Actualizado: 28/03/2024 20:07
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Literatura

Carne fresca

La prensa nacional 'se acuerda' de los escritores del oriente cubano, justo cuando ve la luz allí una organización literaria independiente.

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Para no defraudar, Encina contesta que Martí es una de sus obsesiones y que mirando un mapa descubrió que Contramaestre era un lugar importante, con 33 años vividos intensamente (cosa que debiera demostrar con respuestas más arriesgadas). Este es un caso en que el entrevistador va aleteando alrededor de un tema y el entrevistado asoma el cogote por entre las ramas. Es otro caso que va desde lo que se puede llamar una temprana madurez hasta una guapería lírica, que ha hecho que lo identifiquen como un "nagüe", un "asere" de la lírica más joven, algo que nunca se permitiría al autotitulado "diario de la juventud cubana".

En el Juventud Rebelde no se atreverían a resumir estos versos de Encina, aparecidos en el libro Golpes bajos, de la colección Calendario. Ahí dice: "El Capitolio estaba ahí, en su calambre / un Meta [policía] respira mi color. / Lejos, a punta de país (…) Ya me voy / ilegal y sonoro. Hijo del verde, / humo que lo niega / respiradero / El carné para hacer / El carné para estar en el calambre / en la sobrevida".

Autorización de migajas

De modo que algo se mueve. Cuando las autoridades literarias del Palacio del Segundo Cabo han autorizado algunas migajas para los pobrecitos del olvidado Oriente, esos que no viajan a Europa sino conforman la comparsa para ir a Caracas y a la mexicana Veracruz, o una escapadita al altiplano boliviano. Hay que desconfiar cuando están poniendo en primer plano a quienes están siendo conocidos como la tropa "a la hora que me llamen voy".

A este grupo de inexpertos se suma el padre literario de muchos poetas recién estrenados en el último lustro. El devenido santiaguero Reinaldo García Blanco ha fundado el boletín literario Ideas. Desde la farfulla de un editorial al que llama "La idea del lunes" y pomposamente firma como "el director", lo mismo puede aparecerse con una nostálgica remembranza de sus sueños guevarianos que ponerse "consternado, rabioso" (a lo Julio Cortázar), porque en el pasado Festival de Poesía de Caracas se quedaron esperando a la poeta libanesa Joumana Haddad, quien no asistió por los bombardeos al aeropuerto por donde saldría con sus poemas.

El flamante director se lamenta, pues ella traería "tal vez algún que otro souvenir para regalar a los poetas" (número 59).

El boletín cuenta con 500 ejemplares que se distribuye gratuitamente entre ellos mismos, los santiagueros que abren la mano y lo reciben. En el número 60 reseñan al citado periódico Juventud Rebelde y a cada uno de los santiagueros allí publicados. En este, "La idea del lunes" se atreve con los cafés clandestinos que escapan al ejército de inspectores, cederistas y policías, a los que "el director" lleva a sus amigos cuando pasan por Santiago.

Lo raro es que este cafetero desvela sin sonrojo los nombres de los sitios, así como las pistas utilizadas para evitar la acechanza policial. Y con todo, amenaza con mostrarnos en algún próximo número las casas que aún conservan los restaurantes clandestinos, llamados paladares, en los que entre otras cosas se vende nada menos que "ternera guisada".

Ya veremos de qué va la movida oriental en sus aires literarios. Cuando en Palacio, cerca del Segundo Cabo, el aceite y el azufre hierven, y la mesa está servida, esta carne fresca debe tener un tufillo sospechoso.

La reciente aparición de la independiente Asociación de Jóvenes Escritores de Oriente parece haber desatado una "batalla" en las altas esferas para evitar adhesiones incómodas. Suele pasar que en Cuba sólo recuerden la existencia de los "valores olvidados", cuando están a punto de perder el control sobre ellos.


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