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Cuba, Disidencia, Oposición

La paja en el ojo ajeno: consigna del bloguero

Para el autor de este artículo, el tronco clavado en el ojo que ya no puede ver sería el financiamiento exterior que recibe el Gobierno cubano en forma de deudas canceladas, créditos y ayudas para el desarrollo, entre otros

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Suele llegarme desde la isla Por Cuba, boletín que se anuncia como una publicación que pretende actualiza a su lector sobre el acontecer internacional relacionado con nuestro país y “las batallas que se libran por su pueblo y su soberanía”. Pero, basta con analizar el contenido del material para comprender el uso tendencioso que allí se hace de la información. Para entender esto, veamos como ejemplo uno artículo de los que se incluye en la edición correspondiente al año 14 Número 41 | Fecha 2016-05-27, que se titula Washington insiste en entrenar a disidentes cubanos, está escrito por Arthur González y se nos da como fuente martianos.ning.com, una red de emigrados cubanos quienes se consideran presuntos seguidores del pensamiento de José Martí, fundada en Canarias por Roberto Domínguez. En su trabajo Arthur González, quien se nos presenta como especialista en relaciones Cuba-EEUU, pone el grito en el cielo por el hecho de que a pesar del restablecimiento de relaciones diplomáticas entre Washington y La Habana, Estados Unidos continúe sus presuntas acciones “subversivas” contra el modelo imperante en la Isla. La prueba de esto sería la preparación, financiamiento y orientaciones a la llamada “disidencia” interna; algo que, como paradójicamente reconoce el autor, se facilitó con modificaciones de la Ley cubana de Migración en enero de 2014, que permite el encuentro permanente de los “disidentes” con sus patrocinadores en Estados Unidos. Cualquiera que lea eso, pensaría que el Gobierno cubano se pasa de bueno y que en su apego al Estado de derecho resulta incapaz de castigar acciones subversivas en su contra fomentadas desde el exterior.

El “especialista” ofrece y comenta para sus lectores una lista de oponentes al gobierno, a los que tan buenamente el raulismo ha dejado salir y volver a Cuba: Yoani Sánchez Cordero, Eliecer Ávila, Berta Soler, Antonio Enrique González-Rodiles, José Daniel Ferrer, Rosa María Payá Acevedo, etc. Ni por casualidad, existe entre ellos, un personaje medianamente positivo, todos son presentados en los términos más oscuros, de una forma maniquea, que es el modo que tiene un propagandista de tratar la noticia, a diferencia del analista objetivo e imparcial que debe ser el conocedor de un tema.

Luego nos equipara tales nexos con el exterior con una suerte de exportación de la contrarrevolución, que González asimila a aquella situación en la que La Habana era criticada por intentar exportar la Revolución a otros países, un hecho cuya autenticidad parece ser puesto en dudas por el autor.

Lo cierto es que el Partido Comunista de Cuba, desde su nacimiento en el poder, no solo ha formado y financiado guerrilleros o militares, sino también a cuadro políticos y sindicales extranjeros (como los que se graduaban en la Escuela Ñico López) con el objetivo de influir en la política, cuando no de subvertir gobiernos de otras naciones, con independencia de la existencia de relaciones diplomáticas que estas mantuvieran con la Isla.

Lo anterior de por sí sería suficiente justificación moral para que cualquier país hiciera que les pagara con su misma moneda. Sin embargo, por suerte para el régimen de la Isla sus colegas del hemisferio se cuidan mucho de provocarlo, ya porque saben que la mano del castrismo sigue siendo larga, ya sea por los intereses en común que, de cara a los pueblos, tienen las élites de diferentes países, al margen de su ideología, ya porque esos gobiernos haya sido convenientemente alertados del papel que juega la isla en el nuevo orden mundial, y que pase lo que pase en su interior, “a Cuba no se toca” como decía el viejo lema del castrismo internacional.

Valdría la pena analizar hasta qué punto el discurso de los disidentes mencionados en la lista afecta en realidad al pueblo de Cuba y a su ya de por sí menoscabada soberanía nacional. Esto con independencia criticas objetivas o no que puedan hacérsele a algún individuo en particular, ya desde sea el punto de moral o delictivo, por no hablar del hecho aún más denigrante de que alguno de ellos haya podido alcanzar la cumbre dentro del movimiento democrático gracias al respaldo encubierto o la intocabilidad que le otorgan las propias autoridades, algo que se le escapa a González en sus ataques personales.

Cuando se leen las declaraciones y criticas de estos oponentes al sistema cubano, es difícil encontrar algo que no favorezca a la población cubana y o que atente contra la soberanía de la nación, se trata de otorgar al pueblo unos derechos elementales que les han sido escamoteados por décadas y aparece algún enunciando de signo contrario, que desentone en este discurso, no resulta difícil adivinar su origen en las oficinas de la Seguridad del Estado, antes que en la mente de un disidente trasnochado.

