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Juegos Centroamericanos

La lección de Cartagena

¿Se van terminando los días en que el deporte centroamericano era fácilmente dominado por los atletas cubanos?

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Como cubano y aficionado, lamento profundamente que mis vaticinios se hagan realidad de esta manera y que la entrega y sacrificio de los atletas de la Isla rindan cada día peores resultados.

Por otra parte, dudo mucho que las autoridades estén dispuestas a sustituir sus acostumbrados triunfalismos y justificaciones por el análisis objetivo y consecuente que los lleve a reconocer las causas de un declive que puede alcanzar dimensiones catastróficas en los próximos Juegos Panamericanos de Río de Janeiro 2007 y en los Olímpicos de Pekín 2008.

Acumulación de factores

El férreo monopolio estatal sobre toda actividad deportiva, la politización chovinista, el forzado alejamiento de muchos atletas de alto rendimiento del muy necesario fogueo competitivo, que sólo garantizan los más encumbrados circuitos profesionales, en contraste con la indiscriminada exportación de entrenadores, técnicos y profesores, se hacen sentir en el rendimiento de los atletas cubanos, que a sus excepcionales condiciones naturales unen una voluntad y entrega a toda prueba.

También, la prolongada crisis económica se hace sentir significativamente en toda la actividad deportiva. Tantos años de dificultades e insuficiencias han resentido el trabajo en las bases y las divisiones inferiores, y la calidad, el mantenimiento y la renovación de las instalaciones, así como la disponibilidad de implementos.

Todo esto se agrava por el voluntarismo caprichoso e incontestable del alto liderazgo del país, que se empeña en impedir el acceso de los atletas de la Isla a los escenarios que pueden reportar apreciables beneficios económicos, o se ufana de su costoso y subutilizado laboratorio antidoping. Mientras, las carencias han llegado al punto de tener que suspender encuentros de las series provinciales de béisbol por falta de pelotas —créalo o no—, o de ver en un reportaje televisivo a un entrenador de alto rendimiento de un deporte de tantos resultados como la esgrima admitir: "tenemos pocas armas".

Por otra parte, en cada evento internacional se aprecia cómo el somatotipo, la calidad técnica y la maestría deportiva de los adversarios crecen por día, lo cual explica por qué competidores de algunos países de la región discuten a Cuba —con posibilidades y creciente éxito— la supremacía en diversas disciplinas, a pesar de que varios buenos atletas de otras naciones eventualmente se abstienen de participar, según sus diseños competitivos e intereses particulares.

Está por ver si La Habana es capaz de hacer el análisis profundo y consecuente que requieren los magros resultados obtenidos en la cita de Cartagena para atajar las causas de tan pobre actuación. La vigésima edición de los Juegos Centroamericanos y del Caribe ya es historia, y ese resultado, una señal que las autoridades de La Habana no deben despreciar si aspiran a mantener los logros alcanzados durante varias décadas en la arena deportiva internacional.


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