Actualizado: 18/04/2024 23:36
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Con ojos de lector

Cenizas y diamantes

En su segunda novela, Senel Paz vuelve con otro estilo y desde una nueva perspectiva al ambiente y los personajes de sus obras anteriores.

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El Senel Paz de En el cielo con diamantes tiene muy poco que ver con aquel Senel Paz que en 1988 expresó a Madeline Cámara, en Diálogos al pie de la letra: "Tanto para el cuento como la novela, para mí hay una fórmula ideal, superior, que es ésta: presentación, nudo y desenlace, todo ello en orden cronológico y primera persona «pura». Quisiera escribir todas mis historias de ese modo infalible. Sólo cuando por limitaciones de mi talento no me es posible, es que acudo a retrospectivas, variaciones del punto de vista, combinaciones de planos y esas cosas que le enredan la vida a la mayoría de los autores y lectores. Cuando aparecen, tales «audacias técnicas» no significan en mi caso maestría literaria, sino lo contrario, incapacidad para narrar una historia como realmente se debe hacer, para decirlo con una frase, como Dios manda".

Sigue siendo el mismo Senel Paz, en cambio, que entonces confesó que "me inquieta que una novela sea aburrida, no encontrar los mecanismos adecuados para conservar el interés del lector, y también que se me vaya de la mano el humor, el cual es en mí totalmente involuntario". Porque a pesar de los señalamientos críticos antes hechos, así como de otros que pudiera agregar, En el cielo con diamantes se lee con agrado desde la primera página, pues es un libro al cual no cuesta ingresar. Además de saber escribir bien, Paz posee una gran capacidad de fabulación y sabe narrar con tanta frescura verbal como encanto, y eso libera la lectura de su novela del imperdonable pecado del aburrimiento. Pueden hacérsele otras objeciones, pero es de elemental justicia reconocerle el mérito de ser una obra pletórica de amenidad.

Novela muy divertida, bajo la historia que se cuenta en En el cielo con diamantes hay además otros pliegues que ofrecen la posibilidad de distintos niveles de lectura. Eso legitima, en primer lugar, una lectura en la que resulta fácil reconocer la educación sentimental y la iniciación tanto sexual como ideológica de la generación a la cual pertenecen David, Arnaldo y el propio autor. Éste emprende un ejercicio de memoria que trata de no ser monocorde, y por eso, además del humor, incorpora la nostalgia, la ternura, la reflexión, la ironía. La imagen de la década de los sesenta, sin duda la etapa más romántica e ideológica de la revolución cubana, es vista desde la óptica y la ingenuidad de sus protagonistas. (Por razones de espacio no puedo extenderme sobre ello, pero al menos quiero señalar que la novela se desentiende de la cronología histórica e intercala hechos ocurridos en décadas posteriores).

Aunque no llega al alcance crítico de algunas obras narrativas y cinematográficas producidas en la isla en los últimos años, la de Paz no es una imagen complaciente y muestra los desvíos que fueron sufriendo los ideales revolucionarios, así como el precio que eso significó para muchas personas. Así, al contar su visita a la casa de René Portocarrero pone en boca del pintor este comentario sobre la conocida reunión de Fidel Castro con un grupo de intelectuales cubanos en 1961: "Esto fue, dice mirándolo a él y suponiendo que desconoce el tema dada su juventud, cuando Fidel aquellas palabras más famosas que claras: Con la revolución todo, contra larevolución ningún derecho, pues no dejó un listado de su puño y letra de lo que quedaba dentro y de lo que quedaba fuera, ni indicó quién, cuando no fuera él, lo determinaría si surgían dudas, y luego resultó que se colaron los burócratas y fuera quedaron la crítica, la música de los Beatles y las melenas, y dentro la UMAP, la persecución a los homosexuales, los actos de repudio, los sentimientos religiosos".

Desde su salida al mercado, la novela de Senel Paz ha tenido una buena acogida en lo que a ventas se refiere. En cambio, los lectores más exigentes probablemente opinarán que es una obra que no cumple las expectativas que se crearon en torno a su autor, tras el suceso mundial del cuento de marras y su posterior versión cinematográfica. No dejan de tener razón, puesto que diecisiete años es tiempo más que suficiente para haber escrito una obra de valores más consistentes, aunque también es cierto que además de expectativas se pueden crear juicios preconcebidos. En todo caso, En el cielo con diamantes no es una mala novela, pero está un tanto por debajo del nivel estético que Paz pudo haber dado. Hay que reconocerle, eso sí, el que, por parte de su autor, representa un muy respetable esfuerzo por afirmar y, al mismo tiempo, ampliar y enriquecer sus recursos, territorios y posibilidades. Y eso implica correr riesgos, algo que no muchos autores están dispuestos a asumir.

PS-Para fines de este año, En el cielo con diamantes debe salir en Cuba, bajo el sello de la Editorial Oriente. Es de desear que en esa edición aparezcan corregidos algunos errores que se deslizaron en la española. Uno, inconcebible, es el de confundir en el texto de la contraportada a los personajes: "Arnaldo, serio e intelectual, y David, vitalista, emotivo y entregado al descubrimiento del erotismo". Otros se refieren a nombres y títulos mal citados. Así, se cambia El socialismo y el hombre en Cuba por El hombre y el socialismo y en Cuba, Elogio de la sombra por El elogio de la sombra, Henrik Ibsen por Henri Ibsen, Nikolai Ostrovski por Nikolai Ostroski, Nadiezhda Krúpskaia por Nadievna Krúpskaia, El caballo de coral por El caballito de coral.


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