Actualizado: 25/04/2024 19:17
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De la sombra a los flashes

¿Qué será del protagonismo de Raúl Castro tras sus quince minutos de fama en la pasada Cumbre de los No Alineados?

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El segundo hombre de Cuba pisa las alfombras rojas, posa para las fotos junto a mandatarios y hasta bromea sobre su estado de conservación. El presidente panameño Martín Torrijos consideró que debía felicitársele por manejar exitosamente el encuentro de más de cien países.

Primero se le vio tironeado por una hosca timidez, con las horas, ya sonriente, pareció disfrutar de la ocasión. Ese fue Raúl Castro, de general a la sombra a anfitrión de líderes mundiales en la recién concluida Cumbre de los No Alineados.

Pero luego de los flashes, ¿qué? La pregunta está en boca de muchos, que observan un país gobernado a cuatro manos o tal vez más.

En elegante batín y calzando zapatillas Adidas, Fidel Castro recibió en sus habitaciones a diez amigos y personalidades invitadas a la Cumbre. A veces se le vio algo trémulo, todavía frágil, pero las más vivaz y ocurrente.

Las apariciones del actual presidente en funciones —primer vicepresidente, general de Ejército, ministro de las Fuerzas Armadas Revolucionarias o segundo secretario del Partido Comunista, según la nomenclatura de la prensa oficial— continúan en ascenso, siempre discretamente.

Aunque las salidas de Raúl reportadas por la prensa crecen, su número por sí solo no ofrece un peso crítico a las funciones que transitoriamente le han sido transferidas por el propio jefe de Estado durante su convalecencia.

"Una cosa es que él dé la cara y otra lo que realmente pueda hacer", opinó un taxista privado que me observaba leyendo el periódico Granma. "Y habría que ver, finalmente, si en realidad quiere hacer algo por sí solo o si lo dejan", especuló mientras esperaba la verde del semáforo.

Todas las impresiones de allegados y visitantes del jefe de la revolución son casi unánimes: Mantiene la lucidez y no es un paciente ocioso. Hay mucho interés en recalcar eso último. Infunde respetabilidad y cierra el paso a rumores de decrepitud. "El caguairán (…) sigue cada vez mejor y no crean que está tirado en una cama", dijo Raúl Castro en el congreso del Sindicato Nacional de Trabajadores Civiles de la Defensa, citado por el diario oficialista Granma.

"Tiene un teléfono al lado y si los otros días dije que lo usaba, ahora digo que cada día lo usa más", afirmó. Las declaraciones de Raúl Castro parecen confirmar la reasunción progresiva del control por Fidel, al menos en las cuestiones estratégicas. Si tal cosa es como se dice que es, entonces el país es dirigido por una suerte de gobierno bicéfalo o compartido que todavía no entrega un perfil definitivo.

"Si te detienes en la gestualidad de Raúl durante la Cumbre, te percatas de que estaba asumiendo un papel con un toque de irónica teatralidad", resuelve decirme un crítico de arte dramático. "No soy experto en política, pero creo que lo hacía para cumplir con su hermano y nada más. Aquello de ser el centro, el anfitrión, lo tomaba como un juego que por fortuna para él demoró sólo un par de días".

'El segundón'

Se sabe que Raúl Castro es un hombre que detesta los reflectores sobre él. Hasta se rumoraba que a fines de los años ochenta ya planificaba su retiro al frente de las Fuerzas Armadas y que soñaba con una vida familiar en el Segundo Frente, una frondosa área de la Sierra Maestra que en 1958 estuvo bajo su mando de comandante en la guerra contra la tiranía de Batista.

El caso Ochoa en 1989 y luego el desastre soviético esfumaron los planes de la familia Castro-Espín, compuesta por cuatro hijos y ocho nietos. El país entraba en una crisis sin precedentes y el futuro se barruntaba más incierto que nunca.


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