Actualizado: 25/04/2024 19:17
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Posición Común y libertad

Los perseguidos por el régimen necesitan saber que los demócratas europeos les identifican como sus socios pacíficos en la transición a la democracia.

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Lo que veníamos diciendo desde hace algún tiempo, ya es una realidad confirmada. Presionado por la necesidad de contar con todos los recursos financieros posibles para afrontar la más grave crisis económica desde los tiempos del período especial, el régimen castrista ha solicitado al comisario europeo de Cooperación, Karel De Gucht, un "marco de relación bilateral" con la Unión Europea que reemplace a la actual Posición Común, calificada de "inaceptable" por el ministro de Relaciones Exteriores, Bruno Rodríguez.

La Posición Común de 1996, que ahora se pretende desmantelar, es una operación diseñada por la Unión Europea bajo los auspicios del ex presidente español José María Aznar, dirigida a exigir a la dictadura militar castrista el respeto a los derechos humanos, la libertad de expresión, y un trato respetuoso para los presos políticos y los grupos opositores, vigilados y sometidos a una permanente represión por sus actividades.

En tanto el régimen fuera cumpliendo con esas obligaciones democráticas, la Unión Europea iría abriendo sus puertas y otorgando al mismo un trato más favorable. Conviene recordar que el bloque eliminó en 2008 la mayor parte de las sanciones diplomáticas que impuso a Cuba en 2003 por las violaciones de los derechos humanos, lo que permitió el inicio de la normalización de las relaciones y la cooperación de la Isla con la Comisión Europea, pero manteniendo la Posición Común.

El principal valedor de la reivindicación castrista en la Unión Europea ha sido, hasta ahora, el ministro español de Asuntos Exteriores, Miguel Ángel Moratinos, quien visitó recientemente La Habana y se comprometió a trabajar por la eliminación de la Posición Común durante la presidencia española de la Unión, en el primer semestre de 2010. No parece, hasta ahora, que otros dirigentes europeos vayan a sumarse a esta iniciativa porque los asuntos cubanos pasan, en este preciso momento, por las prioridades de los países del este de Europa, mucho más sensibles hacia el modelo comunista que subsiste todavía en la Isla, con el que se vieron obligados a vivir durante largas décadas de imposición soviética.

¿Por qué debe ser defendida la Posición Común?

El ministro cubano de Exteriores reconoció el desarrollo positivo de las relaciones de Cuba con la Unión en los últimos años, a pesar de que las cárceles continúan pobladas de presos políticos, se mantiene la represión contra la disidencia y no aparece síntoma alguno de mejora en la defensa de los derechos humanos, y manifestó la intención del gobierno de Castro de continuar desarrollando esos vínculos. El comisario belga De Gucht manifestó, a su vez, su esperanza de que a corto plazo pueda haber conversaciones fructíferas sobre la cooperación de la Unión y Cuba, que se reanudó el año pasado y ya ha rendido frutos.

Tiempo habrá para comprobar el resultado de esta nueva estrategia de las autoridades cubanas, que parecen dispuestas a hacer todo lo necesario para modificar la Posición Común y sustituirla por un acuerdo bilateral sobre bases distintas. El éxito de la Posición Común no es tanto la presión diplomática o comercial que más o menos se pueda ejercer desde Bruselas sobre La Habana, sino lo que representa como respaldo ético, oxígeno y apoyo a los presos políticos y los disidentes perseguidos por la dictadura comunista.

La Posición Común ha sido y es un alegato a favor de los débiles, de los oprimidos por la sinrazón del castrismo. Ha supuesto un importante apoyo moral para aquellos que luchan en la Isla valientemente por los mismos valores que compartimos los europeos: La libertad, los derechos humanos, la libre expresión. Si los europeos no somos capaces de comprender lo que significa la Posición Común en estos términos, es porque hemos olvidado lo que representa perder la libertad. La libertad se disfruta cuando se tiene, pero cuando es usurpada por el poder político, entonces se comprende lo importante que es.

Los cubanos que se encuentran perseguidos por el régimen necesitan ese apoyo de los europeos, esa solidaridad con su causa. Necesitan saber que los europeos libres y demócratas les han identificado como sus socios pacíficos en la gran operación de la transición a la democracia en Cuba. Dejando a un lado a los que gobiernan, despreciando sus posiciones, se reafirman los valores éticos de la democracia y la libertad, y se aísla a los violentos. Esta es la reflexión que propongo a las autoridades europeas, antes de que acepten cualquier chantaje castrista.


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