Actualizado: 25/04/2024 19:17
cubaencuentro.com cuba encuentro
| Opinión

Opinión

El Estado infantil

Como niños, los políticos cubanos hacen trampas, intentan que les tomen en serio, que le satisfagan sus caprichos, y olvidan lo prometido con rapidez.

Enviar Imprimir

Fijémonos por un lado en su eterna capacidad para prometer sin verse obligado a cumplir. Los Estados siempre están prometiendo a sus ciudadanos una vida mejor. Nada nuevo en esto. Sin embargo, lo que distingue al Estado cubano es la rapidez con que olvida lo prometido, la facilidad con que va de promesa en promesa con la frescura y convicción del niño que promete por primera vez, y a quien hay que creer so pena de ponerse berrinchoso y de destruir lo que otros pagan de sus bolsillos.

Por otro lado, veamos su política informativa. La llamada Mesa Redonda ilustra preciosamente el asunto. Entre otras cosas, allí suele sentarse una periodista frente a una computadora conectada a la Red para darnos una versión oficial sobre determinados acontecimientos a través de la televisión.

Eso es totalmente infantil porque transfiere la lógica del periodismo tradicional —que supone un corresponsal que se debe a los criterios de una agencia— a la Internet, que parte del principio de que toda visión sobre los acontecimientos es poliédrica: no hay una sola fuente, no hay una única versión y casi no se requieren periodistas.

Cualquier ciudadano puede conocer en tiempo real y sin cable —Wi Fi o Wimax están ahí para eso— lo que sucede en Indonesia o en la isla de Thule. Niña obstinada, la política informativa cubana se aferra en creer, sin embargo, que el público en general le hace caso a un estilo periodístico en retirada que ya sólo sirve para orientar a las élites sobre las intenciones del poder. Por eso el éxito en Cuba de La Peregrina y La Bella más Fea, dos culebrones mexicanos vía satélite.

'La mejor en todo'

Finalmente, observemos cómo venden su imagen. Lo bueno que ocurre en la Isla, es lo único que se está haciendo en el mundo en el campo que sea. Cuba es la mejor en educación, salud, cultura; recuerdo que por allá por los años ochenta del siglo pasado era la mejor, incluso, en construcción de inmuebles.

En una época en que la información corría a la velocidad de una antigua diligencia del medio oeste norteamericano, semejante vanidad podría ser sustentada en el vacío informativo sobre otras partes del mundo, pero lo que revela su lógica infantil es que se sostiene, a pesar de con un clic de cualquier mouse usted se puede enterar, en segundos, que el mejor sistema de educación, por ejemplo, es el de Finlandia. Es decir, la vanidad del gobierno se puede desinflar con sólo doblar en una esquina de cualquier rincón de esta aldea global.

¿Qué hay detrás de semejante proyección infantil en el consciente del Estado?

El mejor de los rasgos de la infancia: ese abandono de los niños a su rico mundo de fantasías del que sólo pueden ser despertados si uno está dispuesto a afrontar su crueldad.

La fantasía adorna en cualquier edad, pero los adultos no se abandonan a ella porque, entre otras cosas, deben llevar a sus hijos a la escuela a las 8 de la mañana.

Empero, la historia de la fantasía de la revolución cubana es de tal magnitud que, en el futuro, junto a sus logros y fracasos objetivos, habrá que estudiar y debatir públicamente estos casi cincuenta años como una objetivación pícara de la literatura fantástica en su dimensión histórico-política.

Una condición previa para llevar hombres y mujeres maduros a los asuntos de Estado.


« Anterior12Siguiente »