Actualizado: 25/04/2024 19:17
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Sociedad

Vade retro antena

Si la mayoría rechaza la banalidad de las televisiones extranjeras, ¿cómo las señales ilegales se han convertido en un jugoso negocio?

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En realidad, lo que no reseñan los respectivos artículos de Granma y Juventud Rebelde es la alarmante demanda popular de que goza hoy "la antena" (como se conoce a los receptores Direct TV que pululan en La Habana y las poblaciones adyacentes); la creciente sed consumista de un amplio sector de la población que prefiere pagar los 10 pesos convertibles (tarifa fija que permite tener "el cable"), antes que sufrir la programación de la televisión nacional.

Los cuatro canales nacionales persisten en transmitir la fatigada propaganda ideológica del régimen, las mil reposiciones de series extranjeras o nacionales, y los programas musicales de pésima factura y clips pasados de moda.

La prensa oficial tampoco dice que más de 40 años de fatigosa arenga y decenas de horas semanales dedicadas al reforzamiento del discurso gubernamental, han dejado un terreno fértil para que germine la simiente de esas televisoras que tanto critica y teme el gobierno.

Direct TV 1, Mesa Redonda 0

Los cubanos, en su mayoría, están hartos de televisión ideológica y politiquera: quieren llegar a casa, después de una jornada en la que han estado trabajando para nada, después de lidiar con el eterno problema del transporte, de los víveres, y de todas las desgracias que matizan la vida de la población, y sentarse a disfrutar de un mundo de colores —aunque sea falso, encartonado o "de mentiritas"—, pero que les ofrezca una opción diferente de la que tienen.

En los días del aniversario de Playa Girón —uno de los más reforzados en la propaganda política de Castro—, la televisión cubana retransmitió hasta tres veces al día los mismos reportajes de siempre, realizados por aquellos ya lejanos días de 1961; la antológica fotografía del "invicto" saltando de un tanque —dicen los más suspicaces que después de finalizados los combates— y otras muchas imágenes donde aparece el Comandante en sus días de gloria: joven, enérgico, imbatible.

El mensaje subliminal es hacer recordar a los cubanos al líder que fue, y no la patética figura derrotada por los años, la soledad y la locura que ofrece el Patriarca en lo que, más que otoño, parece ser un irreversible invierno.

De cualquier manera, ninguna de las drásticas medidas adoptadas contra la proliferación de "señales ilegales" (detenciones, decomisos, multas) ha logrado hasta ahora impedirla: cada vez son más los hogares cubanos consumidores de esas propuestas, lo que demuestra la falsedad de la propaganda cuando alude a la población de la Isla como "altamente politizada" y comprometida con su revolución y con el socialismo.

Al parecer, las golosinas capitalistas que aparecen en la pantalla de los "suscriptores clandestinos de la antena" son más apetitosas que los discursos populistas o los himnos de combate.


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