La lección de Cartagena
¿Se van terminando los días en que el deporte centroamericano era fácilmente dominado por los atletas cubanos?
Con su participación en los Juegos Centroamericanos y del Caribe de Cartagena de Indias (15 al 30 de julio de 2006), Cuba regresó a la competencia regional más antigua del planeta, después de ausentarse de los celebrados en San Salvador durante el verano del año 2002, aduciendo falta de seguridad para sus representados.
El pretexto fue bastante desdeñable, puesto que las sedes de los eventos múltiples deben responsabilizarse con la integridad de los participantes y, según indica la historia, el gobierno cubano nunca se ha inquietado mucho por la seguridad de sus ciudadanos: no se inquietó cuando en 1961 envió a niños y adolescentes a alfabetizar a recónditas regiones del país que para aquella fecha eran escenario de una cruenta contienda civil, no le preocupó la seguridad de los cubanos cuando en octubre de 1962 colocó al mundo al borde de una conflagración nuclear, en la cual la Isla iba a ser el primer blanco.
Poco le importó al gobierno la seguridad de los atletas que en 1966 se presentaron en San Juan Puerto Rico para participar, a su cuenta y riesgo, en los X Juegos Centroamericanos y del Caribe, sin el permiso de las autoridades locales y enfrentando un ambiente ciertamente hostil; tampoco le tembló la mano para dejar, en octubre de 1983, a cientos de indefensos constructores a merced de la 82 División Aerotransportada del Ejército norteamericano que se disponía a ocupar la isla caribeña de Granada, en aquel momento estremecida por un conflicto político interno.
No hay que ser muy aguzado para discernir que la ausencia cubana a la cita de San Salvador 2002 estuvo motivada por el propósito de evitar una previsible oleada de "deserciones" y, sobre todo, de sabotear los juegos que organizaba el gobierno del presidente Francisco Flores, a la sazón, la única persona que se ha atrevido a decirle a Fidel Castro en su cara lo que muchos piensan de él.
Doce días de susto
El caso es que en esta edición de Cartagena 2006, Cuba —tradicional vedete de los Juegos— regresó al escenario centroamericano, pero para sorpresa de muchos el evento no constituyó el acostumbrado paseo de ediciones anteriores. Sólo después de 12 jornadas de competencia la representación de la mayor de las Antillas pudo escalar al primer lugar de la tabla general de medallas, gracias al aporte, sobre todo, de los deportes de combate y sin la holgada ventaja que había ostentado en ediciones anteriores.
Vale recordar que en su última incursión en Maracaibo 1998 la representación cubana obtuvo 191 títulos, y México, 71 preseas, lo que le valió el segundo lugar.
Esta vez, Cuba —a pesar de asistir a la cita con sus principales figuras en todos los deportes y de la cantada superioridad de su sistema, basado en el total patrocinio gubernamental de la actividad deportiva— no pudo arrasar desde el comienzo con la mayoría de los premios en disputa, amén de que se hizo evidente que la calidad y maestría deportiva de los atletas de la región ha aumentado considerablemente.
Esto contrasta con el retroceso evidente que registró la delegación cubana en varios deportes en los que anteriormente había ejercido hegemonía indiscutible o conseguido apreciables resultados. Baste señalar que al entrar los Juegos en su novena jornada de competencias la cosecha era de 57 títulos menos que en la cita de Maracaibo 1998, y al iniciarse la décima jornada México todavía superaba a Cuba con 14 preseas de oro y 55 en total.
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