Actualizado: 10/05/2024 11:46
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Irán

Con el dedo en el gatillo

Pese a la desaprobación de la comunidad internacional, Teherán ha reanudado su programa nuclear.

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El Tratado de No Proliferación de armas nucleares (TNP), al que pertenece Irán, no prohíbe este proceso siempre y cuando tenga objetivos pacíficos. Sin embargo, según el OIEA, esas buenas voluntades no se han podido comprobar en el caso iraní.

Acuerdos incumplidos

Tras arduas negociaciones, en octubre de 2003 Irán acordó con los ministros de Exteriores de Alemania, Francia y el Reino Unido (UE-3) una suspensión voluntaria de su programa de enriquecimiento de uranio. A cambio, la UE-3 se comprometía a buscar una solución negociada al contencioso en vez de impulsar una denuncia contra ese país en el Consejo de Seguridad de la ONU.

La senda positiva prosiguió en noviembre de 2004, cuando se selló el llamado Acuerdo de París, en el que Irán reiteraba su voluntad de mantener suspendido su programa nuclear mientras negociaba con la UE un amplio paquete de incentivos económicos, políticos y nucleares, a cambio de no fabricar su propio combustible.

Sin embargo, en agosto de 2005, Ahmadineyad, ya en el poder y ante la supuesta falta de progreso en las negociaciones, decidió reactivar la planta de conversión de uranio que posee en la zona de Isfahán, en el centro del país, donde se transforma en gas el polvo en bruto de uranio, como paso previo para enriquecer ese mineral. Entonces, las conversaciones quedaron interrumpidas.

El 21 de diciembre pasado, la UE-3 volvió a reunirse con una delegación iraní para analizar la posibilidad de retomar el diálogo. Tras ocho horas de conversaciones, acordaron reunirse de nuevo en enero. Días después, el anuncio de Irán de que reanudaría los trabajos de investigación y desarrollo nuclear que había suspendido en 2003, dejó en suspenso la posibilidad de un acuerdo.

En el aire queda también la propuesta rusa de que la República Islámica de Irán prosiga con su programa nuclear, pero desarrolle el enriquecimiento de uranio en ese país, bajo la vigilancia de la comunidad internacional. Irán lo rechaza, con el argumento de que tiene derecho a hacerlo dentro de sus propias fronteras.