En general lo que piden estos disidentes favorece al pueblo de Cuba. La vergüenza no radica en que por hacerlo reciban financiamiento externo, sino en que puedan encontrar respaldo para ello en su propio país. Si el Estado cubano fuera en realidad socialista sería el primero en apoyar cualquier iniciativa ciudadana en beneficio de la comunidad, dejando así sin sentido y sin oídos a quienes desesperados por el desastre económico social imperante ponen sus esperanzas en otros modelo políticos y modos de producción, sin reparar que están mangoneados por un capitalismo mundial que, para desgracias de los ilusos ha encontrado en el comunismo asalariado una fuente de enriquecimiento, tal como ya había ocurrido durante buena parte del siglo XIX con el esclavismo. En este sentido, pueden sentirse seguros aquellos poderosos a los que sirve Por Cuba como medio de propaganda. A quien menos le interesa subvertir el modelo cubano es al imperialismo en su etapa monopolista de estado.

Hay que apuntar que no es solo por bondad que las autoridades cubanas hacen de la vista gorda frente a las finanzas que reciben los opositores, ellas saben que el nacimiento de una “disidencia profesional” genera corrupción, querellas internas, permite el autofinanciamiento de sus agentes y de paso sirve para que tecleros como González puedan cuestionar en sus panfletos si el mensaje de los opositores proviene de una crítica objetiva a la realidad o de la necesidad de agradar a quienes ponen el dinero desde afuera.

Por otra parte, es bueno subrayar que “estos dineros” y sus destinos no pasan de ser un ejercicio de demagogia y corrección política, una manera de hacer algo en apariencia para encubrir la esencia de no hacer nada.

Se trata de una “subversión externa” que será selectiva, comedida por no decir premeditadamente inefectiva, pues demasiado costó desvirtuar lo que pudo haber sido una auténtica revolución para a socavar ahora lo poco que queda de ella, para volver atizar en Cuba otras formas rebeldía que termine contagiando a los pueblos circundantes, sometidos por otras formas más sutiles de opresión, enmascaradas de representación popular, pluripartidismo y elecciones libres.

De lo que se trata es de respaldar desde afuera el derecho al pataleo por el que nunca se ha caído un gobierno nada más, no se busca ayudar a los cubanos en una transformación social desde abajo. Nada debe que poner en peligro ese estado de cosas que facilitó el éxito de la visita de cuatro días a Cuba, realizada a mediados de mayo, por Lord Hutton Of Furness, al frente de una delegación de más de 30 empresas provenientes de Inglaterra. Recordemos que el Barón de Furness, sentado entre los escaños laboristas de la Cámara de los Lores, es copresidente de la iniciativa Cuba, nacida en abril de 1995, que está constituida por 50 firmas y brinda, entre otros servicios el de la organización de misiones comerciales y encuentros con ministros y altos funcionarios cubanos.

Pero las relaciones del Fidelato puro y duro con Inglaterra vienen de antaño, desde mucho antes que el periodo especial, solo hay que ver lo bien que se trata a los anti batistianos en la película Nuestro hombre en La Habana, película protagonizada por sir Alec Guinness y dirigida por Carol Reed que se filmó en La Habana de 1959, bajo control fidelista. Está basada en la novela del mismo título escrita en 1958 por el autor británico Graham Greene, amigo y defensor eterno del régimen cubano. En ella se cuenta la historia del señor Wormold, un vendedor de aspiradoras radicado en La Habana que es reclutado por el MI-6 para espiar, no la infiltración comunista que tenía lugar entre los subversivos de entonces, sino al malo de la película; el gobierno de Batista.

La recompensa se ve clara en esos libros de historia oficiales que nos presentan la ocupación británica del occidente de Cuba como etapa de progreso para esa parte de la colonia, sin tomar en cuenta como se aprovechó la ocupación de nuestro territorio para sembrar la masonería en la sociedad colonial con su funesta secuencia de conspiraciones y guerras fratricidas, siempre en favor de Inglaterra.

Lo menos que necesita esa madre del capitalismo moderno y cuna de la democracia liberal que tantos añoran, es que desde Estados Unidos, leal y fiel servidor suyo desde la primera guerra mundial, se fomente en Cuba el surgimiento de Pepe Antonio[1] disidente y subversivo, cuyas demandas de soberanía y derechos político económicos para el pueblo hagan peligrar acuerdos como los suscritos recientemente entre esa mega empresa que es el Estado cubano y sus socios del Reino Unido. Me estoy refiriendo al gran negocio anunciado en Granma el 15 de mayo, por el monto unos $400 millones, los cuales serán invertidos en la agricultura, energía e infraestructura con destino al turismo, entre otros sectores.

