermético como el castrismo y un exilio cubanoamericano tan desprevenido, forman la pareja perfecta para retorcer a Marshall McLuhan y postular que la fuente es el mensaje.

Los mensajeros de la Isla que arriban al sur de la Florida ganan importancia en la medida en que hayan estado más cerca del "Máximo Dato". Y la predisposición a escucharlos, aunque sea para dar más vueltas en el redil del odio, propicia que campeen como una suerte de sindicato de la industria cultural, que siempre tiene tela por donde cortar y pulguero donde venderla.

La memoria de un testigo

Al filo de la detención de Walter Kendall Myers y su esposa, Gwendolyn Steingraber, bajo cargos de espiar durante tres décadas para Fidel Castro, uno de los escoltas emigrados del ex gobernante, el teniente coronel Juan Reinaldo Sánchez, llamó enseguida a la televisora America TeVé (Canal 41) para notificar haber recordado a Gwendolyn como miembro de la comitiva de Dakota del Sur, encabezada por los senadores demócratas George McGovern y James Abourezk, que visitó la Isla del 5 al 10 de abril de 1977.

Sánchez no pudo menos que urdir la hipótesis del reclutamiento de Gwendolyn por uno u otro de los segurosos encargados de atender a esa delegación estadounidense. Y por ahí tomó vuelo la intriga de si la inteligencia castrista fue primero íncubo que súcubo, máxime cuando salió a relucir que Steingraber trabajaba por entonces para el senador Abourezk.

Al parecer, Sánchez pasaba con éxito la difícil prueba de bailar en casa del trompo. Sin embargo, la comitiva McGovern-Abourezk incluía un equipo universitario de baloncesto masculino para reanimar la diplomacia deportiva Cuba-USA, entumecida tras la negativa de Henry Kissinger (febrero 15, 1975) a la celebración de partidos amistosos de béisbol entre la selección nacional cubana y conjuntos de las Grandes Ligas.

El director de información deportiva de la Universidad Estatal de Dakota del Sur en aquella época, Dave Martin, asevera que ni Kendall Myers ni Gwendolyn Steingraber figuraban en la delegación. Tampoco aparecen sus nombres en la lista de integrantes que guarda la Biblioteca McGovern de la Universidad Wesleyana de Dakota.

El Buró Federal de Investigaciones (FBI) precisa que el asunto había arrancado durante un viaje de Walter Kendall Myers a Cuba, con propósitos académicos, en diciembre de 1978. Y todo indica que fue reclutado con arreglo al patrón clásico de transición de "persona en estudio" a "agente o colaborador", descrito por el ex oficial José Cohen en su monografía El servicio de inteligencia castrista y la comunidad académica norteamericana (Universidad de Miami, 2002).

En blanco y negro

El pasado 16 de abril, mientras un agente encubierto del FBI se hacía pasar por seguroso de La Habana para recopilar las últimas pruebas incriminatorias contra los Myers, el teniente coronel Sánchez contaba con lujo de detalles por televisión el cáncer intestinal que, según él, padece o padeció Fidel Castro.

El ex escolta aseguró que, a poco de regresar en 1992 de España, donde rompió con su estricta dieta, Castro sufrió una fuerte recaída que lo puso al borde de la muerte. Sánchez lo habría visto sangrando por el ano y hasta sin conocimiento. Castro habría permanecido en cama casi tres meses y pasado por fisioterapia para superar la inmovilidad.

Sólo que Castro, tras pronunciar su discurso en la sesión inaugural de la II Cumbre Iberoamericana (Madrid, 23 de julio, 1992), siguió su habitual ritmo de intervenciones públicas:

  • Recibió a los atletas que asistieron a los Juegos Olímpicos de Barcelona (Palacio de la Revolución, 10 de agosto, 1992)
  • Inauguró el curso escolar (Politécnico Ejército Rebelde, Guatao, 1 de septiembre, 1992)
  • Clausuró el acto del aniversario 35 el levantamiento militar en Cienfuegos (Cienfuegos, 5 de septiembre, 1992)
  • Apabulló como siempre a los demás diputados de la Asamblea Nacional (XII Periodo Ordinario de Sesiones, Palacio de las Convenciones, 29 de octubre, 1992)
  • Abanderó al contingente de macheteros Primero de Mayo (Teatro Lázaro Peña, 23 de noviembre, 1992)
  • Celebró el Día del Constructor (Planta Tres de PPG, La Habana, 5 de diciembre, 1992)
  • Cerró el VII Foro de Piezas de Repuesto (Palacio de las Convenciones, 16 de diciembre, 1992)
  • Habló en el arribo de la nave Princesa del Caribe, que llevó a la Isla donaciones de la India (Muelle Margarito Iglesias, La Habana, 28 de diciembre, 1992)

