Actualizado: 28/03/2024 20:07
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México

Calderón a Los Pinos

La batalla que comienza: riesgos de un presidente débil y un jefe de la oposición insurrecto.

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Ninguna de sus acusaciones pudo ser sustentada, salvo las evidentes intervenciones públicas del presidente y los empresarios del Consejo Coordinador Empresarial. Si bien la empresa Televisa no simpatizaba con sus afanes, AMLO dispuso de un programa matutino diario, dirigido por él, en la competidora Televisión Azteca, además de la cobertura diaria del periódico La Jornada y la presencia constante en decenas de radiodifusoras.

La exigencia inicial fue que se llevara a cabo un recuento "voto por voto y casilla por casilla". El Tribunal ordenó la revisión de los documentos del 9% de las casillas y los resultados no alteraron sustantivamente el cómputo inicial.

Importantes diarios occidentales ( The New York Times, The Washington Post, El País) se persuadieron de que la protesta lopezobradorista no tenía bases para apoyar sus impugnaciones y lo contradijeron. Y las clases medias urbanas se comenzaron a cansar de tanta necedad. Un humorista sentenció: "Sí, que se abran todas las casillas para retirar el voto que deposité por él". El chiste revela una situación ampliamente difundida: muchos de sus votantes están arrepentidos.

El pánico evitó la sangre

El pasado 1 de septiembre, Vicente Fox debió haber rendido su último informe de gobierno en la sesión inicial de la nueva Legislatura del Congreso. Se trataba de una ceremonia ritual en la que el mandatario ofrecería su perspectiva personal sobre la situación política del país. Es una fecha de señalada importancia política.

Previamente, las fuerzas de AMLO expresaron que sabotearían la junta parlamentaria e hicieron un intento por tomar el local, un vasto palacio que ocupa diez hectáreas. El grupo fue rápidamente desalojado y para la ceremonia presidencial se desplegó un operativo de miles de policías y soldados vestidos como tales, que acordonaron —mejor dicho, blindaron— el recinto y la zona aledaña, con un impresionante dispositivo de fuerza que incluyó tanquetas antimotines.

El temor se apoderó de los dos actores. O el pánico. Se temía un encontronazo con muertos y heridos y fue el pánico precisamente, el miedo, el que salvó la situación. Los diputados y senadores del PRD tomaron la tribuna antes del arribo de Fox, con lo que impidieron que éste entrara a la sala de sesiones. El presidente entregó su documento en el vestíbulo y se retiró. El saldo fue blanco: cero heridos, cero muertos y cero escándalo.

Si los legisladores izquierdistas hubieran tomado la tribuna con el presidente en el recinto, quién sabe hasta qué grado hubiera llegado el encono y las agresiones entre los contendientes. El Estado Mayor Presidencial —un cuerpo militar de élite— habría tenido que intervenir para resguardar la dignidad presidencial.

Fox no ocupó la tribuna y la sangre no llegó al río.