Esta sería la lógica continuación de las conversaciones sostenidas el 28 de abril, en La Habana, entre el canciller británico Philip Hammond y su homólogo cubano Bruno Rodríguez Parrilla. Entonces fueron identificadas las áreas donde fortalecer las relaciones bilaterales Cuba-Reino Unido, tomándose como punto de partida la nueva ley cubana de inversión extranjera.

De más está decir que canciller Hammond ratificó en La Habana la posición de su país y la Unión Europea en contra del llamado bloqueo económico, comercial y financiero impuesto a Cuba por Estados Unidos, bloqueo que por lo visto solo sirve para frenar la competencia del capital norteamericano, dejando el campo del mercado cubano abierto a los europeos.

Y lo más gracioso de todo es ver lo que pasa cuando la Madre Patria nos manda por estos mismos días a García Margallo, recordemos que se trata del mismo personero del Gobierno del Partido Popular que se negó a hacer algo por esclarecer la muerte del ciudadano cubano español Oswaldo Paya cuando su hija se lo pidió. Pues bien como parte de su programa de actividades, el titular de Exteriores español se fue a homenajear con flores a Luis Vicente de Velasco, héroe español de la defensa del Castillo del Morro de La Habana durante la invasión inglesa de 1762, como si España, con su olvido de la oposición cubana, su defensa de los intereses del gobierno cubano ante la Unión Europea y el Club de París, no estuviera contribuyendo a crear las condiciones para una nueva toma de La Habana por unos ingleses que solamente han sustituido la casaca roja por el frac del banquero.

Nada de esto le importa a Arthur González, a pesar de estar obsesionado con el asunto del financiamiento extranjero. Los que no pueden recibir un centavo desde afuera son otros. Recientemente publicó un artículo en el blog El heraldo cubano —por cierto, así también se llamaba una revista de línea intransigente que publicaba un grupo de exiliados en Suecia en los años noventas—, titulado Reunidos en Nueva York los “preocupados” por el futuro de Cuba, donde arremete contra el proyecto Cuba Posible por haber recibido fondos para el encuentro realizado el pasado 26 de mayo en Nueva York, con la colaboración de la Washington Office for Latin America (WOLA), y sus sesiones en la Fundación Sociedad Abierta. González acusa a Cuba Posible de encubrir sus verdaderos propósitos, los cuales estarían, ajustados a la actual línea política del gobierno yanqui, que según el especialista es la de destruir el socialismo en Cuba, y sustituirlo por un modelo neoliberal. Escribe esto como si a los norteamericanos no les bastara con levantar su embargo para comenzar a esquilmar a los cubanos en contubernio con el Estado comunista, como hacen desde hace años los capitalistas españoles, sin necesidad de neoliberales criollos.

Si González fuese un poco más comedido, si buscara el balance en sus escritos, tomaría en cuenta la parte de este encuentro neoyorquino que favorece al gobierno que este experto defiende en sus textos; por ejemplo, las palabras conque clausuró la reunión Lenier González, en ellas el cofundador de Cuba Posible —el otro se llama Roberto Veiga González, esto parece la guerra de los González— habla de la oposición de su proyecto al embargo y a la llamada Posición Común Europea, de su demanda a Estados Unidos para que respete la soberanía de la Isla creándose así las “condiciones de estabilidad necesarias dentro de Cuba para avanzar en los cambios que la nación necesita” para abdicar, de una vez por todas, de promover “primaveras árabes” y “revoluciones de colores” en nuestra patria.

Pero todo esto parece saberle poco a quien parece haber entrado en competencia con su colega Iroel Sánchez en su guerra bloguera contra Cuba posible. Evidentemente el bloguero oficial considera que la mejor manera que hay de servir a los poderosos en Cuba, que no a su pueblo, es defender un pensamiento único, en el que se pone la mirilla en la paja del ojo ajeno, pasando por alto la viga clavada en la propia e insomne pupila.

Para nuestro caso, el tronco clavado en el ojo que ya no puede ver, sería el financiamiento exterior, justificado o no, que reciben los que mandamases cubanos en forma de deudas canceladas, créditos, ayudas para el desarrollo, inversiones extranjeras o pagos por servicios “internacionalistas”, todo ello cuenta de su apropiación, administración y explotación inconsulta de un Estado, una tierra y unos recursos que nos pertenecen a todos los cubanos, incluso los que viven fuera de su patria.

Ante la enorme conjura internacional nada puede hacer, financiada o no, nuestra endeble disidencia, tiene frente a ella, alza en toda su omnipotencia y con las arcas llenas la brutal maquinaria del capitalismo de estado, que la margina o tolera en la justa medida de su conveniencia. Mientras tanto y gracias a sus aliados foráneos, de izquierda o de derecha, políticos o empresarios, el sistema cubano podrá hacer con sus ciudadanos lo que le venga en gana, y el mundo mirará hacia otro lado, guiado por una prensa libre que suele llamar “presidente” a Raúl Castro.



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