No se puede enmarcar convalecencia alguna de Castro tras haber regresado de España. Mucho menos si al año siguiente prosiguió con su tren de discursos, incluyendo su comparecencia en la III Cumbre Iberoamericana (Salvador de Bahía, julio de 1993).

Las zonas de silencio más significativas corresponden al primer semestre de 1988 y a los primeros trimestres de 1995 y 2000. El coronel Roberto Ortega Morales, ex jefe (1984-1994) de Servicios Médicos de las FAR, afirma que Castro fue operado en 1988 de cáncer de las vías digestivas superiores.

Cultura y equívoco

Quizás el teniente coronel Juan Reinaldo Sánchez no atine a mejor articulación de las imágenes del pasado, porque no percibe el peligro que siempre se corre cuando uno se aventura frente a las cámaras.

Ni siquiera ayuda traer a colación que, además de escoltar a Castro, pasó la Escuela Superior de Contrainteligencia (Ministerio del Interior), porque acto seguido confiesa no saber si el Código Morse (creado hacia 1840 y utilizado ampliamente en las comunicaciones por radio en la última década del Siglo XIX) se empleó en la Primera Guerra Mundial.

Ni qué decir de su testimonio sobre la vaquería que Castro habría montado en la azotea del complejo conocido como "Casa de Celia Sánchez" (Vedado, Ciudad de La Habana).

Luego de atribuirlo a la obsesión de Castro por la genética, el teniente coronel Sánchez remata con que aquel había denominado F-1 al resultado del cruce entre las razas vacunas Hershey y Cebú, porque esa F venía de Fidel.

Hasta Rodolfo Frómeta sabe explicar que sus alucinantes Comandos F-4 se llaman así porque, en genética, las generaciones sucesivas de cruzamientos se designan con F y el número correspondiente. Eso de que F-1 significa "vaquita de Fidel" nos remite de nuevo a Benjamín, para quien jamás una expresión de cultura se dio sin serlo, a la vez, de barbarie.


Los comentarios son responsabilidad de quienes los envían. Con el fin de garantizar la calidad de los debates, Cubaencuentro se reserva el derecho a rechazar o eliminar la publicación de comentarios:

  • Que contengan llamados a la violencia.
  • Difamatorios, irrespetuosos, insultantes u obscenos.
  • Referentes a la vida privada de las personas.
  • Discriminatorios hacia cualquier creencia religiosa, raza u orientación sexual.
  • Excesivamente largos.
  • Ajenos al tema de discusión.
  • Que impliquen un intento de suplantación de identidad.
  • Que contengan material escrito por terceros sin el consentimiento de éstos.
  • Que contengan publicidad.

Cubaencuentro no puede mantener correspondencia sobre comentarios rechazados o eliminados debido a lo limitado de su personal.

Los comentarios de usuarios que validen su cuenta de Disqus o que usen una cuenta de Facebook, Twitter o Google para autenticarse, no serán pre-moderados.

Aquí (https://help.disqus.com/customer/portal/articles/960202-verifying-your-disqus-account) puede ver instrucciones para validar su cuenta de Disqus y aquí (https://disqus.com/forgot/) puede recuperar su cuenta de un registro anterior.

Los estadounidenses Walter Kendall Myers (Izq.) y su esposa, Gwendolyn Myers, acusados de espiar para La Habana durante décadas. Washington, febrero de 2009. (REUTERS)Foto

Los estadounidenses Walter Kendall Myers (Izq.) y su esposa, Gwendolyn Myers, acusados de espiar para La Habana durante décadas. Washington, febrero de 2009. (REUTERS)

El cáncer de Castro, según un ex escolta

El teniente coronel Juan Reinaldo Sánchez cuenta su versión. (América TeVé)

Últimos videos