Libia, Revueltas, Gadafi, Prensa
Libia: rebelión, vacilaciones y desinformación
Para saber lo que sucede no es recomendable leer algunos periódicos, plantea el autor de este artículo
Esta foto en el diario español El País, con el texto “Un par de sublevados dispara contra un avión de las fuerzas de Gadafi a la entrada de un pozo petrolífero en Ras Lanuf”, es más propia de revista del corazón que de un órgano de prensa que pretende ser periódico global en español. No hay que comentarla: bastan foto y texto para saber que si así “combaten” los sublevados libios lograrán menos que un destacamento de pioneros.
A falta de rebelión victoriosa, cierta prensa quiere inventarse una. Y pasado el plazo de tres semanas que los teóricos de ciber-revoluciones consideraron norma del mundo árabe, a partir de las experiencias tunecina y egipcia, la confusión impera en los tremendistas, pues para ellos Gadafi debería haber caído ya, como Ben Alí y Mubarak.
Pero el beduino Muamar tiene un criterio diferente: sabe que Europa depende de su petróleo, y habla muy grueso. No está dispuesto a ceder su poder, y nunca ha vacilado en utilizar la fuerza cuando considera que es necesario. Ha definido a los sublevados, en diferentes momentos, como parte de una conspiración imperialista, jóvenes borrachos y drogados, células terroristas, agentes del sionismo, ratas, y lo que se le ocurra.
Asusta con frases nada “políticamente correctas”: si él cayera, dice, “millones de negros” invadirían Europa, y adiós al estado de bienestar y los seguros de desempleo, adiós a la tranquilidad y a los millones de dólares invertidos en el viejo continente.
Además, ¡mucho cuidado con Al Qaeda!, avisa el Coronel, a quien le sobra experiencia para hablar, con su currículum de terrorista en reposo que todos conocen pero algunos prefieren olvidar ahora.
Mientras tanto, las unidades moto-mecanizadas al mando de su hijo Khamis, con apoyo de la aviación y la marina, van expulsando a los rebeldes de una población tras otra, y nada impediría que lleguen a Bengasi esta misma semana si no se producen cambios dramáticos en el teatro de operaciones militares. Otro de sus hijos, Saif el Islam Gadafi, dijo a la televisión italiana que ya han recuperado el 90% del territorio del país.
Estados Unidos y Europa declaran que los libios no desean una intervención militar, pero esos mismos libios diariamente piden a gritos ayuda antes de ser exterminados. Conducta “occidental” que recuerda al guapo Bernabé en la televisión cubana, con aquello de “suéltenme, que lo mato”, aunque nadie le agarraba.
Después de mucha demora, vacilaciones, declaraciones contradictorias, y evidente falta de consenso dentro de los propios gobiernos democráticos, la OTAN ordenó acercar su flota a las costas libias. Se supone que eso ejercería presión sobre Gadafi, aunque no esté claro cómo. Además, aun cuando no se declare por ninguna parte, también podría evitar que los “millones de negros” que mencionaba el dictador libio comiencen a emigrar en sus pateras hacia Europa.
“Todas las opciones” que analizan Estados Unidos y Europa tienen como denominador común que requieren consenso en la ONU, lo que no podrá lograrse por la oposición de Rusia y China. Por otra parte, los mismos que las proponen les colocan tantos obstáculos a sus propias ideas para poderlas ejecutar que, en caso de aprobarse en algún momento, ya no quedarían rebeldes que apoyar.
Es cierto que se ha ido cerrando el cerco contra Gadafi y sus más cercanos colaboradores con un conjunto de sanciones por la comunidad internacional, pero la efectividad de las mismas solamente podrá verse a largo plazo. Y quienes reciben sobre sí bombazos de la aviación, proyectiles de cañones, y golpes de artillería reactiva y tanques, lanzados contra ellos por el carnicero libio, no disponen del mismo tiempo que las cancillerías y los diplomáticos.
Así las cosas, la sublevación se va extinguiendo poco a poco, los cadáveres —reales, no los que mencionó la prensa sensacionalista al comienzo— se van contando por centenares, y la rebelión va camino a la regresión. Francia otorgó reconocimiento diplomático a los rebeldes libios, pero al paso que van las cosas no quedará ningún sublevado para recibir las cartas credenciales de un eventual embajador francés.
Con el foco de la atención mundial centrado ahora en Japón por causa del terremoto, el tsunami y la emergencia en las centrales eléctricas, más las vacilaciones de Occidente en la crisis libia, Gadafi impondrá su látigo sin piedad, para alegría de Fidel Castro, Hugo Chávez y los gobernantes “bolivarianos”, en complicidad de intereses con dictadores africanos y árabes. Es iluso pensar que Gadafi respete la vida de los derrotados o los envíe a los tribunales a juicios con plenas garantías procesales.
Los rebeldes libios no son santos: que sean demócratas enardecidos apegados al Estado de Derecho no es exacto, pero son seres humanos, es legítimo su deseo de sacudirse la tiranía, y no puede admitirse a ningún dictador, en países petroleros o no, masacrar a su pueblo sin misericordia para mantenerse en el poder a toda costa.
Si Gadafi logra imponerse a sangre y fuego, como ya lo va logrando, será el momento de olvidarse de rebeliones en el mundo árabe, pues sus pueblos se sentirán abandonados, y los países occidentales tendrán que lidiar con una ola de fanatismo y radicalismo que podrían evitar actuando más consistentemente frente al dictador libio.
Habrá que seguir de cerca todos estos acontecimientos, pero para entender lo que ocurre no sería recomendable leer cierta prensa irresponsable y superficial.
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