Actualizado: 25/04/2024 19:17
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El muro del exilio

¿Qué culpa tienen de la permanencia de Castro en el poder quienes se benefician con las veinte mil visas? ¿Por qué negarles un derecho que otros ejercieron?

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No importa que las energías se gasten en campañas ridículas. Lo importante es encontrar un pretexto que les permita seguir evadiendo el enfrentarse con la realidad cubana. La clave que explica este comportamiento es la desesperación por aferrarse a un mundo que sobrevive en las mentes de unos seres que con el paso del tiempo se han vuelto ajenos al país de donde salieron y han terminado por inventarse uno propio.

En momentos en que Castro cierra cada vez más la Isla al mundo, algunos aquí quieren contribuir a ese cierre. En lugar de denunciar la política de La Habana —que levanta barreras, desprecia la ayuda europea y se aísla tras el petróleo que le envía Chávez—, en La Calle Ocho no quieren que vengan nuevos refugiados. El exilio está lleno hasta el tope. Se llegó al cupo. No cabe uno más.

¿Inmigrante yo?

Quienes abogan por el fin de las veinte mil visas son los mismos que quieren cerrar las fronteras de este país a la inmigración. Sólo que no nacieron en algún rancho de las praderas ni en las ciudades industriales ni en los campos de algodón. Tomaron un avión y aterrizaron aquí. Nadie les niega el recorrido, la espera y los sufrimientos que pasaron antes de venir. Pero si se olvidan de que son inmigrantes, ¿por qué no se olvidan también de que fueron cubanos y se buscan otro negocio?

Algunos explican su rechazo a los nuevos inmigrantes con descripciones de años de separación familiar, sacrificios e injusticias. Es un sentimiento vengativo, pero no deja de tener una justificación emocional. La carga de mezquindad que los mueve lleva también la marca de la derrota: es evidente que quieren un castigo similar para los otros y no esperan que el fin del castrismo esté cercano.

Sin embargo, para los promotores de la idea no está en juego sentimiento alguno. Su fin es más ruin: poner en práctica una campaña política que contribuya a ocultar su ineficacia y les permita continuar ejerciendo el poder. Son unos demagogos iguales que los miembros del régimen castrista, que llaman a la honestidad y el sacrificio mientras disfrutan de sus privilegios.

Nunca como ahora el enfrentamiento entre Washington y La Habana ha estado tan de cara a Miami. Esto garantiza que se pierda en gestos estériles, retórica de micrófonos y medidas injustas e inútiles.

¿Alguien puede probar lo contrario, tras casi dos años de las restricciones a las remesas y los viajes a la Isla? ¿Dónde están los datos de que éstas han afectado a la tiranía, contribuido a disminuir la represión y perjudicado económicamente al régimen, como se argumentó en su momento?

No basta con la construcción de un muro en la frontera sur de Estados Unidos, no es suficiente el aislamiento y la centralización que impulsa en la Isla el gobernante cubano: algunos exiliados en Miami quieren su propia valla, y para lograrlo se han propuesto destruir la esperanza que representan veinte mil visas.


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