Actualizado: 25/04/2024 19:17
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Bolivia: Reportaje

Los ecos del asalto

La nacionalización muestra la cara más radical de Evo Morales y abre una contienda en el seno de la izquierda.

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Como los años sesenta y setenta no son los de la primera década del siglo XXI, un paso tan riesgoso se ha ido acompañando de declaraciones de sí y no, a medida que el panorama, en pocas horas, se recalentaba. Si tanto el mandatario como su vicepresidente Álvaro García dijeron en La Paz que nacionalizarían todas las riquezas, Morales dio marcha atrás y después subrayó exactamente lo contrario.

Las ambiciones del populista

Comentaristas suelen acotar la nacionalización del hidrocarburo, como si aquí terminaran las ambiciones de Morales. Pero incluso restringiéndolo momentáneamente a esta rama, habría que tener en cuenta que intereses norteamericanos, ingleses y holandeses también serán afectados por las medidas de La Paz.

Ni la Unión Europea ni EE UU se mostrarán complacientes si el tema arriba a un tribunal internacional, sin contar enemigos dentro de la propia Latinoamérica.

Como todo buen populista, Morales sabe que apoderarse de los hidrocarburos no basta. Al poder tampoco le basta la Constitución y pugnará por varios períodos presidenciales.

En sus amigos Chávez y Castro, a pesar de las diferencias, ausculta dos ejemplos inmejorables. Mientras el cubano parece decidido a superar la media centuria en el poder, el ex golpista ya amenaza con convocar un referendo que le permita continuar al frente del país hasta 2031, mediante una reforma constitucional.

En el fondo, Chávez pretende lo que se ha denominado "reelección indefinida", y la justificación para tamaña convocatoria parece una trampa. Si la oposición no concurre a los comicios, si alega fraude o se queja ante la OEA, el gobernante, sabedor de su popularidad, llamará a referendo.

Vereda con similar horizonte emprende Morales, quien antes ha de redondear el establecimiento de su hegemonía sobre instancias legales (véase A buen paso), acallar a sectores influyentes de la oposición y, sobre todo, tratar de domar los intereses e impulsos políticos de departamentos como Tarija y Santa Cruz, entre los más prósperos del país.

Recuérdese que organizaciones cercanas a Morales coinciden, no sin cinismo, en otro oportunismo estratégico del decreto, justo en el inicio de las campañas electorales para la Asamblea Constituyente que se realizará el 2 de julio próximo. Quizá nace aquí la falta de preparación que se le atribuye.

Críticas internas

Un diario local como El Mundo lanza decididas andanadas contra la intromisión de Chávez en los asuntos domésticos, critica las imprevisiones del proyecto de nacionalización, esgrime preguntas sobre cómo suplantaría La Paz las inversiones internacionales y advierte del pozo en que podría caer el prestigio del país.

En el levantisco departamento de Santa Cruz, además, se articulan con frecuencia y cohesión movilizaciones, cuyos objetivos oscilan entre la autonomía y la independencia. Asunto sin duda grave y de origen en otros avatares.

Morales ha puesto en cuarentena económica al país, no tiene plan económico y no está dando respuestas a los grandes problemas nacionales, dijo a El Mundo el jefe del Partido Unidad Nacional, el empresario Samuel Doria, quien agregó que la autoridad pretende aplausos y 'exitismo' a corto plazo.

Tampoco faltan círculos opositores que especulan sobre un Morales empujado por Chávez para llevar adelante la nacionalización energética, jugada que ocultaría el interés de PDVSA por desplazar a Petrobras de suelo boliviano.