Cuba-USA: Trump & INTEL
Para tratar a Cuba con mano dura, el presidente electo Donald Trump no quiere ver muertos y heridos en las calles como saldo de la represión, sino que Elizardo Sánchez lleve bien la cuenta de detenciones
D. J. Trump no sólo desconfía de la información de inteligencia (INTEL) sobre la injerencia de Rusia en las elecciones de USA. También aclaró que no está pa’ eso de recibir partes diarios de la comunidad de inteligencia. Esta pulsión del presidente americano electo resulta muy promisoria para la oposición cubana deselecta.
Desde 1950 los servicios de inteligencia de USA elaboran informes coordinados que denominan National Intelligence Estimates (NIEs). Así dan a los políticos previsiones fundadas sobre asuntos de seguridad nacional. Veamos una muestra del problema cubano.
- “El régimen de Castro tiene suficiente apoyo popular y capacidad represiva para enfrentar con éxito cualquier amenaza interna (…) Las capacidades represivas del régimen se incrementan con mayor rapidez que los potenciales de resistencia activa (…) La muerte de Castro (..) surtirá efectos perturbadores, pero probablemente no serán determinantes”
- “Cualquier impulso hacia la revuelta popular generalizada se inhibe por el miedo que inspira el aparato represivo y también por la falta de líderes dinámicos y expectativas”
- “El mero paso del tiempo favorece a Castro, ya que los cubanos y los demás se acostumbran a la idea de que el régimen se mantendrá y el régimen mismo gana en experiencia. No es probable que la oposición política interna o las dificultades económicas vayan a provocar el colapso”
A su vez cada servicio de inteligencia elabora sus propios informes, como este de la CIA: “La apatía y el resentimiento cunden en la Cuba de hoy, pero no representan amenaza seria [ni] es probable que los actuales programas de Estados Unidos conduzcan a la caída del régimen”. Así y todo, nadie debe alarmarse.
Hoy no es como ayer
Los NIEs precitados son de noviembre de 1961, marzo de 1962 y junio de 1963; el informe de la CIA data del 12 de diciembre de 1963. A nadie se le ocurriría pensar que tuvieran aún tanta vigencia como el castrismo mismo. Y como D. J. Trump aclaró de pasada que Internet es digna de confianza, cabe esperar que no preste mucha atención a la INTEL sobre Cuba y se dedique a leer en línea los análisis de refinada factura que corren desde advertir fraudes groseros en el registro de electores hasta groseras violaciones de la Convención contra la Tortura [y otros tratos o penas crueles, inhumanas o degradantes] (1984).
Según el politólogo americano Michael Walzer, un Estado puede meter las narices en otro si en este último ocurren cosas que “conmueven la conciencia de la humanidad”. Algo tan tremendo como que Cuba viola la Convención contra la Tortura es suficiente para que el Consejo de Seguridad de la ONU resuelva tomar “todas las medidas necesarias” y USA intervenga como hizo en Bosnia-Herzegovina (1992) y Haití (1994).
Máxime si para conmover a la humanidad con la tortura en Cuba no hace falta ningún foto-reportaje como aquel de Samuel Feijoo —en 1959— sobre los quema-piés, pincha-ojos y saca-uñas de la estación de policía de Santa Clara. Hoy todo el mundo sabe que la Escuela de Policía en Tarará es el centro de detención y tortura montado contra las Damas de Blanco y otros.
¿Qué pasa USA?
Sin embargo, la humanidad no se conmueve y USA apenas expresa preocupación ante las gravísimas violaciones de los derechos humanos en Cuba. Pero nadie debe alarmarse, porque esta posición cambiará cuando D. J. Trump tire al cesto los NIEs y lea en Internet los análisis del anticastrismo corriente y las denuncias de pinchazos y trompones, torturados y desaparecidos que se formulan a diario.
Hasta ahora USA piensa equivocadamente que, por ejemplo, no tiene que intervenir de ninguna manera si la Dama de Blanco Caridad Burunate relata: “La suerte fue que el pueblo intervino; si no, a Iván [Hernández Carrilo] lo matan a patadas”. En USA creen que el pueblo protegió a este sindicalista —tan independiente que no tiene centro de trabajo— contra la grave violación de los derechos humanos que hubiera sido matarlo o tenerlo que ingresar en cuidados intensivos.
Y lo que es peor: para USA y casi todo el mundo las pateaduras que no lleguen a la muerte en masa son asuntos internos y solo concitan preocupación. Pero de ahora en adelante no será así. Para tratar a Cuba con mano dura, D. J. Trump no quiere ver muertos y heridos en las calles como saldo de la represión, sino que Elizardo Sánchez lleve bien la cuenta de detenciones. Tampoco quiere ver a los líderes opositores que visitan USA regresar a la Isla para ponerse al frente de masas anticastristas, sino que esos líderes sigan reuniéndose con otros del exilio y salgan por la prensa hispana de Miami, que tan elogiosamente trató a D. J. Trump en su campaña presidencial.
Coda
A D. J. Trump no le interesa siquiera que TV Martí armara un tinglado para cubrir las elecciones en USA y dejara la cobertura al garete tras perfilarse D. J. Trump como ganador. A D. J. Trump le interesa más bien que Radio y TV Martí promuevan la Enmienda Fariñas en el Parlamento Europeo y la candidatura de Tania Bruguera como presidenta de Cuba, para apretar las clavijas al castrismo y ponerse a la altura del anticastrismo corriente, que siempre está en renovación con mejores tácticas.
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