Actualizado: 25/04/2024 19:17
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Reportaje: Cine

Los hombres sí lloran

El II Festival de Diversidad Sexual Masculina en un cine de barrio de La Habana. Los tabúes se desmoronan, pero no tanto.

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Sin lugar de reunión

Uno de ellos es Gerardo Alberto. Tiene cerca de sesenta años y lleva un crucifijo de madera al pecho. Se declara gay. Estuvo preso poco más de un año a fines de los sesenta por bañarse desnudo en Santa María del Mar, una playa del este habanero.

"Hay que ayudar a la gente a que conozca los peligros y que goce de la sexualidad que prefiera", manifiesta a la salida del cine. "Lo único a lo que no podemos renunciar es a la felicidad", dice con placidez.
Para Leonardo Chacón, del Centro Nacional de Prevención de Infecciones de Transmisión Sexual, las acciones preventivas enfrentan la desestructuración social de estas minorías.

"Algunas limitaciones para este tipo de trabajo se refieren a la fluctuación de lugares de reunión, al horario en que existe mayor asistencia —muchas veces es tarde en la noche o en la madrugada— y al número restringido de HSH que reciben la intervención", puntualiza.

Sin mencionarlo, Chacón alude a la falta de una representación gay en Cuba. No hay gremios, ni oficinas, ni voces parlamentarias, ni medios de prensa, y las zonas donde suelen congregarse —llamadas pateras— sufren de nomadismo, toda vez que en algún momento rebasan los niveles de la tolerancia oficial.

Nadie espere un mapa gay de La Habana. "Antes era Coppelia, luego nos fuimos para el Malecón, donde estaba la Fiat, después La Arcada, en La Rampa. También hemos estado en 23 y P, la Fuente de la Juventud y en Prado", enumera Pancho al preguntársele sobre los sitios de reunión de gays, lesbianas y transformistas en la capital.

Apodado por sus amigos "el maniquí", por su porte de dandy, reconoce que buscar un espacio de autorreconocimiento "siempre es un lío… También muchos alborotan la cosa y entonces nos cae la policía".

"No conozco lo del HSH. ¿Qué es eso? Hombres que… Para mí no hay diferencias. Todos somos marineros y en la mar andamos", añade burlón.

El especialista Leonardo Chacón insiste en la dispersión de los grupos homosexuales al tener que bregar territorialmente. "Las instituciones y espacios formales son más rígidos y conservadores en el abordaje de la sexualidad y su educación".

¿Apertura controlada?

Para la mayoría de los HSH cubanos que rebasan los cuarenta y cincuenta años, la situación actual goza de una apertura controlada, aunque todavía falta para la asimilación social de las minorías sexuales. "Nadie quiere que su hijo sea maricón", espeta el laboratorista Rey.

"Eso era la prehistoria", opina Gerardo Alberto al evocar las purgas homofóbicas de los años sesenta y setenta. "Todavía en los ochenta te botaban de la universidad si te consideraban afeminado o que salías sospechosamente con muchachos", recuerda este activista.

El mundo gay en la Isla ve con buenos ojos que una de sus principales defensoras sea la master en Ciencias Mariela Castro Espín, directora del Centro Nacional para la Educación Sexual (CENESEX).
La hija del ahora "presidente en funciones", Raúl Castro, es también la directora de la revista Sexología y Sociedad, que desde hace más de una década publica trabajos al respecto, con rigor científico y lejos de la retórica política.

Sus apariciones públicas son escasas. En programas de televisión no ha vacilado en tomar partido por la diversidad sexual y en contra de la secularidad machista cubana.

"Dicen que ella gestiona una ley en la Asamblea [Nacional del Poder Popular] para consentir los casamientos entre nosotros", aventura Gerardo Alberto. "No sé, me parece muy fuerte eso… tal vez un día nos sorprendan, aunque sea con algo menos divino".


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