cubaencuentro.com cuba encuentro
| Cultura

Música

Canciones viejas para el hombre nuevo

Tras cuatro décadas de dogmatismo ideológico y aislamiento, ¿hacia dónde va la música cubana?

Enviar Imprimir

Baste señalar que la voz del danzón, Barbarito Diez, tenía que cumplir una norma de 26 actuaciones al mes, si no le descontaban dinero de su miserable salario; mientras, cualquier joven de la Nueva Trova pertenecía a la elitista Agrupación de Conciertos y estaba exento de cumplir la burocrática norma. No hay que extrañarse que el Diccionario de la Música Cubana de Helio Orovio, en su primera edición, traiga una foto a página completa de Silvio Rodríguez, en contraste con una foto tamaño pasaporte de Ernesto Lecuona: cantarle al Comandante daba magníficos resultados.

Rockeros contra policías

A finales de los años ochenta, la Unión de Jóvenes Comunistas decidió maquillarse al estilo pop. La consigna I love New York fue transformada en "Yo amo al Comandante". Y como parte de la nueva onda, autorizaron un Festival del Rock en el anfiteatro de Alamar, a más de veinte kilómetros de La Habana. Pero no reforzaron las guaguas. Más de dos mil rockeros se lanzaron a pie por la Vía Blanca. La peregrinación de melenudos excedió lo planificado. Y vino la contraorden. En la carretera detenían a todos los jóvenes "raros". Pero unos cientos lograron llegar hasta el anfiteatro, donde se enfrentaron a una turba de policías. Hubo carros de patrulla incendiados, dos jóvenes heridos y decenas de arrestados.

Pero la gente seguía con las antenas paradas, oyendo cómo se derrumbaba el Muro de Berlín, y al ídolo de entonces, Willie Chirino, y su sonido Miami, con influencia del rock. Usted podía caminar de La Lisa a Luyanó, sin dejar de escuchar los temas Ya viene llegando y Oxígeno. Respirar libremente era lo que estaban pidiendo a gritos los cubanos. Pero ni soñarlo. A los rockeros los contentaron con vídeos de Michael Jackson y Madonna, en un programa de televisión dirigido y comentado por un nuevatrovero. A los sangre caliente de La Tropical les dieron NG la Banda, "la que manda", timba de nueva generación, Irakere segunda parte, para desgañitarse meneando el esqueleto, "y que pare el que tenga frenos".

Cortan el cordón umbilical

Y sin los umbilicales subsidios de la Unión Soviética, la economía cubana se paralizó. ¡Y qué burla! ¡Legalizaron el dólar! Y a buscarlo, a inventarlo como fuera. Y a vender La Habana a quien quisiera comprarla, Meliá o que más me da. Y nacieron las jineteras (y jineteros). Y a todo aquel que sonara la maraca y la tumbadora (entiéndase buscar dólares), lo montaron en el avión. Y claro, se formó la estampida. En menos de cinco años, un "seremillar" de músicos y cantantes consiguieron contratos para el exterior, y escaparon de la Isla. ¿Qué es un combo?, preguntaba el choteo cubano, sino la Sinfónica Nacional al regreso de una gira por el exterior.

Había que buscar el relevo. Y bajó la orden de rejuvenecer la televisión. ¿Pero con quién? Los jóvenes que interpretaban música popular estaban congelados en el Movimiento de Aficionados. No les grababan un disco. No podían hacer televisión. En treinta y tantos años no se habían creado plazas de artistas profesionales. Pero ahora, la orden venía de arriba, había que rejuvenecerlo todo. Hasta la primada bailarina Alicia Alonso fue conminada a jubilarse, el ministro de Cultura fue sustituido por un seudopoeta de pelo largo, y a los viejos músicos que quedaban les pidieron que se acogieran al retiro para dejar espacio en las empresas de contrataciones musicales a los jóvenes.

Graduados de las escuelas de arte, de formación clásica y lívidos jazzísticos, ¡Ay, Irakere!, fueron incorporados a la música bailable. Desesperados por brillar, por destacarse en el anonimato de las orquestas, los recién llegados sonaron con todo lo aprendido, y más: estalló la egomanía musical.

Música vieja para el hombre nuevo

A 40 años de revolución, gracias a la visión nostálgica (y comercial) del estadounidense Ry Cooder, Cuba comenzó a exportar a Buena Vista Social Club, Compay Segundo, Omara Portuondo, Rolo Martínez, Pío Leyva, Celina González e Ibrahim Ferrer: los pocos sobrevivientes de la música del pasado. ¿Es que no había cantantes y músicos jóvenes en Cuba? Sí, brotaban silvestres, sólo que la timba que hacían no gustaba a los anglosajones, ni a los mexicanos, ni a los españoles, ni a nadie, no era radiable, "no pegaba".

En 1991, la orquesta Dan Den se presentó en Ciudad México. El debut fue en las Piscinas Olímpicas, un enorme salón donde caben más de 10 mil bailadores. El tema para abrir fue el que enardecía a los bailadores cubanos: Tú eres más rollo que película. Y cinco mil parejas se dispusieron a bailar, pero no pudieron. Confundían sus pasos. La única nueva música cubana que conocían era la Nueva Trova. Sus pies se habían quedado en el son tradicional y el mambo. Los promotores mexicanos exigieron a la orquesta montar un nuevo repertorio o, mejor dicho, un viejo repertorio. Los sones de Ignacio Piñeiro, Benny Moré y Matamoros, y los mambos de Pérez Prado, salvaron la gira de Dan Den.

Cinco años después, Buena Vista, con música de los cuarenta, llenaba teatros en tres continentes, mientras Issac Delgado, "la llamada locomotora cubana", se presentaba en los conciertos de verano del Parque Central de Nueva York, comenzaba a cantar para 10 mil personas y terminaba con apenas 500; y otros dos jóvenes que provocaban multitudes en la Isla, Manolito y su Trabuco y Paulito y su Élite, se presentaban en Nueva Jersey, en pequeños clubes para un centenar de cubanos "recién llegados", porque boricuas, colombianos y dominicanos rechazan su música de estribillos agresivos.